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La segunda vuelta estará cargada de una polarización extrema. De un lado Keiko Fujimori, la señora K, para entendernos, la misma que sale en los audios de la corrupción más estremecedora que conoce nuestra historia republicana, solo precedida por la que le tocó protagonizar a su padre, el ex presidente Alberto Fujimori. De otro lado Pedro Castillo, el profesor que dirigió la huelga magisterial de 2017 arrebatándole la conducción del gremio al CEN del SUTEP dirigido por Patria Roja. No es poca cosa la diferencia.

Hay un marcado sello de clase en esta elección. No solo se trata de que la señora K representa la corrupción y hay que cerrarle el paso por eso. Con lo fuerte que es ello, no es lo único. Efectivamente, el fujimorismo es, según el Fiscal Domingo Pérez, una organización criminal, que funge de partido político, pero para delinquir. Pero también es cierto que la señora K representa a la clase empresarial agrupada en la CONFIEP a la que sirvió con denodado empeño a cambio de jugosos fondos para su campaña electoral el 2011 y 2016.

Esta élite plutocrática vuelve a hacer causa común con la candidata naranja luego de su performance en la primera vuelta le abre el camino para tentar por tercera vez la presidencia.Pedro Castillo, por su lado, es el profesor provinciano, de origen campesino y rondero como su padre, que es llevado a candidatear encabezando la plancha presidencial armada por Perú Libre al frustrarse la unidad con Juntos por el Perú y Nuevo Perú. Ella representa a la clase empresarial, atada umbilicalmente a las grandes transnacionales y las potencias imperiales en calidad de subordinada. Él representa a la clase trabajadora, maestros, obreros, campesinos, etc.

El voto no es solo en rechazo a la señora K, es también afirmativo, en señal de identidad con quien ahora representa a todo el pueblo frente al gran capital. Pero claro, falta ver cómo responde el partido Perú Libre al desafío que la historia le ha deparado de disputar la presidencia del país. Dicen que no habrá Hoja de Ruta, que serán fieles a su propuesta programática. Muy bien, el país quiere un cambio. Parte del mismo es el referéndum para una nueva Constitución, la recuperación de nuestros recursos, la salud y educación pública de calidad, viviendas dignas, pleno empleo y recuperación de derechos laborales y sindicales, igualdad y justicia, no a la discriminación y el machismo, defensa de los derechos socio ambientales. Desde esta orilla podemos insistir y pelear por todo ello. Por el contrario, la señora K representa el continuismo, el gobierno de la CONFIEP, de los inversionistas, de los privados que nos han conducido a esta crisis sin salida aparente, si logramos que la población relacione una cosa con la otra, será el fin de los Fujimori.

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