Por Pedro Fuentes (Secretaria de Relaciones Internacionales del PSOL)
Este texto es sobre la política y orientación para Latinoamérica y América. Tiene el carácter de un borrador para debatir en las filas del PSOL y las organizaciones anticapitalistas del continente.
La apertura de este debate es fundamental frente a la nueva situación que vive nuestro continente (y también los EEUU), en medio de una crisis profunda exacerbada por la pandemia, los incendios en Pantanal y Amazonia y en toda la costa oeste en el continente. El continente se incendia por la política negacionista y depredadora de las clases dominantes. Pero hay otro incendio que es el de las luchas sociales y políticas; con ellas se puede apagar el incendio de los negacionista genocidas y abrir un nuevo curso en nuestra América.
Hay un espacio para construir una nueva alternativa. Hay un campo vacante: los viejos progresismos no pueden dar respuesta a esta nueva situación. Se abre un nuevo espacio para ello, y el PSOL podría contribuir para construir una nueva alternativa ante la crisis. Este nuevo espacio continental se abre ante la incapacidad de responder a la nueva crisis por el llamado progresismo en sus dos vertientes: La variante petista que en su momento construyó el Foro de Sao Paulo, y por el otro debido el fin del bolivarianismo y el proyecto del ALBA que el madurismo dejó de alentar. Tampoco lo pueden ocupar las organizaciones de la izquierda “denuncista y autoproclamatoria que las aíslan de los procesos reales.
En la nueva situación se añaden múltiples reivindicaciones y están moviendo además de los trabajadores sectores de masas. Esto está dando una vanguardia social y política que puede ser el material para la construcción de una alternativa que ocupará este espacio.
El PSOL y otras organizaciones latinoamericanas han ganado reconocimiento nacional e internacional para ocupar este espacio que se puede construir como red. La realidad está actuando en esta dirección y debatirla tanto en las instancias del PSOL, como de otras organizaciones sociales y políticas latinoamericanas y de los EEUU, en la búsqueda para enfrentar al neoliberalismo y el imperialismo es posible.
Dar ese primer paso lo podría hacer el PSOL debatiendo con organizaciones políticas y sociales del continente; de esa manera incentivar las campañas comunes y de solidaridad como paso a una red que abarque a los movimientos y organizaciones que son independientes del viejo progresismo y de los grupos sectarios. Estos puntos son para contribuir a ese debate.
1 / Las Américas son parte de una nueva situación mundial
El continente americano como un todo, a pesar del carácter diferente entre los EEUU y Latinoamérica, es parte de una nueva situación global realidad del mundo en el cual la crisis sistémica se agrava y donde las movilizaciones y revueltas -casi siempre semi espontáneas, crecen. Ante la incapacidad de las clases dominantes de dar respuesta los pueblos responden con grandes movilizaciones, insurrecciones, revueltas, que no se amedrentan ni cesan frente a la represión, cada vez más utilizada por sectores de las clases dominantes en el poder para enfrentar la movilidad social que se politiza. Recientemente tuvimos la revuelta del pueblo negro que aún continua en los EEUU, el levantamiento del pueblo indignado del Líbano que terminó tirando al primer ministro. Y ahora asistimos a una verdadera revolución democrática donde las mujeres están jugando un papel fundamental frente a la dictadura autocrática de Lukashenko.
Nuestro continente es parte de esa nueva situación. Y hablamos de continente porque incluimos en esta caracterización a los países latinoamericanos y a los EEUU, un país que se está “latinoamericanizando”.
La realidad está mostrando que la situación de Latinoamérica y Norte América siguió y sigue siendo dinámica a pesar de la pandemia. Prueba de ello son el levantamiento negro en los EEUU y la huelga general con cortes de rutas para impedir el bloqueo de las elecciones en Bolivia.
