Via Sin Permiso
Un exjefe de la mafia turca, Sedat Peker, que estuvo involucrado en actividades paramilitares de derecha desde su juventud, se ha convertido repentinamente en el punto focal de la vida política en Turquía y en una espina clavada en la carne de la coalición gobernante. Su canal de YouTube está batiendo todos los récords: anuncia de antemano de qué tratará su próximo video, y sus videos son esperados por una audiencia cautiva, hipnotizada por las revelaciones sobre la corrupción de los políticos, así como las altas esferas de la burocracia.
Para aquellos que siguen desde hace años la política turca, no hay nada nuevo o que no supieran, pero para la generación más joven, que ha crecido bajo el régimen de Recep Tayyip Erdogan, tales revelaciones son sorprendentes. Bajo el régimen de Erdoğan, el modelo ejemplar a seguir que se propone a la generación más joven es el de un nacionalista-islamista-xenófobo-mafioso que lucha contra infieles y kurdos, un tema que se repite una y otra vez en los medios controlados por Erdogan y sus secuaces.
Entonces, ¿quién es el blanco de los desvaríos en video de Peker? La lista va de arriba hacia abajo. Ministros, jefes de policía, miembros del parlamento, del poder judicial y de la prensa, antiguos y actuales; ex miembros de las fuerzas especiales, todos involucrados en negocios turbios, manipulación de investigaciones, procesamientos y sentencias, que torturan en comisarías de policía, asesinan a dirigentes de la oposición; y son responsables de extorsiones, violaciones y asesinatos. La lista continua.
Solo como ejemplo, permítanme mencionar algunas de las revelaciones.
*Los secuaces de Erdogan proporcionaron millones de dólares como préstamo sin garantía al líder de un grupo de capital financiero, lo que le permitió comprar canales de medios de la oposición, incluido el diario más grande. Hasta la fecha no se ha devuelto un centavo y nadie lo pide.
*Un ex ministro del Interior participó en la toma de posesión de un puerto deportivo en la costa del mar Egeo invitado por un empresario azerbaiyano. Fue acusado de ser miembro del movimiento «terrorista» Gülen, pero a cambio de entregar el complejo deportivo recibió una breve sentencia y fue puesto en libertad.
*El actual Ministerio del Interior jugó un papel importante en persuadir al representante del fondo de capital mormón, con sede en Utah, para que transfiriera las acciones que tenía en una de sus principales sociedades de cartera a un abogado que actuaba como testaferro de otro grupo. El abogado es un ex coronel de las fuerzas especiales muy condecorado, que desempeñó un papel clave en la captura del prisionero político kurdo Abdullah Öcalan en 1999.
*Ex oficiales de las fuerzas especiales y sicarios de la mafia participaron en el asesinato de un conocido periodista de investigación turcochipriota. Estaba investigando una excavación ilegal en uno de los monasterios de Chipre, donde habían sido enterrados algunos objetos valiosos incautados por los oficiales, a la espera de ser recuperados en el momento oportuno.
En realidad, este tipo de comportamiento ha sido habitual en el capitalismo turco desde sus inicios a principios del siglo XX. Su acumulación primitiva fue facilitada por la masacre y expropiación de la población cristiana. Más tarde, en el primer período de la era republicana, surgió una nueva clase capitalista turca con la ayuda de fondos usurpados del estado. Antiguos militares y burócratas estatales se convirtieron en «empresarios», especialmente después de la creación del fondo de asistencia mutua de las fuerzas armadas a principios de los años sesenta.
Fecha de caducidad
Entonces, ¿qué hay de nuevo? En pocas palabras, la fecha de caducidad de la coalición gobernante de Erdogan ha pasado.
Su principal socio de coalición, el MHP (Partido de Acción Nacionalista, los infames Lobos Grises), están en crisis. Su líder es muy mayor e incapaz de hacer una contribución significativa. Apenas puede caminar hasta el podio para proclamar sus feroces pero rancios mensajes contra la oposición todos los martes durante la reunión televisada del grupo parlamentario. La formación del ‘Buen Partido’ asestó un duro golpe al MHP, y ahora la coalición gobernante planea reducir el umbral de representación parlamentaria al cinco por ciento del total de votos emitidos, recortando el 10% actual, diseñado para evitar que la oposición kurda gane escaños. Pero es posible que el MHP no pueda superar ese umbral tampoco.
El propio AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) de Erdogan también está en crisis. La persecución dogmática de una política monetaria peculiar, implementada por su yerno y su equipo de jóvenes funcionarios, ha sido un desastre. Las reservas de divisas acumuladas por el Banco Central, por valor de 128.000 millones de dólares, se dilapidaron en un vano intento de apoyar el tipo de cambio. El ministro de Finanzas y los gerentes del Banco Central fueron reemplazados rápidamente uno tras otro y se elevaron las tasas de interés, pero la lira turca todavía está derrumbándose.
