Las lecciones de Lenin y las elecciones de 2022

Via Revista Movimento

Las lecciones de Lenin y las elecciones de 2022

Este es un texto dirigido a los cuadros políticos del MES. Como ayer inauguramos la discusión sobre las elecciones de 2022 en la Coordinación Nacional, creo que es necesario buscar fundamentos teóricos para guiar nuestra acción. Esta es la razón de este primer esfuerzo por escrito acerca de esta cuestión. No se trata apenas de 2022, por más que se toque ese tema. En líneas generales, buscamos trazar los principios que sustentan la política electoral de los marxistas revolucionarios. La estructura del texto aporta la experiencia del PT, las elecciones de 2022 y las lecciones de Lenin. Estas lecciones son abordadas a lo largo del texto. Al final hay una selección de citaciones que espero que sean capaces de estimular la búsqueda de la obra íntegra. El objetivo del envío es que ayude a desarrollar nuestra elaboración colectiva sobre las elecciones y las alianzas, asunto de los más complejos e importantes que tenemos en frente.

Febrero del 2021

R.R

En los últimos 40 años, el PT fue el partido hegemónico de la izquierda brasileña, la representación política principal de la clase trabajadora. Desde que asumió el gobierno federal en 2003, sin embargo, el PT cambió su naturaleza, adoptando una línea política más de “centro”, y postulándose como gerente del estado burgués; al fin y al cabo, en el gobierno, defendiendo los intereses del capital. A partir de ahí, se inició en el país una nueva etapa, un nuevo ciclo de crisis de esta hegemonía y de nuevas posibilidades de configuración de la representación política de las clases trabajadores y de los sectores explotados y oprimidos. El PSOL fue fundado con este diagnóstico.

Ahora está visible la dinámica de pérdida de hegemonía petistas y la ascensión del PSOL, visible incluso en el terreno que aún predomina en la política brasileña: el terreno electoral. Se trata de un proceso en curso, inacabado. El PSOL aún está lejos de ser el partido con el enraizamiento conquistado por el PT, y electoralmente más lejos aún de la fuerza obtenida por el partido comandado por Lula. Pero el PT no tiene más como recuperar su fuerza pasada y el declinar de su hegemonía es una tendencia inexorable. Lo que no está claro es si el PSOL será capaz de postularse como un nuevo proyecto o si la dispersión de las fuerzas de las clases trabajadoras irá producir un vacío prolongado de referencia y de dirección, que en parte ya constituye el escenario subjetivo actual del movimiento de masas.

Se trata de una inmensa responsabilidad. ¿El PSOL irá seguir el camino del PT? Como repetición, en este caso sería como farsa. Este sería el caso si y cuando líderes públicos del PSOL traten de vestir los mismos trajes de los líderes de las grandes apariciones petistas pasadas, imitando sus voces y sobretodo repitiendo su programa, sus elaboraciones y hasta sus métodos. Para luchar por un proyecto original, diferente, capaz de cumplir su finalidad histórica de ser un partido anticapitalista, de defensa de la independencia política de los trabajadores, de los explotados y oprimidos, es necesario que el PSOL tenga clareza sobre los principios, el programa, la naturaleza del Parlamento y del Estado, el papel de las elecciones y de la política de alianzas. Este texto se debruzará más sobre la política electoral y las alianzas.

Su objetivo básico es trazar algunas líneas que definan y separen principios y estrategias, por un lado, y tácticas, por otro lado, en la formulación de la política de alianzas, estableciendo las relaciones entre ambos y dejando claro que, por más que sean instancias propias, su relación es indisoluble. Cuando nos referimos a estos conceptos, los usamos en el sentido de Clausewitz, uno de los principales teóricos de la guerra, autor importante en las formulaciones de Lenin, este último el principal estratega político revolucionario del siglo XX. A groso modo, la estrategia es la utilización de los combates para alcanzar la finalidad de la guerra. Ella tiene, entones, “que fijar una finalidad para el conjunto del acto de guerra que corresponda al objetivo de la guerra” (p. 172 Da Guerra). La estrategia debe estar siempre en el campo de batalla por más que su tiempo y espacio tenga una amplitud mayor que el ámbito de la táctica, que consiste justamente en el movimiento de las tropas. Las tácticas corresponden a las medidas necesarias para llevar adelante una tarea, a los movimientos para que los objetivos sean cumplidos. Por supuesto que la estrategia está relacionada más directamente con los principios y que las tácticas, por más que sean medios, no pueden ir contra los principios.

Una estrategia revolucionaria marxista o comunista es caracterizada precisamente por la defensa de la movilización de las masas rumbo a la destrucción del estado burgués y la construcción de un estado de nuevo tipo, un estado de transición al socialismo dirigido por los de abajo, lo que exige una política que estimule y aporte para el desarrollo de la consciencia crítica y de clase de los trabajadores y de los explotados y oprimidos en general. Al mismo tiempo, tal estrategia presupone la construcción de un cuerpo político que trabaje conscientemente para eso. En relación a estos objetivos, hay innúmeros terrenos de la táctica, sea la lucha sindical, parlamentar y, en algunos casos, la propia lucha guerrillera, etc. Se sabe que una de las características que conducen a desvíos a la izquierda, o sea, subjetivista y ultra-izquierdista, y a la derecha, o sea, de adaptación y acomodación al orden burgués, en fuerzas que se reclaman revolucionarias, es la transformación de una táctica en estrategia permanente. De esa forma, una corriente política se torna sindicalista cuando eleva los sindicatos a su orientación casi única y, se torna electoralista y oportunidad cuando adopta las elecciones como orientación exclusiva; la propia guerrilla, a pesar de su heroísmo, puede combinar presiones oportunistas y aventureras. Estas confusiones entre la táctica y la estrategia producen desvíos que, si no son corregidos, transforman la naturaleza de una organización o de un cuerpo político.

Al interior de cada terreno táctico hay también estrategias a ser cumplidas y tácticas para dar cuenta de estos desafíos, para concretizar tales estrategias, mostrando que también son términos relativos, siendo la movilización revolucionarias de las masas para la conquista del poder por el proletariado la estrategia permanente del marxismo. Si estamos en una huelga, la estrategia es la victoria de la lucha, y la táctica es si haremos o no piquetes, si serán o no violentos, si tendremos o no un fondo de huelga, etc. Pero no queremos ir lejos en estas cuestiones conceptuales. Nuestro foco aquí son las enseñanzas sobre la experiencia del PT y los desafíos del PSOL.

El caso del PT todavía tiene que ser discutido por la vanguardia militante. Originado como expresión de un proyecto independiente de la clase trabajadora, el PT nunca asumió una estrategia revolucionaria. Y eso no tiene nada de nuevo en la historia del movimiento de masas. Hay innúmeras experiencias de proyectos políticos originalmente no-revolucionarios, en los que el objetivo no es de impulsar una revolución. Son proyectos reformistas o que nacen sin un programa ni una estrategia clara, como expresiones del desarrollo político de las clases subordinadas en general, de todas sus variantes o alguna de ellas. Hay también movimientos nacionalistas que en un cuadro de dominación imperialista pueden producir enfrentamientos en el terreno nacional cuya estrategia no es la revolución socialista sino la independencia nacional.

A lo largo de su desarrollo el PT no tuvo una teoría ni un proyecto previo idealizado que superase la idea de partido de los propios trabajadores. Fue en este encuadramiento que el partido fue consolidando su perfil y su naturaleza. En 1987, sin embargo, maduró una definición esencial del PT. Fue el objetivo estratégico definido por el PT en su VII encuentro el momento de su mayor definición programática: llegar con Lula a la presidencia de la República. Así, si este es el criterio para definir la política electoral del Partido de los Trabajadores, entonces la prueba de los hechos estaría dada. Y sería favorable al PT en la medida en que, en 2002, Lula venció las elecciones y asumió al año siguiente. Por 13 años el PT gobernó Brasil.

Nuestra posición y estrategia siempre fue otra. No fue la de un plan político de largo plazo para conquistar el mayor puesto ejecutivo del Estado burgués, sino la propia destrucción del Estado burgués y la construcción de una nueva institucionalidad, un estado de nuevo tipo. Se trata de una posición leninista básica, en realidad una posición marxista revolucionaria. Esta ha sido la estrategia que luchamos para construir al interior del PSOL y para ella buscamos ganar el partido. A pesar de la fraseología revolucionaria que a veces hacia algún ruido en los congresos del PT, y sobretodo inundaban muchas de sus tesis internas, el marxismo revolucionario, el único digno de Marx, terminó siendo, principalmente por causa del peso excesivo de Lula, tremendamente minoritario en el PT. No es el caso del PSOL.