El Coronavirus enfrió y casi congeló los procesos más avanzados de Chile y Ecuador, los puntos más destacados de LA, y en los EEUU terminó las entusiastas movilizaciones por la candidatura de Sanders (el aislamiento necesario dio argumentos para que retirara su candidatura). Pero la realidad está mostrando que el obligado confinamiento enfrió por dos meses las movilizaciones de masas, aunque sin pararlas. Al mismo tiempo, aceleró la crisis estructural (sistémica) de nuestros países, creando situaciones desesperadas en los sectores más pobres de todos ellos. Mostró la corrupción de los gobernantes que en vez de salvar la salud del pueblo utilizaron parte del dinero para enriquecerse. La pandemia no paró la corrupción, y por el contrario mostró la faceta más perversa de la lumpenización de agentes de los gobiernos en los diferentes países. La actual lucha del pueblo de Bolivia contra el gobierno golpista fue detonada por la indignación frente a la misma.
En los EEUU quienes más sufrieron fueron los negros y esto creo el clima favorable para que con el asesinato de George Floyd se iniciara la rebelión negra. Un movimiento que solo se puede comparar con el de 1968. Este levantamiento de masas, al golpear al imperialismo más importante del mundo, hizo que la onda antirracista se propagara a otros países que tomaron la bandera de la lucha antirracista con movilizaciones y hasta con la destrucción de los monumentos de los “héroes” del colonialismo. Y así fue como los EEUU colocaron en la agenda del mundo la lucha antirracista.
En LA, Bolivia es hoy el punto más álgido, donde la confrontación está más abierta. Con los bloqueos masivos las masas bolivianas pasaron a la ofensiva. La COB ahora tuvo que movilizarse ante el intento de perpetuarse el golpe y la Federación Minera bajo una nueva generación de dirigentes, que agrupa a los trabajadores más hábiles con la dinamita, pasaron a jugar un rol destacado, aunque no tengan la densidad numérica de otras epopeyas. (Vale la pena recordar que estos mineros han hecho jornadas revolucionarias que pasaron a la historia).
La crisis social y política en los EEUU
Vale la pena referirse a los EEUU. La situación de nuestro continente no será la misma si gana Trump, que de darse fortalecería toda esta corriente proto-fascista, y otra diferente si gana Biden. Se debilitará la derecha autoritaria y eso es positivo. Pero la polarización social y política no va parar, la lucha de clases seguirá muy viva. Los demócratas tienen en Biden un candidato de “transición” por su edad que tiene como vice Kamala Harris que es negra, pero es una senadora del establishment, que cuando fue fiscal en California fue un instrumento del racismo sistémico. Si ganan los demócratas será un gobierno que no tocará los intereses de la gran burguesía imperialista (al igual como no fue el de Obama). Y tendrá que enfrentar un país muy polarizado y con una crisis política y social mayor. El gobierno de Trump fue y es una ruptura por la derecha de la vieja forma de gobernar de la burguesía imperialista sobre la base de “dos cuerpos pero de una sola cabeza”. Su carácter orgánicamente autoritario ha llevado a una polarización y radicalización del movimiento de masas, al crecimiento de la organización antirracista, al crecimiento de una conciencia socialista y al surgimiento de nuevos diputados afroamericanos y latinoamericanos en ruptura con el establishment (como Ocasio Cortez, Jamal y muchos más).
En medio del agravamiento de la crisis por la pandemia y de la “latinoamericanización” estructural, de la cual más adelante hablaremos, parece difícil volver a la vieja normalidad de la democracia burguesa. Por una parte, porque si Trump pierde no significará el fin del curso ultraderechista que hoy hegemoniza el Partido Republicano. La ultraderecha se mantendrá con fuerza política y social. Y por otra parte, porque el gobierno de Biden, que ganaría expresando una especie de frente democrático que de hecho trasciende la estructura del Partido Demócrata dominado por el establishment, no tiene otras posibilidades que mantener la política imperial de los EEUU y la defensa de las grandes corporaciones que lo dominan.