Las inversiones masivas en infraestructura pública de los primeros años de Erdoğan, en el lenguaje turco ‘cemento por votos’, apenas se mantienen a través de esquemas de ‘construcción-operación-transferencia’ (BOT), que en realidad duplican o incluso triplican el coste a largo plazo. Las autopistas, puentes, depósitos ferroviarios y aeropuertos construidos bajo el BOT no generan el tráfico y los ingresos necesarios, por lo que los pagos garantizados a las empresas constructoras y gestoras están agotando las arcas del Estado.
Los ingresos fiscales de las corporaciones y empresas están cayendo a pesar de varios intentos de cancelar las multas y los intereses sobre los impuestos no pagados. El fácil crédito internacional está llegando a su fin, y el empeoramiento de las relaciones internacionales con los Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia también han frenado la política de «pedir prestado y gastar» (sin mencionar la actitud de «esperar lo mejor»). Turquía apenas puede importar las vacunas Covid que necesita, mientras que los ingresos por el turismo internacional están cayendo debido a la incapacidad de contener la pandemia.
Las aventuras en el extranjero, junto con el gasto militar que implican, también están asfixiando la economía. El apoyo financiero recibido de los países del Golfo tras la ‘primavera árabe’ para crear y mantener un ejército de mercenarios en Siria, Libia, Azerbaiyán, así como en algunos países africanos, está disminuyendo.
El espectro de hordas incontroladas de inmigrantes que se abren paso a través de las puertas de la Europa Fortaleza todavía sirve para mantener una línea de crédito y subvenciones de la UE, pero colonizar las tierras sirias ocupadas todavía cuesta más dinero. El número de bases, fortificaciones y tropas que bloquean a las fuerzas sirias y la fuerza aérea rusa en la autopista M5 en Idlib para proteger a los yihadistas islamistas está aumentando, pero con rendimientos decrecientes.
La espina kurda en la carne de la política de «defensa ofensiva» del gobierno lo ha hecho prisionero de los altos mandos del ejército, así como de los yihadistas. La creciente campaña de bombardeos aéreos se complementa con la incursión en helicóptero de tropas que se adentran cada vez más en territorio iraquí. Los bombarderos a la vieja usanza y los drones armados de fabricación nacional causan revuelo en la prensa internacional debido a sus efectos en Libia y en el conflicto entre Azerbaiyán y Armenia, pero su efectividad contra los militantes kurdos, a pesar de todo el bombo publicitario, solo sirve para realizar asesinatos selectivos de algunos cuadros a los que señala la inteligencia militar. Cada incursión encuentra una feroz resistencia y, a pesar de sufrir graves pérdidas, los combatientes kurdos no se han movido.
Las montañas de Qandil, donde se cree que se encuentra el cuartel general de los guerrilleros kurdos del PKK, todavía está fuera de su alcance. Sin embargo, el monte Sinjar y el campo de refugiados de Makhmour se han convertido en objetivos. Y el ejemplo más claro de espina clavada en la carne turca, Kobanê y sus alrededores, todavía no está bajo control turco.
Todavía se aplican políticas heredadas del imperio otomano: por ejemplo, la creación de una milicia leal entre los kurdos para que “los perros muerdan a los perros”. Los diversos métodos empleados en un intento de aislar o imponer un dominio absoluto sobre las áreas controladas por el movimiento de liberación kurdo en territorio iraquí no han tenido exactamente éxito a pesar de la enorme pérdida de vidas humanas, y se esperan muchas más.
En Turquía, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) pro kurdo, de centro-izquierda, ha sido blanco de ataques, y sus cuadros principales han sido procesados y encarcelados, mientras que a unos 500 miembros de base se les ha prohibido participar en la vida política. Todo ello para intentar reforzar las posibilidades de reelección de Erdogan. Los votos kurdos son cruciales para ambos lados del espectro político, pero si el HDP es eliminado de la ecuación, Erdogan cree que tendría más posibilidades de obtener el apoyo de la población kurda, ya que los partidos de oposición están aún más empantanados en los sentimientos y la retórica anti-kurdos.
Mientras tanto, la administración de Biden ha rechazado hasta ahora todos los intentos de Erdogan de mejorar las relaciones con EEUU, tras su apoyo abierto a Donald Trump: la primera reunión cara a cara ha tenido lugar en la cumbre de la OTAN de la semana pasada. Hay que añadir los muchos años de contaminación del mar de Mármara, al que han vertido sus aguas el alcantarillado de Estambul y todas las demás ciudades industrializadas a lo largo de sus costas, que han tenido un efecto devastador. Y, mientras todo esto sucede, las revelaciones de Peker en curso.
Es evidente que el régimen actual está en crisis, pero ¿cuál es la alternativa? ¿Dónde está la izquierda organizada?