Lo que primó en la elaboración petista fue lo que Lenin llamó de corriente oportunista del movimiento obrero, cuya principal característica fue la búsqueda de alianzas con la burguesía y el sacrificio de los intereses fundamentales del proletariado por ventajas y consideraciones momentáneas. A largo plazo la burguesía siempre termina venciendo. Lenin repetía las palabras de Bebel, el principal dirigente obrero de Alemania

Si yo, como socialdemócrata, entro en una alianza con partidarios burgueses, se puede apostar mil contra uno que no ganarán los socialdemócratas, sino los partidos burgueses; que, como resultado, seremos los perdedores. Es una ley que en todos los lugares donde la derecha y la izquierda fijan una alianza, las izquierdas pierden, las derechas ganan …

Si hago una alianza política con un partido que me es hostil por principio, me veré obligado a adaptar mi táctica, es decir, mis procedimientos de lucha, para no romper esta alianza. Entonces ya no podría criticar sin piedad; no podría luchar por los principios porque podría dañar a mis aliados; me vería obligado a callar, a tapar muchas cosas, a justificar lo injustificable, a ocultar lo que no se puede ocultar ” (p. 14 Volumen 20 de Obras completas)

El PT no dio importancia a estas lecciones básicas. Las ignoró. Todavía está fresco en la memoria cuando Dilma defendió el llamado a una Constituyente democrática para canalizar, hacia un objetivo político progresista, el movimiento de junio de 2013, y retiró la propuesta, en menos de 24 horas, para no disgustar al partido MDB de Temer, que rechazó de inmediato la posibilidad de este avance democrático. Los ejemplos son innumerables. La elección de Joaquim Lewy para el Ministerio de Hacienda, e incluso su reemplazo por Nelson Barbosa, fue parte de la misma lógica. No hace falta recordar la relación con el PTB de Roberto Jefferson, el detonante del escándalo de corrupción conocido como “mensalão”.

De cualquier forma, es necesario reconocer que “las ventajas y consideraciones momentáneas” que postulaba la estrategia oportunista del PT no eran pequeñas. Fue la presidencia de la república, principal cargo del régimen democrático burgués, régimen sustituto de la dictadura militar en Brasil desde 1984. Llegó al límite de querer ir más allá del régimen burgués, pero, al final, debido al peso esencial de Lula, se mantuvo dentro de estos límites. La ruptura con el estado burgués no formaba parte de su estrategia. Sin embargo, al proponer una estrategia ambiciosa en el marco del régimen burgués, y mediante la formación cultural de muchos de sus dirigentes en la juventud, se mantuvo en el PT un componente del leninismo, a saber, la postulación del partido como alternativa.

De tal forma, es innegable que el PT tuvo dos características en su política electoral. Por un lado, la insistencia en presentarse con su propia fórmula, o al menos ser la cabeza de sus alianzas. Esta posición le permitió postularse a sí mismo como alternativa. No pocas veces fue criticado por políticos liberales que acusaron al partido de dividir a la oposición. Como regla general, no sucumbió a estas presiones y creció. Este aspecto se deriva de su vínculo histórico con las tradiciones del movimiento obrero y la educación política heredada del leninismo. Pero otra característica de la política del PT, que ha ido ganando peso desde 1989, ha sido la aliarse con los partidos burgueses. Fue esta línea, derivada de la creciente influencia ideológica de la socialdemocracia y la formación estalinista de una parte de sus cuadros dirigentes, la que permitió el acuerdo que dio paso a la aceptación del gobierno de Lula en 2003. Como sabemos, aunque no es el objeto de este trabajo, la burguesía es una clase social dominante, una clase consciente de sus intereses, y sólo aceptó la alianza con el PT porque fue en circunstancias excepcionales. Después de aceptar un período de gobiernos del PT capaces de estabilizar relativamente el capitalismo brasileño, se desvincularon del PT cuando el partido mostró signos de perder el control del movimiento de masas y la crisis económica exigió medidas más duras contra el pueblo.

De hecho, la política de alianzas marcó decisivamente la naturaleza del PT. Si bien hubo en la historia del PT posiciones críticas a la línea mayoritaria, lo cierto es que la política electoral y de alianzas puesta en práctica fue acorde con la esencia del proyecto del PT: un proyecto reformista de partido obrero enmarcado en el régimen democrático burgués que surgió de la Nueva República. Un partido cuyo inicio expresó cierta independencia de clase y se convirtió en defensor de un programa de reformas del capitalismo, reformas que fueron reemplazadas, durante el gobierno, por medidas sociales compensatorias.

El PSOL surgió y se desarrolló en este proceso. Proponiendo ser una representación de trabajadores y jóvenes de otro tipo. Originariamente ligada a las fuerzas trotskistas y de izquierda que pretenden ser revolucionarias, fue bajo esta perspectiva que se fundó. Fundado bajo la Nueva República, aunque en el inicio de su declive, y en el mismo momento en que el PT asumió el papel de administrador del régimen burgués, los primeros movimientos del PSOL en la política electoral y de alianzas estaban en la negación de las alianzas hechas por el PT para llegar a la presidencia y negar alianzas con el propio PT, que, por cierto, tampoco buscaba al PSOL para aliarse. Fue una política que no enfrentó dificultades porque se trataba de afirmar el partido, su proyecto independiente, y no había muchos aliados dispuestos a seguir esta estrategia ni a estar de acuerdo con los principios de PSOL.

La política de PSOL respondió a la defensa de la independencia de clase y entre estrategia y principios, por un lado, y táctica, por otro, existía tanta identidad que se confundían las dos esferas de la política. Fue un período en el que las alianzas eran mínimas. Llegamos a componer con el PV como vice de nuestra boleta en las elecciones municipales de Porto Alegre e intentamos aliarnos con el partido Rede a nivel nacional, partidos de carácter pequeño burgués, representativos de pequeños sectores de las clases medias urbanas. En Pará se hicieron alianzas con el PC do B, un partido obrero cuyo origen se remonta a la defensa de las posiciones de Stalin durante el período Brejnev (hoy esta conexión ya se ha vuelto muy relativizada) y con el PSB, este último un partido burgués de centro-izquierda. En Amapá, bajo la dirección de una fracción del PSOL, la misma del actual presidente del partido, se hicieron alianzas por debajo de la mesa con partidos burgueses de derecha, lo que fue una excepción en la historia del partido y un caso que produjo constantes enfrentamientos dentro del PSOL. Pero en general, las alianzas fueron una excepción, y cuando se dieron fue más con el PSTU y el PCB, dos partidos que se reivindican revolucionarios, casi siempre con el PSOL en la cabeza de la fórmula.

Luego de la explosión de la Nueva República por el estallido de hechos o procesos políticos y conmociones de izquierda y derecha, a partir de junio de 2013, pasando por el golpe parlamentario en 2016 y, finalmente, en la elección de Bolsonaro, la situación en Brasil ha cambiado por completo, así como el lugar de los partidos y su sistema de alianzas. En un principio, en la configuración de este nuevo régimen burgués de alta inestabilidad y con rasgos reaccionarios, el PT, por ejemplo, después de ser gobierno nacional en el régimen anterior y liderar alianzas con varios partidos burgueses, pasó a ser relegado por estos mismos partidos. Al mismo tiempo, pasó a formar parte del posible arco de alianza de PSOL, expresado por primera vez en el apoyo unánime del PSOL a Fernando Haddad en la segunda vuelta de 2018 en el enfrentamiento para evitar la victoria de Bolsonaro. Con el ascenso al poder de Bolsonaro, se agregó un nuevo componente político a las determinaciones y delimitaciones de la política electoral y el sistema de alianzas: la necesidad de defender las libertades democráticas, amenazada por la estrategia contrarrevolucionaria del nuevo gobierno.