En el marco de la agudización del conflicto con China, el gobierno de la potencia imperial no puede hacer cambios de fondo, estructurales, que reclaman los amplios sectores movilizados para terminar con la desigualdad social y el racismo. Inevitablemente tomará medidas de ajustes contra los trabajadores y los sectores explotados que son los más discriminados. Será entonces que los sectores organizados y no organizados críticos a Biden, que apoyaron a Sanders contra Trump, comiencen a hacer la experiencia con el gobierno imperial demócrata. Los sectores sociales como el movimiento negro, los trabajadores que protagonizaron importantes huelgas en los últimos años y el movimiento político y social que se ha construido alrededor de la candidatura y el programa de Sanders, van a tener que seguir un curso independiente del gobierno Biden.
2 / Frente a la polarización social y política falta construir una dirección alternativa
En Latinoamérica (LA) como en el resto del mundo no estamos ante una avenida ni un camino de rosas hacia la revolución. Ante la radicalización del movimiento de masas la burguesía responde (o intenta responder) con mano dura. Así fue en Chile con Piñera y lo están intentando ahora en Bolivia. En otros países se está practicando una represión selectiva intensa. En Colombia, donde hay un acenso importante, Duque está multiplicando las desapariciones de líderes de los movimientos sociales y políticos (más de 500 este año). En Honduras han desaparecido una decena de los dirigentes del pueblo negro garífuna. En los EEUU donde la democracia burguesa es más fuerte, el presidente Trump no solo intenta sabotear el voto por correo sino que tiene posibilidades de hacerlo.
La crisis ha hecho surgir nuevos totalitarismos proto-fascistas ultra conservadores que ya tienen comportamientos e ideología fascista (anticomunista, racista, negacionista, machista, con milicias de internet y en el caso de Bolsonaro y Trump quieren facilitar el armamento que pueden dar lugar a futuras milicias). Sus bases sociales son los sectores burgueses de derecha a los que se suma una base social en sectores de clase media y obrera desesperados por la crisis. Una de las características de esta ultraderecha cuando está en el poder son las mentiras, manipulación de la información, (hechos alternativos ante la realidad), la manipulación de las redes sociales agitando un pseudo populismo y el odio a quienes se oponen.
Esta nueva derecha encontró terreno para desarrollarse porque estuvo facilitada por la política de conciliación que siguen los viejos progresismos. Y esto se traduce en que sectores populares fundamentales que hacen o hicieron la experiencia con esas direcciones, que llamamos del viejo progresismo, pueden ahora encontrar un nuevo camino para formar una nueva dirección alternativa, independiente, que se base en un programa de ruptura con el capital.Hay nuevas condiciones para que ello se genere: en eso ha ayudado el uso masivo de internet a causa del Covid 19, que ha fortalecido el trabajo en redes. Un vertiginoso avance comunicacional global que ayuda a contrarrestar las dificultades de avanzar en una nueva consciencia democrática y socialista que le gane terreno al retraso en la consciencia que produjo la falta de un modelo alternativo al capitalismo por el fracaso del “socialismo real”. Si bien una nueva onda socialista emergió en los EEUU, el gran avance que significó el programa de Sanders no supera todavía las debilidades e inconsecuencias programáticas sobre un nuevo modelo de sociedad, cuestión que tenemos que tomar muy en cuenta a la hora de formular un nuevo programa. Sin embargo, lo nuevo en nuestro continente es que comienzan a haber condiciones para crear ese programa que aún no existe.
Por estas razones podemos definir la nueva situación como indefinida, abierta, no se ha dado todavía un cambio de la correlación de fuerzas entre las clases como ocurrió en 1968 por ejemplo. Sin embargo, hay un espacio de disputa para avanzar en su construcción.
3 / Construir un programa para responder a la nueva situación.
La movilización de trabajadores, las resistencias y rebeliones están creando las condiciones para formular un nuevo programa que no sea la repetición de las viejas fórmulas reformistas (de posibles mejoras en este modelo), y del propagandismo abstracto del socialismo.
