Janduís: un oasis de izquierda en el desierto de las emboscadas

Via Revista Movimento

En el desierto de Rio Grande do Norte, donde las hostilidades no se limitan al coraje y cobardía quijotesco, la ciudad de Janduís se ha convertido en un oasis para las ideas defendidas por el PSOL. En noviembre de 2020, la población de poco más de 5.300 habitantes no solo eligió al candidato de nuestro partido a la intendencia -cuyo vice intendente también es psolista – sino que otorgó seis de los nueve escaños del Consejo Deliberante Municipal al PSOL. El escenario de la victoria electoral se completó con los porcentajes de voto: Salomão Gurgel (PSOL) cubrió el 56,06% de los votos frente al 43,94% de su oponente, la candidata Silvia Helena, de la coalición PL-PSDB, y fue aprobado para continuar el trabajo del intendente Zé Bezerra, el primer alcalde elegido por el PSOL en Rio Grande do Norte.

El contexto de las elecciones de 2020 en Janduís podría ser la historieta de algún cuento policial. Hubo muchas imposiciones, además de la pandemia. En abril, cuando tradicionalmente la comunidad se involucra en el espectáculo de la Pasión de Cristo, protagonizado desde hace más de 20 años por actores locales y un orgullo cultural de la ciudad, el asesinato del empresario Raimundo Gonçalves de Lima Neto sorprendió esa Semana Santa. Netinho de Nilton, como se lo conocía, fue víctima de una emboscada cuando llegó a su hacienda en Campo Grande, municipio vecino a Janduís que comparte frontera con Paraíba. Netinho fue precandidato a la alcaldía de Janduís por el PSOL y se destacó como favorito en las intenciones de voto. Tenía 35 años cuando recibió cuatro disparos de bandidos que se le acercaron a la entrada de la hacienda rural que había comprado un mes antes. Netinho, según la Policía Civil, se vio obligado a bajarse de su motocicleta y dirigirse hacia un matorral, al costado del camino de tierra que da acceso a la hacienda. Fue ejecutado. El diputado estatal Sandro Pimentel (PSOL) no tiene dudas de que se trata de un crimen político.

– Netinho era una persona muy querida en la ciudad, un joven trabajador, que llevaba un año en el PSOL. Por supuesto, ganaría las elecciones.

El asesinato, hasta ahora poco claro, a pesar de que la División de Homicidios y Protección Personal de Rio Grande do Norte ha designado a un delegado para atender directamente el caso -lo cual no es habitual en el caso de hechos dentro del estado- marcó de ahí en adelante a las elecciones municipales de Janduís.

El PSOL se dividió entre monitorear las investigaciones sobre el asesinato de Netinho y reconfigurar su campaña electoral en la ciudad. Buscó un nombre experimentado y conocido de la población, no solo como una posibilidad real de victoria, sino también como precaución ante otros ataques violentos que pudieran poner en peligro el rumbo de las elecciones. Salomão Gurgel es muy consciente de lo que sucede en esas bandas del interior que bordean Paraíba, cuyos orígenes están enraizados en una disposición al conflicto.

Janduís recibió esta denominación recién en 1943, cuando aún era un distrito de Carnaúbas. El nombre es un homenaje a una tribu de indios Cariri que vivía en la región antes del exterminio generalizado de los pueblos originarios promovido por los colonizadores. Antes tenía otras denominaciones como pueblo y, una de ellas, São Bento Velho, hacía referencia a la devoción al santo católico que cultivaba el fundador de la ciudad, el agricultor Canuto Gurgel.

Además de la tradición religiosa y laboral, la población de Janduís también incorporó una actitud de enfrentamiento en su forma de debatir y resolver las cosas. No pasó mucho tiempo para que los disturbios y discusiones recurrentes que terminaron en violencia cambiaran el nombre del lugar de São Bento do Bofete. Con el paso del tiempo, la tradición bélica se ha especializado además de los sopapos, y Salomão recuerda que hay un lado de hacer política en ese interior del país (desierto) que solo se mete en la lucha si es para matar. Por lo que vio en sus 72 años de existencia, el nuevo alcalde de Janduís, cuando se postuló para reemplazar a Netinho en la disputa, buscó los votos con seguridad reforzada y mantuvo su residencia y su trabajo como médico en Caicó, a cien kilómetros de Janduís.

– Aquí tenemos una oposición que mata. Hicimos toda la campaña con escolta, porque la pistola existe – dice el alcalde.

Salomão Gurgel es protagonista del fértil terreno en el que Janduís se convirtió para las aspiraciones izquierdistas en medio del interior del nordeste. Durante la dictadura y trabajando en el Partido Comunista, fue a estudiar medicina a Moscú, en la Unión Soviética. Cuando terminó el período militar, ya en el MDB, que “era lo que existía de izquierda en RN”, regresó a Brasil para revalidar el diploma. Terminó reemplazando a su hermano, Sebastião Gurgel, que se había enfermado, en la disputa por la alcaldía. Fue elegido alcalde de Janduís por primera vez en un sexenio, rompiendo la hegemonía política de la familia Maia, a cargo de la ciudad desde la emancipación, en 1962. El médico aún elegiría a su sucesor, Zé Bezerra, ya por el Partido de los Trabajadores (PT). Bezerra fue el primer alcalde del PT en Rio Grande do Norte, y Salomão volvería a ser elegido por las mismas siglas en 2004. Ambos, frente a las alianzas con la centro derecha y las coaliciones de la leyenda comandadas por Lula, abandonaron el partido. Al momento del anuncio de su ingreso al PSOL, en 2015, Salomão destacó que la decisión era “revalidar la lucha de la izquierda brasileña” y que su actuación no solo sería en Janduís, sino en el fortalecimiento del partido en todo Río Grande do Norte. En 2016, Zé Bezerra se convertiría en el primer alcalde del PSOL en Janduís. Salomão ahora sucede a su amigo en el cargo y tiene mayoría en la Cámara para ampliar el trabajo de inclusión social y conciencia política que defiende el PSOL.

Los desafíos en este campo para el proyecto de la izquierda son robustos y cobran aires misioneros incluso ante un escenario victorioso y ascendente para el PSOL. La región aún vive con explotación laboral, concentración de tierras y oligarquías políticas acostumbradas a dominar las fuerzas populares. Incluso en el oasis electoral, es bueno tener en cuenta que la opresión siempre está al acecho.