La política electoral debe tener principios y reglas

El PSOL es un caso de relativo éxito electoral en la izquierda o, si se quiere, en la izquierda de la izquierda. No es como el PT, que en menos de diez años pasó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y, en 8 años de existencia, había conquistado prefecturas fundamentales en el país, incluida la capital de São Paulo. Pero el PSOL en menos de diez años llegó a tener una influencia electoral masiva en varias capitales y grandes ciudades, y, a los 15 años, pasó a la segunda vuelta en la capital del SP, ganando la elección de la ciudad de Belém. Entre las fuerzas que reivindican el movimiento trotskista es un caso de destaque. Nuestra corriente, el MES, tiene cuatro diputados federales vinculados a nuestras filas, de los diez diputados federales del PSOL. Actualmente no existe ninguna corriente trotskista con este peso electoral.

Es evidente, y las cifras indican, que nuestra fuerza electoral, la fuerza del PSOL, en general, está muy lejos de lo necesario. Pero desde hace tiempo venimos definiendo que los éxitos electorales del PSOL han sido hasta ahora la principal explicación de su crecimiento y de las adhesiones que ha recibido. El último grupo de cuadros vino del PSTU, por ejemplo. Es un cambio sintomático porque el PSTU, que al inicio del PSOL tenía más fuerza orgánica e incluso un mayor número de militantes, fue un caso de fracaso electoral a lo largo de su historia. Y es una de las principales, si no la principal razón, de su crisis. Este hecho, unido al relativo éxito electoral del PSOL, es lo que explica, en gran parte, el desplazamiento de casi el 40% de los activistas del PSTU al PSOL de una vez en 2017. Esto no quiere decir que los activistas se hayan unido al PSOL por ello, conscientemente, buscando ventajas en la disputa electoral. Pero es innegable que pesó esta diferencia entre la experiencia de PSTU y PSOL. El mayor éxito del PSOL, de hecho, se debe básicamente a que en el inicio del PSOL tuvo un nombre de masas como Heloisa Helena, además de los llamados diputados radicales, y organizó en su interior una serie de tendencias y fracciones, uniendo fuerzas en la disputa electoral, mientras que el PSTU siguió siendo un partido de una sola facción.

Los éxitos electorales del PSOL, sin embargo, nunca proporcionaron un debate teórico profundo en el partido sobre el programa o la política de alianzas. Y el desprecio por la teoría siempre ha sido un sello distintivo del oportunismo. El PSTU tuvo el mérito de haber discutido más en términos teóricos, buscando debatir lo que defendía Lenin, por ejemplo. Fue un debate interesante. Indicaremos aquí la lectura de los textos que polarizaron la discusión (están en la edición x de Marxismo Vivo). Es curioso que el ala del PSTU que se disolvió y se unió al PSOL mantuvo una posición globalmente equivocada mientras que el ala mayoritaria tenía razón en la esencia del debate en su vertiente teórica, aunque también tenía muchos errores en la teoría y más aún en la línea práctica. Me refiero entonces a las conclusiones teóricas, no al análisis concreto de la situación concreta sobre quiénes deberían ser aliados del PSTU, ya que el sector minoritario defendía las alianzas con el PSOL – y, por lo tanto, desde mi punto de vista, acertaba al ver al PSOL como aliado – mientras que la mayoría se opuso a la alianza con el PSOL y defendió la presentación de su propia candidatura. Pero en el aspecto teórico la mayoría tenía razón y la posición teórica de la minoría era falsa.

La mayoría del PSTU sostuvo que la política electoral debe responder a principios y reglas, siendo la regla fundamental de un partido revolucionario presentarse con rostro propio en las elecciones, mientras que la corriente minoritaria defendió que la política electoral respondía a cada momento, debe responder al análisis concreto de la situación concreta -que obviamente es teórica y políticamente correcta- pero que esto no requería de reglas o principios previos, posición falsa y oportunista. La lectura del texto es clara. El caso es que la posición del dirigente que luego lideró la ruptura del PSTU y se incorporó al PSOL apoyó una política electoral sin principios. No sé si eso es lo que le gustaría defender. Es un camarada con valiosa militancia. Pero eso es lo que estaba escrito. Su posición era que Lenin defendió que la política de alianzas debe definirse caso por caso, mientras que Lenin defendió reglas claras y en este marco el análisis de la situación concreta. Al final, la lógica de la minoría (en aquel momento) del PSTU llevó a una separación absoluta entre estrategia y táctica que autorizó, en su límite, la lógica conductora a sus últimas consecuencias, a una táctica contra los principios. Entonces creo que las dos posiciones que se desarrollaron dentro del PSTU fueron falsas. Pero el mérito es que la discusión se llevó al campo teórico. El PSOL aún debe a sus militantes un profundo debate sobre estos temas.

Toda nuestra tesis se resume en dos conclusiones fundamentales; 1) El PSOL debe aprender de la experiencia del PT, asimilando una de sus marcas, precisamente la de presentarse como un partido que disputa la hegemonía y prioritariamente se postula como líder de fórmula electoral. Incluso durante el régimen militar, el PT no renunciaba a ser cabeza de fórmula. Es lo que llamo su componente de aprendizaje leninista. El PSOL debe presentarse con un perfil propio en las campañas electorales, postularse como dirección. Esta es una enseñanza positiva de la experiencia del PT, especialmente en la década de 1980. Las alianzas que ocurren deben hacerse en un intento por mantener esta regla, que requiere que el PSOL tenga una cabeza de fórmula. Por lo tanto, la fórmula propia del PSOL debe imponerse como regla; 2) El PSOL debe rechazar las alianzas con partidos burgueses. Aceptar tales alianzas fue el componente que llamo de componente socialdemócrata y estalinista en la elaboración del PT.

Pueden existir excepciones a esta política, pero deben estar bien justificadas. ¿Cuáles son estas excepciones? Está el caso de los países semi-coloniales o coloniales (ahora los coloniales prácticamente han desaparecido). En estos casos, puede ser correcto, y estar dentro de los principios, participar o apoyar fórmulas que se presentan no solo como expresiones de la clase obrera organizada sino como fuerzas nacionalistas revolucionarias, o incluso cuando los movimientos de masas campesinas e indígenas conforman un partido, como el caso del MAS en Bolivia. El apoyo de los revolucionarios al PT en la década de 1980 fue una variante de excepción a la regla, basada en la necesidad de que los revolucionarios apoyaran la lucha de los trabajadores para formar su propio partido. Pero eso fue en la década de 1980. En las décadas de 1990 y 2000 el apoyo electoral de los revolucionarios al PT también puede considerarse una excepción, pero de otro tipo. Era una definición de ayudar a un partido reformista a llegar al poder, a vencer a los partidos burgueses y a producir o acelerar, con la llegada del poder reformista, la experiencia del movimiento de masas con este partido. Fue la táctica del MES en 2002 al apoyar al presidente Lula.

Lenin también hizo la excepción de apoyar posiciones reformistas, si esto es útil para acelerar la experiencia de las masas con las direcciones reformistas, hacer avanzar la conciencia de clase y producir rupturas de las masas en estas direcciones. En este caso, Lenin defendió ayudar a los reformistas a ganarle a los liberales y llegar al gobierno, para que las masas pudieran experimentar con los reformistas. Aquí también es válida la citación

El hecho de que la mayoría de los trabajadores en Inglaterra todavía sigan a los ingleses Kerensky o Scheidemanns, de que todavía no hay experiencia de un gobierno formado por estos hombres – experiencia que era necesaria tanto en Rusia como en Alemania para que los trabajadores pasasen en masa al comunismo – no deja dudas de que los comunistas deben participar en el parlamentarismo; deben ayudar a las masas trabajadoras, desde dentro del parlamento, a ver en la práctica los resultados del gobierno de los Henderson y de los Snowden; deben ayudar a los Henderson y a los Snowden a ganarle a la coalición de Lloyd George y Churchill. Actuar de otra forma significa obstaculizar el trabajo de la revolución, porque si no hay un cambio en el pensamiento de la mayoría de la clase trabajadora, la revolución será imposible. Y este cambio se logra con la experiencia política de las masas, nunca solo con la propaganda. El lema «¡Adelante, sin compromiso, sin desviarse del camino!» es un error en todos los aspectos, si quien lo dice es una minoría de obreros, ciertamente impotentes, quién sabe (o al menos debe saber) que pronto Henderson y Snowden triunfarán sobre Lloyd George y Churchill, la mayoría perderá la fe en sus líderes y aprobará el comunismo (o, en todo caso, adoptará una actitud de benevolente neutralidad con respecto a los comunistas) (p. 71 y 72, tomo 41)

Después de 13 años de gobierno del PT, un partido reformista y burocrático, que aboga como máximo por reformas en el capitalismo, ¿tiene sentido continuar con esta táctica de apoyo al PT?