La crisis estructural, (multiplicada ahora en su gravedad por la pandemia), ha colocada viejas y tradicionales reivindicaciones y otras más nuevas en el orden del día, al mismo tiempo se multiplican los sujetos sociales que se movilizan. Son múltiples tareas, democráticas, económicas contra la desigualdad, ecosocialistas, antiimperialistas, que dan contenido a un nuevo programa de demandas transicionales, es decir, que atacan partes del sistema y de esta manera lo cuestionan como un todo.
Estas reivindicaciones son comunes a todos nuestros países Latinoamericanos y parcialmente se extienden a los EEUU. Esto coloca para la vanguardia anticapitalista la necesidad de construir un programa que unifique todas éstas reivindicaciones en la tarea común de una Latinoamérica nueva, es decir, para refundar Latinoamérica sobre otras bases, un continente independiente, con relaciones democráticas e igualitarias entre todos sus países, con igualdad social, racial y ecosocialista. La conmemoración en importantes países (México, Perú, Guatemala, Rep. Dominicana), de la independencia, va a tener trascendencia continental, es un hecho que reactualiza la lucha de los pueblos latinoamericanos por su “Segunda Independencia” que solo se puede conquistar si se enfrenta en forma conjunta las viejas y nuevas contradicciones del continente que la pandemia puso al rojo vivo.
La ruptura con el imperialismo que significa la nacionalización de sus riquezas naturales y los bancos. La reforma agraria, que ahora tiene que acabar también con los nuevos terratenientes de los agro-negocios, es también de toda Latinoamérica porque ha dejado de existir en algunos países que en su momento la alcanzaron. La defensa de la madre tierra, en la cual los pueblos originarios juegan un papel destacado de resistencia al extractivismo y al agronegocio: elementos centrales del plan global del capital, el enfrentamiento a la crisis climática para lo que es necesario un nuevo modelo de producción; la defensa de la cuenca amazónica (una de las más grande riqueza de nuestro continente) de los gobiernos depredadores y de los intereses imperialistas es de intereses de América del Sur toda y en particular de los dez países que la forman. La reforma urbana, la nacionalización de la salud, el fortalecimiento de la educación pública y gratuita; la conquista de la igualdad social.
Solo se pueden llevar adelante estas medidas de fondo por gobiernos que representen los intereses de los trabajadores y los pobres en ruptura con las burguesías en el poder. Y solo se puede realizar en la lucha conjunta de los trabajadores, campesinos, pueblos originarios, las mujeres y las razas oprimidas. Una revolución Latinoamericana es posible y urgente.
Aquí queremos contribuir con algunos puntos de un trabajo que necesariamente tiene que ser colectivo y que parte de las tareas más urgentes que están colocadas.
A/ Enfrentar el totalitarismo y los peligros proto-fascistas. Si bien no hay dudas que de manera desigual según los países el ascenso o resistencia se generalizan, las clases dominantes no están en retirada ni a la defensiva; responden restringiendo las libertades democráticas. El padre de este proceso -y el mayor enemigo-, son los totalitarismos proto-fascistas que tienen como exponentes a Trump, Bolsonaro, Añez, Duque, Piñeira, Ortega, (así este tenga otro origen de clase y surgiera de la traición de un proceso revolucionario). Estos personajes que expresan también la crisis en la burguesía son los primeros enemigos que tenemos que derrotar. La burguesía para mantener su dominación necesita endurecer los regímenes frente a la crisis de la democracia burguesa y de sus partidos para enfrentar la acción de las masas.
No toda la burguesía esta ahora detrás del proto-fascismo, pero no son ellos los que lo van a parar. Es la movilización de masas como ocurrió en Chile o ahora en los EEUU a partir de la rebelión negra en el país del Norte. En estos días en las calles de Bolivia se está decidiendo esta confrontación. En los EEUU fueron las movilizaciones que vienen haciendo los trabajadores (maestros, servicios etc.) que tomaron fuerza con el movimiento antirracista y que va a continuar en las elecciones presidenciales de noviembre.
