En esta trama de intereses contrapuestos, quizá el hilo de la madeja sea ver quienes se ven favorecidos por la acción del congreso de vacar a Vizcarra a pocos meses de que termine su mandato y de las elecciones generales ya convocadas. Sin duda se busca generar un nuevo escenario más favorable al continuismo, que cierre espacio al cambio, más después de lo que acaba de suceder en Chile y Bolivia.
Para empezar, quienes están detrás de este golpe congresal, son más de 60 legisladores con procesos abiertos por corrupción, entre ellos quien preside nada menos que la Comisión de Fiscalización del Congreso. El ex Contralor Edgar Alarcón encontró en UPP la guarida desde donde poder defender su trasero, en complicidad con Antauro Humala quien sueña con ser presidente a la buena o a la mala.
Los partidos que sumaron sus votos por la vacancia, empezando por AP y APP, ven la oportunidad de ser gobierno aprovechando la fragilidad de Vizcarra y buscarán un mejor escenario electoral pues el actual les es esquivo a sus pretensiones dado el triste papel que jugaron ante la pandemia. Los outsiders o la izquierda con Verónica Mendoza les iban ganando terreno.
El fujimorismo duro, agazapado detrás de sus nuevos rostros, queda al acecho para sacar ventaja que libere a su cúpula de los procesos en su contra. Hasta el APRA, junto a conspicuos personajes de la ultra derecha, se había pronunciado en octubre llamado a las FFAA a dejar solo a Vizcarra, en un abierto mensaje golpista.
Cómo furgón de cola de estos intereses de quienes fueron duramente afectados por el referéndum y la reforma política que los apartó del manejo del congreso, se ubicó el FREPAP y el FRENTE AMPLIO cuyo jefe, anclado a su candidatura presidencial, no ve más allá de sus narices.
Vizcarra es vacado porque empezó una reforma política que afectó seriamente a esas mafias, pero se va sin dar batalla probablemente porque hay más que esconder bajo la alfombra. Al fin y al cabo sucumbió a los poderes fácticos que se negó a enfrentar durante la emergencia sanitaria y que ahora guardan silencio para encontrar un nuevo reacomodo.
Quién pierde es el pueblo peruano pues un congreso plagado de mafiosos y corruptos pretende hacer justicia en su nombre. No lo permitamos. No dejemos que el calendario electoral sea alterado. La indignación debe dar paso a la acción concreta de rechazo y movilización.
Queda más claro que hay que vacar a toda la clase política, que hay que ir a un proceso constituyente para dotarnos de una nueva constitución. Está recurrente crisis política sólo deja una salida, necesitamos un nuevo gobierno que se proponga rescatar el Perú de manos de las mafias corruptas y de la CONFIEP.
Nos toca hacer viable esa alternativa en lucha a fondo contra el autoritarismo y el neoliberalismo que es lo que en definitiva buscan preservar quienes nos han conducido a esta nueva crisis.
Tito Prado es dirigente del Nuevo Perú.