Hay excepciones incluso a la negativa a apoyar a los partidos burgueses. Son más raras, pero existen. Lenin, como ya se ha visto, rechazó enérgicamente las alianzas con los partidos burgueses. Este es un punto central de división entre bolcheviques y mencheviques. Al mismo tiempo, sabía que el camino de la acción política no se toma en línea recta. “La acción política no es una calle en la avenida Nevski (la calle limpia, brillante y lisa de la calle principal de Petersburgo, absolutamente recta)”, repitió. (P 57 tomo 41 – izquierdismo). Aquí está la cita larga:

Los socialdemócratas revolucionarios de Rusia se aprovecharon de los servicios de los liberales burgueses en varias ocasiones antes de la caída del zarismo, es decir, hicieron numerosos compromisos prácticos con ellos. Ya en 1901 y 1902, incluso antes de que naciera el bolchevismo, la antigua Iskra (éramos parte de Plejávov, Axelrod, Zasúlich, Martov, Potrésov y yo) fijó (es cierto que no por mucho tiempo) una alianza formal con Struve, líder político del liberalismo burgués, manteniendo, a su vez, una lucha ideológica y política más implacable contra el liberalismo burgués y contra la más mínima manifestación de su influencia dentro del movimiento obrero. Los bolcheviques siempre aplicaron la misma política. Desde 1905 han defendido sistemáticamente la alianza de la clase obrera con el campesinado contra la burguesía liberal y el zarismo, sin negarse nunca, al mismo tiempo, a apoyar a la burguesía contra el zarismo (por ejemplo, en la segunda etapa de las elecciones o en la segunda vuelta electoral) y sin interrumpir la lucha ideológica y política más intransigente contra el partido campesino revolucionario burgués ” (p. 58 tomo 41 Esquerdismo).

Cuando vemos sectores del PSOL a veces rechazando por principio cualquier compromiso, y en seguida tratan a cualquier aliado más cercano como un partido hermano, cuánta diferencia tiene todo esto con el método de Lenin. Nuestra teoría no es un dogma, sino una guía para la acción, repitió siempre. También hay dos ideas aquí: la teoría no es un dogma, pero existe. Quienes lo convierten en un dogma están equivocados y quienes lo desprecian están equivocados.

El principio fundamental de Lenin fue la búsqueda de presentar el partido como alternativa y combatiendo la influencia de otros intereses de clase dentro del movimiento obrero, pero al mismo tiempo hizo excepciones, especialmente cuando era necesario concluir tales acuerdos y desviaciones de la política de combatir el zarismo. Además de combatir los regímenes dictatoriales, este criterio también se utilizó para combatir a la extrema derecha.

Por esta razón, la excepción más fuerte a la regla de presentar fórmula propia es la posibilidad de que una lista de un partido que se dice socialista facilite claramente la victoria de alguna fuerza de extrema derecha. Pero en este caso, la situación concreta debe estudiarse con mucho rigor. Vale la pena señalar que Lenin escribió sus tesis y formuló sus principios antes del surgimiento del nazismo. Los centurias negras en Rusia precedieron a esta posición. Aun así, Lenin nunca deja de dar importancia a la necesidad de derrotarlos. En uno de sus artículos sobre tácticas electorales, sustentaba

Supongamos que los centurias negras obtienen el 26% de los votos, los trudoviques el 25%, los demócratas constitucionales lo mismo y los socialdemócratas el 24%. El centuria negra será elegido si no se forma un bloque entre socialdemócratas, trudoviques y demócratas constitucionales. Ésta es una objeción que debe tomarse en serio y debe considerarse detenidamente. Pero, para eso, es necesario examinar en detalle cuál es el sistema electoral actual, es decir, el sistema electoral actual en Rusia”. (p. 84-85, volumen XIV)

Los casos de apoyo a los liberales contra el gobierno o contra los conservadores y reaccionarios no fueron abundantes, sostuvo Lenin. Sería más común en los parlamentos del interior. “Sin duda, predominarán los casos en los que los liberales sean más débiles que los ultrarreaccionarios y, por lo tanto, es necesario formar el bloque general de oposición para derrotarlos (p 255 tomo 21).

De esa forma, aceptaba la tarea de enfrentar al gobierno reaccionario y a la ultraderecha con acuerdos electorales con reformistas o liberales, pero su preferencia fue presentar una alternativa independiente y denunció a quienes exageraban la amenaza de la extrema derecha para arreglar acuerdos con la burguesía. La situación mundial actual muestra un aumento de posiciones de extrema derecha e incluso en Estados Unidos fue correcto votar en Biden contra Trump. O sea, el análisis concreto de la situación concreta es una necesidad, lo que no nos exime de tener principios y reglas. Es a partir de ellos que debemos definir nuestras elaboraciones. Y en este marco, presentar las excepciones, que surgen del análisis concreto de la situación concreta. Pero tales excepciones deben estar justificadas y no pueden debilitar la estrategia de movilización.

En otras palabras, se podría decir que la necesidad de derrotar a la extrema derecha es una regla, tal es la importancia de esta tarea, pero consideramos que a pesar de esto Lenin trató esta orientación como una excepción a las dos reglas fundamentales, a saber, tener su propia candidatura y no ser aliado de los partidos burgueses. Es nuestra posición.

Preferiblemente, antes de hacer cualquier llamado a votar en un partido liberal contra un partido fascista, es preferible convocar el voto en un partido reformista contra el partido fascista, pero antes de convocar el voto en cualquier variante de este tipo, si no hay riesgo grave de que la extrema derecha gane, el esfuerzo debe ser el de tener rostro propio. Específicamente, en una elección presidencial como la que tuvimos en Brasil en 2018, fue mejor haber convocado la votación en Haddad que haber pedido la votación en Alckmin contra Bolsonaro. No creo que hubiera mucha diferencia en convocar la votación sobre Ciro o Haddad, dada la enorme similitud entre sus programas, tanto burgueses como reformistas. Pero fue muy importante que presentáramos el nombre del PSOL en la primera ronda.

Incluso en el caso de posibilidades de victoria para la extrema derecha, deberíamos buscar preferiblemente la presentación de nuestro propia lista en la primera vuelta, dejando el momento para apoyar al mal menor contra la extrema derecha para la segunda vuelta (mecanismo provisto por la ley brasileña). . Como hemos visto, tales posiciones se basan en las elaboraciones de Lenin, el principal líder político del proletariado en el siglo XX.

Abordar estas cuestiones teóricas y políticas es un requisito para debatir las elecciones de 2022. Aunque no está en el centro de nuestra acción, las elecciones de 2022 deben debatirse. Deben presentarse las hipótesis tácticas. Para definir la táctica, es importante tener en cuenta nuestros objetivos estratégicos permanentes, es decir, utilizar las elecciones para impulsar la movilización de masas, hacer avanzar la conciencia de las clases trabajadoras y construir el partido. Además, debemos definir nuestro objetivo para la propia elección. En las elecciones de 2022 hay muchos desafíos, siendo decisiva la superación de la cláusula de barrera, fundamental para la legalidad del partido. Pero tenemos un objetivo estratégico central: evitar la reelección de Bolsonaro. Su reelección es una posibilidad real. Puede que no sea lo más probable, este es un tema en discusión. Su posibilidad, sin embargo, es tan evidente, con su apoyo del 30%, a pesar de las catástrofes vividas por el país, que autorizan a cualquier grupo político-social que no lo tome en serio a ser tratado como irresponsable.

Por eso entraremos en este debate con dos hipótesis centrales, dos posibilidades de orientación política: 1) La defensa de la propia candidatura del PSOL en la primera vuelta y la declaración anticipada de apoyo a todo aquel que vaya en contra de Bolsonaro en la segunda vuelta, preferiblemente alguna de las fuerzas de oposición de izquierda o centro izquierda. 2) La defensa de la más amplia unidad de toda la oposición de izquierda y centro izquierda a Bolsonaro en la primera vuelta. En estas dos hipótesis, queremos matizar el debate.