Hacer la necesaria unidad de acción desde una estrategia anticapitalista.
Frente a la amenaza protofascista es necesario y posible la unidad de acción táctica con fuerzas burguesas y del progresismo para enfrentarlo. Esto es la posibilidad de golpear juntos (donde se pueda), pero marchar separados. Solo cambiando de raíz el sistema con la movilización de masas es posible extirpar el peligro fascista. Pero esto no niega la posibilidad de unidad en la acción cuando hay sectores burgueses que se diferencian con el curso totalitario. En Bolivia no hay ningún sector burgués con quien se pueda, pero en otros países es necesario. En Brasil y ahora en los EEUU por ejemplo, sin comprometernos con el programa y el futuro gobierno de Biden (si gana), la acción electoral posible es votar por Biden para derrotar a Trump.
B/ La lucha contra el racismo que tiene también un carácter continental. La lucha contra el racismo, la nueva segregación racial, de defensa de los pueblos originarios es una lucha contra las herencias no resueltas de la opresión y expoliación colonial y neocolonial.
Nuestra América fue sometida por los imperios salvo períodos parciales en determinados países y hoy en Cuba. La acumulación capitalista por los países europeos se hizo -en una gran medida-, sometiendo a formas esclavistas a los pueblos originarios y al pueblo negro traído de África. La lucha antirracista es sistémica porque a través de otra forma de explotación sigue existiendo. La lucha contra el racismo une a todo nuestro continente. Es de los “african american” y los “latino american” de los EEUU, la población negra que es mayoría en Brasil y en una gran proporción de casi todos los países, especialmente, en Caribe y el norte de LA, de todos los pueblos indígenas que son expropiados por el gran capital y sus gobiernos cuyas poblaciones están en todo el continente. Por eso, la revolución latinoamericana tiene a estos sectores como un sujeto social fundamental que se confunde y hace parte del de los trabajadores.
Hubo luchas históricas contra el racismo y ahora están al rojo vivo con la crisis multidimensional que vive el capitalismo. Como nunca fueron resueltas ahora se vuelven, bajo formas menos brutales que la colonización, no por eso menos explotadoras, discriminatorias y opresivas. No se trata solo del pueblo negro de Brasil, los EEUU, el Caribe Venezuela y Colombia. En Latinoamérica hay miles de pueblos originarios que se defienden frente a la agresión permanente del capitalismo. Los pueblos originarios están en la línea de frente de la defensa de la madre tierra, enfrentando las empresas extractivistas y las desforestaciones.
Los mapuches de Chile están levantados contra los propietarios rurales en el sur de Chile, la comunidad Garífuna en Honduras, la diversidad de etnias en Brasil que defienden sus territorios contra la demarcación de tierras de Bolsonaro, y hoy en Bolivia el pueblo indígena que -como ya vimos-, bloquea caminos poniendo en cuestión el gobierno golpista y defendiendo su Estado Plurinacional.
C/ Combatir la crisis sanitaria que la pandemia agravó. Nacionalización del sistema de salud. Producción de genéricos a cargo del estado para proveer medicamentos gratuitos.
D/ Frente al desempleo creciente y la ofensiva anti-obrera que los ricos paguen la crisis. Renta básica, defensa del salario, reducción de la jornada de trabajo, plan de obras públicas, tasación de las grandes fortunas..
La crisis económica -agravada por la pandemia- está en el centro de las reivindicaciones de los trabajadores y explotados y que se transforman en luchas políticas contra los gobiernos, los regímenes y la corrupción. (Con el Covid 19 se hicieron negociados abominables de las castas políticas corruptas). La miseria, producto de una irreversible desigualdad creciente y el desempleo son el flagelo de los trabajadores y el pueblo de toda América, incluyendo los EEUU. Estos son puntos de un programa de transición para enfrentar la crisis.
E/ Por un nuevo modelo de ´producción que salve al planeta y la vida. “Cambiar el sistema y no el clima”.
La lucha contra la crisis climática significa enfrentar al sistema: por eso somos ecosocialistas, pero no somos propagandistas de un nuevo sistema mejor solamente. Hay acciones de masas contra la crisis. Contra el extractivismo y la defensa de la Pachamama se levantan los pueblos originarios. En Perú las más notables de Tía Maria y Conga, en Venezuela hay una vanguardia que denuncia al Arco Minero impulsado por el gobierno de Maduro. También en LA se está construyendo el nuevo movimiento ecológico a partir de la Asamblea Mundial por la Amazonía.
Parte importante de la lucha contra la crisis climática es el combate al agronegocio depredador y la lucha por la reforma agraria que es también la base para un modelo de producción en el campo que defienda la naturaleza y la vida.
E/ La deudas públicas y nacionalización de lo banca.
La cuestión crucial de la deudas externas que si bien no afecta a todos los países por igual es la soga al cuello que tienen nuestros pueblos asfixiados por el capital financiero internacional y el imperialismo, vampiro que chupa la sangre de nuestros países. No se puede avanzar para una solución de ningún problema si se sigue pagando una deuda escandalosa que hicieron los gobiernos.
F/ Las luchas feministas contra el patriarcado.
Las mujeresestán en la línea de frente en la nueva situación. Son vanguardia de las luchas sociales, luchan por la vida ya que son sobre quienes recae la reproducción social, y el enfrentamiento a la violencia machista que se hizo más dura con la pandemia.
G/ La defensa de la educación y de la juventud sin futuro…
H/ La lucha de los nuevos trabajadores precarizados (aplicativos, telemarketing, ventas por internet.
4 / Se necesita una revolución latinoamericana que rompa con el imperialismo y las clases dominantes.
Estas reivindicaciones continentales -que tienen un denominador común- enfrentan al neoliberalismo, el modelo capitalista de este período histórico, o sea, el dominio de las grandes corporaciones. Las burguesías nativas, son socias menores de los intereses del capital financiero y las mega corporaciones. Ese capital financiero, que hoy domina la economía mundial, es de hecho y derecho quien controla las economías de los países latinoamericanos directa o indirectamente.
La pregunta es: ¿hay sectores burgueses nativos capaces de llevar adelante estas reivindicaciones que se han transformado en inmediatas? Sin ruptura con las clases dominantes nativas es imposible. A comienzo del nuevo siglo surgió el bolivarianismo que fue una ruptura política y parcialmente económica con las viejas clases dominantes. Tenemos que partir de esa experiencia frustrada en sus aciertos y errores. El bolivarianismo sola se podía desarrollar con su extensión continental. El imperialismo, las burguesías nativas y el gobierno de conciliación de clases del PT fueron trabas para su extensión. Los gobiernos del PT defendieron los intereses sub imperialistas de la burguesía, querían extender los negocios de Odebretch y las otras constructoras y corporaciones y para ello tenían que frenar la expansión del ALBA y minimizar las posibilidades de un Banco Sudamericano. El camino del bolivarianismo romper definitivamente con él imperialismo y avanzar al socialismo, solo se podía realizar con el apoyo del conjunto de Latinoamérica. Y en esa línea de Independencia Política-Económica no estaba comprometidos los gobiernos y organizaciones políticas del Foro de Sao Pablo. Ante esta carencia fundamental no fue posible garantizar la continuidad de una liberación nacional en todo nuestro continente. Los países independientes (Venezuela, Bolivia, Ecuador quedaron aislados por culpa de los gobiernos de Brasiol, Argentina, Colombia, México
El ALBA pretendía ser un nuevo modelo económico continental y fue -como dijimos- saboteado. Por otra parte, el proceso de socialización o gestión económica mixta se estancó, la banca no fue nacionalizada lo que resultó en la burocratización del régimen.