La primera hipótesis es el lanzamiento de la propia candidatura del PSOL y el apoyo a un mal menor en la segunda vuelta. La hipótesis de la propia candidatura permite al PSOL presentar su programa, mostrar con sus palabras las razones por las que Bolsonaro no puede gobernar, etc., además de ayudar en la elección de diputados y permitirle al partido superar la cláusula de barrera. Posicionarse como una alternativa siempre es una necesidad. Con nuestro propio tiempo televisivo y radial, nuestras figuras pueden aportar argumentos para sumarse a la lucha contra la extrema derecha desde una perspectiva crítica sobre el decadente régimen democrático burgués y desde una ubicación independiente de las posiciones que acordaron manejar la máquina capitalista. No es necesario utilizar demasiados argumentos de que tal táctica nos facilita obtener el voto necesario para defender al partido contra sus intentos de excluir la legalidad a través de la cláusula de barrera. Tal táctica también tiene mejores condiciones para que el partido dialogue con parte de su propia base conquistada y busque atraer sectores populares descontentos con todos, la base masiva de votos nulos y abstenciones actuales.

En la segunda hipótesis, defendemos la unidad de quienes, formalmente, en el ámbito del Congreso Nacional, manifiestan su oposición al gobierno. Esta gama incluye al PT, PDT, PSB, PC do B, Rede, además de los partidos que dicen ser revolucionarios y no tienen representación parlamentaria, PSTU, PCB y UP. Corresponde al PSOL defender la unidad de este campo en el terreno electoral. Se trata de una definición táctica de una situación excepcional marcada por la necesidad de derrotar a la extrema derecha. Pero es más que eso. La batalla por derrotar a la extrema derecha podría ser en segunda vuelta, en el probable caso de que Bolsonaro esté en ella. Estamos trabajando con esta hipótesis. Como la elección tiene dos vueltas, en la segunda vuelta nos sumamos al apoyo electoral con quien esté en contra de Bolsonaro.

Pero hay una especificidad. Además de la oposición de izquierda y centroizquierda a Bolsonaro, que aglutina a partidos socialistas con un programa de independencia de clase, como el PSOL, partidos obreros reformistas con un programa burgués, como el PT, y partidos burgueses con programas reformistas, como el PDT, hay una oposición liberal burguesa (no declarada en el ámbito del Congreso Nacional, donde pretenden ser independientes) pero que sí existe. La oposición liberal burguesa, cuya locomotora en el país es la Rede Globo, busca tener candidato y no será el nombre del PT, sea Haddad o Lula, ni Ciro. Así, en la primera vuelta habrá una disputa para ver qué fuerza pasará a la segunda vuelta contra Bolsonaro, si la oposición burguesa con su programa liberal o si la oposición de izquierda / centro izquierda.

La táctica de apoyo del PSOL a la unidad electoral de este segundo bloque sería una variante táctica de la línea de Lenin de ayudar al Partido Laborista inglés a derrotar a los liberales. En este caso para ayudar a este bloque a pasar a segunda vuelta y ser él, no los liberales, para enfrentar a Bolsonaro.

Por supuesto, existe la posibilidad de que este bloque no se una, como lo hizo en 2018. Pero luego de la experiencia de Bolsonaro, la no unidad de este bloque produce el alto riesgo de que ninguna de las fuerzas que lo integran vaya a la segunda ronda. Alerta de este riesgo y tener una política clara para evitarlo es lo que puede justificar una táctica excepcional que sería renunciar a la propia candidatura. El PSOL no puede responsabilizarse de la división de este bloque, ni puede dar apariencia alguna al respecto. Hay millones de trabajadores, jóvenes y sectores medios que apelarán por esta unidad contra Bolsonaro.

Si las fuerzas que componen el campo izquierda / centro izquierda no encuentran la manera de formar una fórmula con el criterio de competitividad electoral y con el programa democrático mínimo, entonces son estas fuerzas, en particular Ciro / Lula / Haddad, las que están optando presentarse en su propia gama. Este escenario de división parece ser el que se ha visto hoy, con la mayoría del PT negando la composición con Ciro, afirmando el nombre de Haddad, quien perdió ante Bolsonaro en 2018, dejando al menos simbólicamente en el aire el gran riesgo de la repetición del resultado, y con Ciro negándose a llamar al PT para componer, intentando formar su campo con PSB y REDE, centralmente, cuando no coqueteaba con el DEM (esto antes de la derrota de Baleia Rossi). En este caso, ante esta opción de las mayores fuerzas en este campo genérico, el camino que debe seguir el PSOL es también el de su propia candidatura, no aceptando ser arrastrado o ser una correa de transmisión de ningún partido con más peso electoral. En este caso, la unidad con alguno de los bloques en la primera ronda solo sería el garante de la división y diluiría el PSOL y su potencial crítico. En política hay sumas que multiplican fuerzas y sumas que restan. La unidad de todos puede ser una multiplicación y garantiza la oposición de izquierda y centro izquierda en la segunda vuelta. La suma del PSOL con un solo sector anula en gran medida la fuerza del PSOL y su contribución más eficaz para criticar el bolsonarismo y al mismo tiempo construir el partido.

En teoría, el PSOL incluso podría presentar su nombre para encabezar una fórmula de unidad amplia de la izquierda y la centro izquierda. Pero no creo que sea correcto, no solo por la menor densidad electoral de un nombre del PSOL en comparación con un nombre del PT o del PDT, por ejemplo, en el caso específico de Haddad o Ciro (o el propio Lula). La razón fundamental por la que el PSOL no presenta su nombre como locomotora de esta unidad es que tal táctica en apoyo de una lista de estos partidos en la primera o segunda vuelta no puede corresponder a un acuerdo de bloque de poder común. Llamar a la votación no puede significar participar en ningún gobierno formado por estos sectores. Esto se debe a que es necesario ser consciente de que el programa, tanto del PT como de Ciro, tienen un carácter generalizado de desarrollismo, pero es burgués por la naturaleza de clase. Ambos son programas para defender el capitalismo. En este caso, la experiencia práctica no da lugar a equívocos.

Estos mismos sectores gobernaron juntos durante 13 años. Por eso, de hecho, la justificación para apoyar al PT en 2002 no tiene ningún sentido hoy. La idea de que el PT necesita gobernar para que las masas experimenten con estas direcciones es ridícula. Ya se ha realizado una experiencia de este tipo. El declive del PT se explica por esto. El enorme rechazo de PT ídem. El hecho de que el experimento no se culminó por el impeachment de Dilma, y ​​el retroceso que produjo el ascenso de Bolsonaro haya hecho que millones terminen limitando su horizonte político a un regreso al pasado totalmente imposible de que ocurra, no debe hacer que la vanguardia que se pretende revolucionaria acepte el regreso y el retroceso de 13 años en la mesa política, como si el PT no hubiera gobernado. El PSOL no se fundó después de nuestra ruptura con el PT y nuestra oposición de izquierda al gobierno de Lula para unirse al gobierno del PT más de 15 años después. Por supuesto, puede haber sectores que se engañen con que el PT tenga una política de izquierda y anticapitalista. Estos sectores son mucho más pequeños que en 2002. Y los que existen, si existen dentro del PSOL, deben ser fuertemente combatidos políticamente.

Esta lucha no desconoce el hecho de que el PT influye en las organizaciones obreras y mucho menos la unidad de acción y el frente único con el PT para enfrentar la extrema derecha y el bolsonarismo. Valoramos tanto esto que también aceptamos la unidad en el campo electoral. Lo que no aceptamos es la idea de que el PT ha vuelto a su pasado de representar los intereses de la clase trabajadora. Después de años de experimentar con la gestión del estado burgués, el PT no sacó conclusiones de su trayectoria. Lula como líder político del partido sigue defendiendo la estrategia de ocupar espacios en el estado burgués y la búsqueda de alianzas con los partidos burgueses siempre que puede. Su naturaleza de vínculos con la clase trabajadora no revierte su conversión de clase en el campo programático. Y simbólicamente el PT solo puede despertar la esperanza de que el pasado pueda renacer. Digamos que tal esperanza tiene poca capacidad para generar algún movimiento de masas digno del nombre bajo este mando. Ni en las elecciones, ni mucho menos en las calles.

Unirse a un gobierno encabezado por Ciro sería igual o más absurdo. Ciro reivindica abiertamente el desarrollismo burgués. Su ventaja sobre el PT es que su discurso es más contundente en muchos puntos, especialmente en la agenda económica y en la ofensiva simbólica contra Bolsonaro (sobre todo comparado con Haddad), y como no era presidente ni su partido tenía la presidencia de la república, puede despertar esperanzas que la idea de lo nuevo lleva, que ya no puede ser el caso del PT. Pero no nos confunde el carácter burgués de su programa y afirmamos la necesidad de que el PSOL se mantenga fiel a una estrategia socialista. Entonces podemos ayudarlo a vencer a Bolsonaro, pero seríamos una oposición de izquierda a su eventual gobierno.