Tampoco hay algún bloque mundial progresivo
Históricamente el imperialismo de los EEUU considera a nuestro continente su patio trasero. Es quien dirige los embargos a Cuba y Venezuela y el cogestor de los golpes de estado. Sin embargo, el imperialismo americano vive una decadencia en su dominación mundial, por perdida de su poder hegemónico conquistado después de la segunda guerra mundial. Su debilitamiento “su patio” está ahora económicamente disputado por el emergente poder económico de China, un imperialismo en gestación que ya conquistó países en Asia y África.
El gobierno chino con sus empresas y otras grandes corporaciones privadas de China tienen fuerte presencia. Su objetivo no tiene ningún otro carácter diferente a los de los EEUU y Europa. Se apropian con el extractivismo de recursos naturales, dominan sectores económicos y sacan plusvalía de la explotación de los trabajadores.
La reconstrucción de Latinoamérica no puede avanzar creyendo que tenemos un socio amigo con China. La disputa mundial entre las potencias de los EEUU y China solo sirve para que la vanguardia abra sus ojos para desarrollar una política independiente. Así como en Latinoamérica el viejo progresismo no es alternativa, no tenemos en el mundo un campo progresivo que pueda ser un aliado estratégico. Y si bien su hegemonía económica está en cuestión y su dominación debilitada vuelve a la carga con las nuevas formas de golpes de la democracia disfrazada en Paraguay, Honduras, y más recientemente en Bolivia.
Nuestros aliados son los trabajadores norteamericanos y pueblos en lucha en el mundo.
La vieja vanguardia y los viejos progresismos degenerados en su política enfocaban todos los problemas y crisis en nuestros países en el imperialismo y veían a todo el país norteamericano (no solo sus gobiernos), como el enemigo. La realidad mundial mostró que el principal aliado del pueblo vietnamita fue el movimiento antiguerra del país del norte. Y ahora, con su “latinoamericación” más profunda se ha abierto la puerta para tenerlos como aliados por el retiro de sus tropas como en el caso de Vietnam.
El movimiento de los trabajadores, el antirracista, y el nuevo socialismo que está en ascenso en los EEUU son aliados estratégicos de los latinoamericanos. Esa alianza se vuelve más concreta porque la “latinoamericanización” estructural (aumento de la desigualdad y pobreza) se puede construir con el poderosa clase obrera americana y especialmente con las grandes poblaciones latinas y negras que están en los EEUU. Los chicanos y los negros tienen con nosotros muchos puntos en común y alrededor de ellos tenemos que construir el puente que nos una para romper el muro de Trump.
5/ El papel de los progresismos ante la nueva situación
Si el PT especialmente en los inicios del 2000 fue responsable que la liberación de nuestro continente se estancara y retrocediera, ahora están todavía más a la derecha para cumplir un papel progresivo; están asimilados por las clases dominantes. Así los están mostrando las luchas recientes. Apuestan solo a las elecciones y no en la movilización de masas. El PSOL tuvo que tomar la iniciativa independiente para llevar al Congreso el impeachment contra Bolsonaro. Cuando este impeachment se podía combinar con la primera movilización en las calles con el pretexto de la pandemia no convocaron. En Bolivia no jugaron ningún papel y en Chile, en medio de las grandes movilizaciones de masas, apoyaron la negociación con Piñera.
La Internacional Progresista tampoco esta cumpliendo esta papel; no apareció en los EEUU. ni en Bolivia y Chile. Es una alianza de individuos y direcciones y el gobierno de Finlandia (algunas valiosas) sin ninguna relación con el movimiento en curso. Menos aún en Latinoamérica.
6 / La vanguardia social y política puede construir una nueva alternativa internacionalista.
Las luchas en el continente han reanimado viejos luchadores, han surgido nuevos dirigentes y ha colocado en el puesto de mando a la juventud y las mujeres. Sin entrar en muchas descripciones podemos decir que con este cambio hay un reanimamiento importante de la vanguardia latinoamericana y que se está organizando en movimientos sociales y políticos. Los nuevos procesos políticos de nuestro continente como el de Bernie Sanders y el DSA en los EEUU, Convergencia Social en Chile, MNP en Perú, PSOL en Brasil han sido los más destacados.