La razón por la que no consideramos acertado participar en gobiernos burgueses reformistas, ya sean encabezados por el PT o por Ciro, es también la misma razón por la que no tenemos, en el campo electoral, un criterio para priorizar la alianza con un sector u otro en la disputa nacional. Aliarse con el PT contra Ciro sería fortalecer el liderazgo de Lula como jefe de la unidad, dándole al expresidente un lugar que ya no tiene por qué ocupar, utilizando incluso para imponer los nombres de su preferencia y que defiendan su aparato, independientemente de la competitividad electoral. Apoyar a Ciro contra el PT sería alentar a un político que buscaba expandirse y hacer factible su nombre con fuerzas burguesas de derecha y que acaba debilitando así la búsqueda de la unidad en la primera vuelta (además de su actuación neutra en la segunda ronda de 2018). La hipótesis de que se sumen en la primera vuelta la podemos defender nosotros. Y con esta defensa, presionamos por la unidad. Al elegir un lado, estaremos fortaleciendo la división y, en caso de que se confirme la división, no tendrá sentido que el PSOL no presente también su propio nombre y establezca un compromiso de apoyo mutuo en la segunda vuelta. Aquí están nuestras opciones tácticas.

Más notas sobre la política electoral de Lenin

Conocer la política electoral de Lenin, sus principios y tácticas, requiere un estudio serio de su obra. Ya vimos aquí algunas de sus elaboraciones. Desarrollaremos un poco más de esta experiencia antes de la revolución de 1917.

El norte de su política fue la defensa de los intereses del proletariado, la necesidad de incrementar su capacidad de lucha y conciencia. En este sentido su principio fue la defensa de la independencia de clase del proletariado, que se concretó en la postulación de la socialdemocracia, nombre del partido del proletariado que unía distintas tendencias, principalmente a los bolcheviques y mencheviques.

Lenin argumentó que los bolcheviques representaban el ala revolucionaria dentro del partido, mientras que los mencheviques eran el ala oportunista. Su definición fue que la defensa de las alianzas con la burguesía era la principal característica del oportunismo. Para este sector la regla era la alianza, mientras que para los bolcheviques la regla era la postulación independiente, siendo la alianza excepcional en circunstancias específicas. La posición de Lenin por las listas independientes respondió a la necesidad de postular el partido proletario. Esta línea se extendió a su política de construcción de partidos comunistas de la Tercera Internacional, cuando la división entre el ala oportunista y el ala revolucionaria del movimiento obrero ya se había producido, después de 1914.

Estudiando a Lenin, podremos iluminar a la experiencia de la izquierda brasileña, en particular de sus últimos 40 años, y comprender mejor las razones de la quiebra del PT. Al mismo tiempo, se demostrará que es falsa la idea de que las diferencias de principio siempre han llevado a Lenin a defender las rupturas de partido. También es un mito que Lenin admitió que en ningún caso se podría apoyar electoralmente a los partidos burgueses. Finalmente, es igualmente erróneo creer que Lenin, después de la división entre revolucionarios y reformistas, no defendió el apoyo a los reformistas en algunos momentos. Pero aquí hay que decirlo claramente: Lenin tenía principios y reglas en la política de alianzas electorales. A partir de ellos, discutió tácticas e incluso estableció excepciones. Creer que Lenin simplemente analizó la situación concreta y que la política de alianzas electorales no tuvo principios y reglas es una lectura que no encuentra refugio en Lenin y expresa una posición teórica empírica y oportunista.

El período que vamos a analizar está marcado en Rusia por el levantamiento de 1905 y luego por el régimen político dictatorial que surgió en 1907, tras el golpe contrarrevolucionario. Una de las señas de identidad de Lenin siempre ha sido analizar la naturaleza de clase de los partidos. En líneas generales enumeró las principales fuerzas políticas.

Experiencia de clasificación de los partidos

Empecemos por enumerar los partidos políticos más o menos importantes (o, quizás, tipos de partidos), pasando de la ‘derecha’ a la ‘izquierda’. 1) Unión del pueblo ruso, monárquicos, etc. 2) Partido del orden legal. 3) Octubristas. 4) Renovadores pacíficos. 5) Partido de las Reformas Democráticas. 6) Demócratas Constitucionales. 7) Librepensadores, radicales, los de Bez Zaglavia, etc. 8) Socialistas populares del trabajo. 9) Socialistas revolucionarios. 10) Maximalistas. 11) Socialdemócratas: mencheviques y bolcheviques. No contamos a los anarquistas, ya que sería demasiado arriesgado llamarlos partido político (así como, quizás, maximalistas).

En este heterogéneo conjunto de partidos se distinguen claramente cinco tipos fundamentales de nuestros partidos políticos: 1) los centurias negras; 2) los octubristas; 3) demócratas constitucionales; 4) los Trudoviques 5) los socialdemócratas. La exactitud de esta clasificación es evidente al analizar la naturaleza de clase de cada partido. «(p.22, volumen 14)

Y Lenin también define, además de la naturaleza de las clases, las características políticas de los principales partidos burgueses, separando entre liberales y de extrema derecha, mostrando sus diferencias y puntos de unidad.

El demócrata constitucional es el típico intelectual burgués y, a veces, incluso el terrateniente liberal. Su deseo fundamental es llegar a un acuerdo con la monarquía y acabar con la revolución. Totalmente inepto para luchar, el demócrata constitucional es el típico empresario. Su ideal es imaginar la explotación burguesa en formas reguladas, civilizadas y parlamentarias ”. (p. 25-26 ídem)

El típico octubrista no es un intelectual burgués, sino un gran burgués. No es el ideólogo de la sociedad burguesa, sino su verdadero maestro. Interesado directamente en la explotación capitalista, desprecia toda teoría, desprecia la intelectualidad y, a diferencia de los demócratas constitucionales, rechaza cualquier pretensión de «democracia». El octubrista es el empresario burgués. También aspira, como el demócrata constitucional, a llegar a un acuerdo con la monarquía, pero su idea de tal arreglo no consiste en un sistema político o parlamentarismo en particular, sino en el acuerdo de algunas personas o líderes con la camarilla palaciana con el propósito de hacer que los funcionarios rusos obtusos, venales y al estilo asiático se sometan directamente a la burguesía dominante. El octubrista es un demócrata constitucional que aplica sus teorías burguesas al ámbito empresarial. El demócrata constitucional es un octobrista que, en su tiempo libre, cuando no saquea a los obreros y campesinos, sueña con una sociedad burguesa ideal. El Octubrista todavía aprenderá algo de etiqueta parlamentaria e hipocresía política junto con coquetear con la democracia. El demócrata constitucional seguirá aprendiendo un poco de la astucia empresarial burguesa, y luego los dos se fusionarán, se fusionarán indudable e infaliblemente, sin importar si lo logran precisamente en el momento actual y precisamente a través de los actuales «renovadores pacíficos». (p.26 tomo 14)

Los centurias negras son el último tipo de nuestros partidos políticos. No quieren la ‘Constitución del 17 de octubre, como los señores Guchkov, sino el mantenimiento y la restauración formal de la autocracia. Toda la basura, la ignorancia y la venalidad que pululan bajo la omnipotencia del adorado monarca responden a tus intereses. Les une la dura lucha por los privilegios de la camarilla, por la posibilidad de seguir robando, oprimiendo y amordazando a toda Rusia. La defensa a toda costa del actual gobierno zarista los une a menudo con los octubristas, por lo que es difícil decir, respecto a ciertos miembros del Partido del Orden Legal, dónde termina la Centuria Negra y comienza la Octubrista ”. (p. 27 tomo 14)

No es difícil ver que Lenin definió que los tres partidos no solo eran burgueses sino que actuaron contra la revolución. El demócrata constitucionalista era el partido burgués liberal, que intentaba ocupar el centro político, los octubristas, la burguesía de derecha y los centurias negras que defendían más directamente los ataques físicos al movimiento obrero y la liquidación de las libertades democráticas. Fueron la expresión rusa de las fuerzas fascistas y formaron la extrema derecha.

LA SOCIALDEMOCRACIA Y LOS ACUERDOS ELECTORALES

A modo de ilustración, conviene decir que vamos a tratar de elecciones parlamentarias. Rusia en la época de Lenin no tenía elección para el ejecutivo. El régimen fue dinástico. Los poderes monárquicos se perpetuaron hasta febrero de 1917, cuando la revolución democrática arrasó con la monarquía y en menos de un año, la república democrática burguesa – la más democrática vista hasta aquel entonces, según Lenin – dio paso a una república proletaria y al régimen soviético.

Para su política electoral, Lenin se basó en las resoluciones oficiales del partido, a saber:

Lenin defendió un conjunto de resoluciones que vale la pena conocer. Fueron los de la VI CONFERENCIA (DE PRAGA) DE TODA RUSIA POSDR – p 150

Con respecto a los pactos electorales, el Partido acatará las resoluciones del Congreso de Londres y por lo tanto:

Pág 151 –

1) En la curia operaria presentará sus propios candidatos en todas partes y no admitirá ningún acuerdo con otros partidos o agrupaciones (liquidadores).

2) Dada la gran importancia que tiene desde el punto de vista de la agitación, el hecho de que los socialdemócratas tengan candidatos, es necesario intentar en la segunda asamblea de votantes urbanos y, si es posible en la comunidad campesina, que el partido tenga sus propios candidatos.

3) En la segunda vuelta de las elecciones (ver art. 106 del Reglamento Electoral), durante la elección de los delegados en la segunda asamblea de votantes urbanos, está permitido costurar acuerdos con demócratas burgueses contra liberales y, posteriormente, también con liberales contra todos los partidos del gobierno. Una de las formas de acuerdo puede ser la elaboración de listas conjuntas de una o más ciudades, en proporción al número de votos obtenidos en la primera vuelta electoral.

4) En las cinco ciudades (Petesburgo, Moscú, Riga, Odessa y Kiev) en las que las elecciones son directas, con segunda vuelta, en la primera vuelta, se presentan candidatos socialdemócratas aptos para el segundo grupo de votantes urbanos. En el caso de una segunda vuelta, cuando no hay peligro por parte de los centurias negras, sólo entonces son admisibles los acuerdos con grupos democráticos contra los liberales.

5) Ningún acuerdo electoral puede relacionarse con la presentación de una plataforma común, ni debe imponer ningún compromiso político a los candidatos socialdemócratas, ni impedir que los socialdemócratas critiquen libremente el carácter contrarrevolucionario de los liberales, así como del tubo y la inconsistencia de los demócratas burgueses.

Páginas 151 y 152 –

6) En la segunda etapa de las elecciones (en las asambleas de delegados de los distritos rurales, en las asambleas provinciales de electores, etc.) siempre que sea importante hacer fallar la lista de centurias negras y octubristas o la lista de gobierno en general, se firmarán acuerdos de distribución de cátedras, primero, con demócratas burgueses (Trudovicks, socialistas populares, etc.) y luego con liberales (demócratas constitucionales, progresistas no partidistas, etc.).”

Aquí hay cuestiones claras: 1) es necesario priorizar las listas propias del partido; 2) el partido puede hacer acuerdos prefiriendo los acuerdos con los reformistas pero también aceptando acuerdos con los liberales contra el gobierno y debe ser siempre consciente de la necesidad de evitar la victoria de las Centurias Negras y en menor medida de las octubristas. En cualquier caso, la mera lectura de la resolución no aclara del todo los criterios utilizados por Lenin. Es un requisito previo conocer un poco más sobre el sistema electoral ruso.

En Rusia, las elecciones parlamentarias fueron indirectas en varias ciudades. Fueron elegidos por sector social, las llamadas curias (curias operaria, campesina, primera curia urbana, segunda curia urbana, curia de los terratenientes). Entonces, las curias eran la denominación de las distintas categorías de votantes, determinadas por propiedades y censos de bienes. De estas elecciones surgieron los compromisarios, es decir, los miembros del colegio electoral que elegían a los representantes de la Duma. En cinco ciudades, Petersburgo, Moscú, Odessa, Kiev y Riga, en general las ciudades más grandes, las elecciones fueron directas. En las elecciones directas había un sistema de dos vueltas para las elecciones parlamentarias. Pero en estas dos rondas, la posibilidad de disputa estaba abierta para que todas las partes volvieran a disputar. Entonces en la práctica hubo dos elecciones, la primera fue una especie de primarias.

El propio Lenin explicó que muchos confundieron la legislación rusa con la europea y defendieron la misma táctica alemana para Rusia. Pero ese no fue el caso.

Según la ley del 3 de junio de 1907, en Rusia no hay una segunda vuelta de elecciones a la manera alemana, generalmente no hay una “segunda vuelta” en el sentido exacto de la palabra, sino sólo elecciones complementarias o nuevas elecciones. En Alemania, la segunda vuelta se realiza para elegir a uno de los dos candidatos que obtuvieron el mayor número de votos en las elecciones primarias.

Páginas 251 y 252 – No ocurre nada similar en Rusia. Según nuestra ley, en la segunda vuelta de las elecciones se puede presentar cualquier número de candidatos. Estrictamente hablando, esta no es una segunda vuelta, sino elecciones nuevas o complementarias. Por tanto, las referencias al ejemplo de Alemania son erróneas.

Página 252 – “Lo mismo está previsto en la ley del 3 de junio de 1907 sobre la segunda vuelta de las elecciones en el caso de elecciones directas, en Petersburgo, Moscú, Odessa, Kiev y Riga. Sin embargo, en lugar de la expresión «mayoría relativa de votos», el artículo 140 habla del «mayor número de votos». Finalmente, en las elecciones de miembros de la Duma por parte de las asambleas electorales provinciales, también se prevé una segunda vuelta de las elecciones si los candidatos no obtienen «más de la mitad de los votos emitidos», es decir, la mayoría absoluta, con la particularidad de que “Se considerarán electos aquellos que obtengan la mayoría relativa de votos”.” (art. 130)

Páginas 252 y 253 – “Por tanto, nuestra ley electoral no contiene nada que se parezca a la segunda vuelta de las elecciones en Alemania. No hay nada más equivocado que referirse al ejemplo y la conducta de los trabajadores alemanes. En la edición especial del Reglamento para las elecciones de la Duna de Estado, publicado por el Ministerio del Interior, San Petersburgo 1912, punto 14 del art. 106 dice: “En la segunda ronda, también puede haber personas que no participaron en la primera ronda”. Al parecer, no solo estamos hablando de nuevos votantes, sino también de nuevos candidatos. La ley permite a los candidatos que no comparecieron en la primera vuelta postularse en la segunda vuelta de las elecciones.”

Aquí ya podemos anticipar nuestra conclusión según la cual el eje de la política de Lenin fue la presentación de la propia lista de la socialdemocracia, tratando de postular al partido como una alternativa de poder, rechazando los acuerdos con la burguesía liberal y admitiéndolos solo en casos de clara posibilidad de victoria para la extrema derecha. Incluso en este caso Lenin insistió en el estudio de la relación de fuerzas reales y atacó a los mencheviques que sobredimensionaron la fuerza de los centurias negras para llevar a cabo su estrategia de unidad con los liberales, específicamente con la democracia constitucional. A pesar de esta seria divergencia con los bolcheviques, no defendió la ruptura del partido en este tema. Su posición fue favorable para atraer a los sectores medio y campesino, en algunos casos defendiendo alianzas electorales con el ala izquierda de estos sectores. Fue intransigente al negar cualquier alianza solo en las llamadas curias operarias, que era el sistema de votación solo en las fábricas. Allí sostuvo que el partido tenía la obligación de presentarse con rostro propio. Esta posición general de principios no niega la necesidad de un análisis concreto de la situación concreta.