Al mismo tiempo, la realidad está mostrando que, a caballo de las múltiples luchas sociales, se reaniman viejos sectores que con las nuevas camadas de vanguardia en las organizaciones de trabajadores (o por fuera de ellas), de la juventud y las mujeres que se han puesto al frente de las luchas. Estos acontecimientos se dan paralelos (o por fuera) a los procesos políticos. Los Cabildos de Chile, el movimiento indígena y estudiantil en Ecuador, BLM en los EEUU, movimientos y coordinadoras feministas, la Asamblea Pan Amazónica, la huelga de Bolivia encabezada por la Federación Minera, la autoorganización del Alto boliviano, la nueva central en construcción en México, la reorganización del movimiento sindical (que unifica viejos con nuevos dirigentes) destacados especialmente en los trabajadores de servicios, (Salud y Educación), y así podríamos dar múltiples ejemplos. La limitación de la acción política por la pandemia no ha parado las movilizaciones (Bolivia, Colombia..) y ha hecho que el movimiento de la vanguardia se recree en la virtualidad. Si bien tiene la limitación de la ausencia de impacto contundente en la acción concreta, la vanguardia social y política los ha utilizado para agruparse. Y el ejemplo más notable es el frente único de diferentes sectores y de pequeñas o grandes organizaciones y activistas es la Asamblea Pan-Amazónica. También, hay una multiplicidad de organizaciones feministas que están en Latinoamérica, donde Chile, Argentina y México son la vanguardia.
Las nuevas organizaciones políticas no pueden existir como un instrumento de la revolución latinoamericana si no se construyen colaborando y siendo parte de estos movimientos. La participación en la lucha política electoral es importante para politizar el movimiento, pero siempre que lo hagan abriéndose hacia las organizaciones sociales. Es una necesidad recíproca. La participación de las organizaciones políticas en los movimientos sociales y sus luchas y, al mismo tiempo, abriendo sus tareas políticas y campañas electorales hacia los nuevos movimientos sociales que surgen.
7/ ¿Por dónde empezar? Las campañas y los encuentros hacia la construcción de una nueva red social y política latinoamericana
El nuevo espacio para la construcción en Latinoamérica (y América) de una nueva alternativa anticapitalista se como dijimos, por fuera del Foro de São Paulo, del madurismo y la nueva Internacional Progresista. En la lucha contra la derecha pueden ser aliados tácticos, pero no hay posibilidades de una unidad ni política ni programática para enfrentar a la derecha.
La tarea de la vanguardia latinoamericana es agruparse alrededor de campañas comunes y un nuevo programa que coloque la necesidad de una nueva integración latinoamericana anticapitalista. Este programa comienza por dar respuesta a la agudización de la crisis provocada por la pandemia que pone en evidencia la crisis estructural de nuestro continente latinoamericano y también de los EEUU.
La lucha común latinoamericana puede comenzar apoyando a la Federación de Mineros de Bolivia, enfrentando al proto-fascismo de Bolsonaro, y otras iniciativas que colocan tareas comunes. Esta experiencia ya ha comenzado con la campaña de defensa de Amazonia, en las acciones conjuntas contra Bolsonaro, en la solidaridad ante el secuestro de los dirigentes garífunas de Honduras para poner algunos ejemplos.
Estas campañas pueden ir delimitando los aliados tácticos de los más estratégicos y de esa manera ir fortaleciendo una red latinoamericana de los anticapitalistas.
Un encuentro convocado por el PSOL es posible y este nuevo internacionalismo puede ser asumido por el PSOL, partido que ya ha hecho varios seminarios internacionales que convocaron mucho de estos sectores. Las campañas y un encuentro abrirían el paso para construir esta nueva alternativa.