Citaciones sueltas (espero que estimulen la lectura en su totalidad)

Tomo 13

INFORME SOBRE EL CONGRESO DE UNIFICACIÓN DEL POSDR

Cuando se consolidó el régimen constitucional y la lucha constitucional por algún tiempo se convirtió en la principal forma de lucha entre las clases y de la lucha política en general, desenmascarar las ilusiones constitucionalistas no es una tarea especial de la socialdemocracia, no es una tarea del momento. ¿Porque? Porque, en esos momentos, las cosas se hacen en los estados constitucionales exactamente como las resuelven los parlamentos. Las ilusiones constitucionalistas son una fe engañosa en la Constitución. Las ilusiones constitucionalistas surgen cuando parece que hay una Constitución, pero en realidad no existe, es decir, cuando los asuntos de Estado no se resuelven como deciden los parlamentos. Cuando la verdadera vida política es diferente a su reflejo en la lucha parlamentaria; entonces, y sólo entonces, la lucha contra las ilusiones constitucionales se convierte en tarea inmediata de la clase de vanguardia revolucionaria: el proletariado. La burguesía liberal, temerosa de la lucha extraparlamentaria, propaga ilusiones constitucionalistas también en los casos en que los parlamentos son nulos y sin valor. Los anarquistas niegan con vehemencia la participación en los parlamentos bajo cualquier circunstancia. Los socialdemócratas están a favor de utilizar la lucha parlamentaria, a favor de participar en ella, pero denuncian sin piedad el cretinismo parlamentario, es decir, la fe en que la lucha parlamentaria es la única o principal forma de lucha política en todos los aspectos.» (p. 38-39 tomo 13)

Tomo 14

  • LA SOCIALDEMOCRACIA Y LOS ACUERDOS ELECTORALES

Supongamos que los centurias negras obtienen el 26% de los votos, los trudoviques el 25%, los demócratas constitucionales lo mismo y los socialdemócratas el 24%. El centuria negra será elegido si no se forma un bloque entre socialdemócratas, trudoviques y demócratas constitucionales. Ésta es una objeción que debe tomarse en serio y debe considerarse detenidamente. Pero, para eso, es necesario examinar en detalle cuál es el sistema electoral actual, es decir, el sistema electoral actual en Rusia”. (p. 84-85, volumen XIV)

En Rusia, las elecciones a la Duma no son directas, sino en varias etapas. En este tipo de elecciones, la dispersión de votos solo es peligrosa en la primera fase. Solo cuando los votantes de las primarias van a las urnas, ignoramos cómo se dividirán los votos; sólo en la agitación de las masas actuamos «manualmente». En las etapas finales, durante las elecciones de delegados, la batalla general ya terminó; queda por repartir los escaños mediante acuerdos específicos entre los partidos, que «conocen» el número exacto de sus candidatos y sus votos.

La primera etapa del proceso electoral es la elección de delegados en las ciudades, la elección de representantes – por cada diez familias – en las aldeas y la elección de delegados a la curia obrera.

En las ciudades, hablamos con una gran masa de votantes en cada unidad electoral (circunscripción, etc.). Aquí no hay duda del peligro de dispersión de votos. Es innegable que en algún lugar de las ciudades los delegados de los centurias negras pueden ser elegidos exclusivamente porque no hay bloque de izquierda, o exclusivamente porque los socialdemócratas, por ejemplo, desviaron parte de los votos de los constitucionales demócratas. Hay que recordar que Guchkov obtuvo unos 900 votos en Moscú y los demócratas constitucionales 501 votos, por lo que Guchkov habría triunfado. Y no hay duda de que la población en general tomará en cuenta este simple mecanismo, teme que los votos se dispersen y por eso solo se inclinará a votar por el candidato más moderado de la oposición. Esto dará lugar a lo que los británicos llaman una elección triangular, cuando pequeños sectores urbanos temen votar por un candidato socialista, para no restar votos a los liberales, ayudando así a la victoria conservadora.

¿Cómo protegerse de este peligro? De una sola forma: llegar a un acuerdo en la primera etapa, es decir, una lista común de delegados, en la que el número de candidatos de cada partido se determina por acuerdo entre las partes, antes de la contienda. Todos los partidos entre los que se sella este acuerdo invitan al electorado a votar en esta lista común.» (págs. 85-86)

«Sólo 35 de los 524 escaños de la Duma corresponden a todas las ciudades rusas (6 para San Petersburgo, 4 para Moscú, 2 para Varsovia y otros 2 para Tashkent;» (p.87)

«¿Es razonable, entonces, en tales condiciones renunciar a la lucha por nuestros propios candidatos, por los candidatos de clase, dejándonos llevar por un miedo exagerado a los Centurias Negras? ¿Tal política no pecará, ni siquiera desde el punto de vista estrecho y práctico, de falta de discernimiento, por no hablar de falta de firmeza de principio?» (p. 87)

“En las asambleas de delegados, podemos guiarnos por los resultados precisos de las luchas electorales primarias, en las que todo se decidió de antemano. Aquí, si es posible y necesario realizar… no bloques, por supuesto, no acuerdos permanentes y estrechos, sino acuerdos particulares sobre la distribución de escaños. Aquí, y más aún en las asambleas de delegados para la elección de diputados a la Duma, junto a los trudoviques tendremos que derrotar a los demócratas constitucionales y, junto a los SR, a los Enesistas, etc.” (Págs. 91-92)

“Así, el análisis del sistema electoral actual muestra que los bloques en las primeras etapas de las elecciones son particularmente inconvenientes en las ciudades e innecesarios” (p. 92)

“Las asambleas de delegados de distrito y las asambleas de delegados provinciales tienen una importancia política decisiva. Aquí, es decir, en las etapas finales, los acuerdos privados son necesarios y posibles sin violar los principios del partido: la lucha con las masas se acabó y no hay necesidad de defender una política apartidista directa o directamente frente a ellas”. (pág. 92)

“Para lograr la victoria de un determinado candidato, es necesario reunir al menos 51 votos de 100 en la asamblea de delegados. Esto sigue la siguiente regla general para la táctica de los delegados socialdemócratas: esforzarse por atraer un número suficiente de Demócratas burgueses más simpatizantes o especialmente dignos de apoyo a los socialdemócratas, para derrotar a otros junto a ellos y así conseguir que, como resultado, triunfen los socialdemócratas y, en parte, los mejores comprometidos demócratas burgueses.

Ilustraremos esta regla con ejemplos sencillos. Supongamos que el 49 por ciento de los delegados son centurionistas negros; 40, Demócratas Constitucionales y 11, Social Demócratas. Para garantizar que todos los candidatos obtengan una lista común de diputados a la Duma, es necesario un acuerdo especial entre los socialdemócratas y los demócratas constitucionales basado, por supuesto, en una distribución proporcional de escaños según el número de delegados (o es decir, en este caso, los socialdemócratas obtendrían una quinta parte de los escaños de toda la provincia, digamos dos de cada diez, y los demócratas constitucionales, los cuatro quintos restantes, es decir, ocho de cada diez). Si hay 49 demócratas constitucionales, 40 trudoviques y 11 socialdemócratas, debemos intentar llegar a un acuerdo con los trudoviques para derrotar a los demócratas constitucionales y ganar una quinta parte de los escaños y cuatro quintos para los trudoviques. En este caso, tendríamos una excelente oportunidad para ver cuán consistentes y firmes son las convicciones democráticas de los trudoviks: si están dispuestos a ignorar por completo a los demócratas constitucionales y derrotarlos adhiriéndose a los compromisos del Partido de los trabajadores o si, por el contrario, eligen salvar algún Demócrata Constitucional o tal vez incluso prefieren formar un bloque con Demócratas Constitucionales, y no con socialdemócratas.” (P.93-94)

  • LOS BLOQUES CON LOS DEMOCRATAS CONSTITUCIONALISTAS

“El meollo de la discusión es: en qué nivel el proletariado socialista debe llegar a acuerdos con la burguesía, inevitables, en general, en el curso de la revolución burguesa. Entre los bolcheviques, puede haber diferencias en cuestiones de detalle: si se necesitan acuerdos durante las elecciones con este o aquel partido de la burguesía revolucionaria. Pero el quid de la discusión entre bolcheviques y mencheviques no es eso, ni mucho menos. El punto crucial de la discusión sigue siendo el mismo: si en la revolución burguesa el proletariado socialista debe quedar atrás de la burguesía monárquica liberal o antes que la burguesía democrática revolucionaria.» (pág. 119)

“Los mencheviques engañan al pueblo hablando de la democracia de los demócratas constitucionales.

En segundo lugar, los bolcheviques solo admiten tratos con republicanos burgueses como una «excepción». Los mencheviques no exigen que los bloques con los demócratas constitucionales sean la única excepción.

En tercer lugar, los bolcheviques prohíben incondicionalmente los acuerdos en la curia obrera («con cualquier otro partido»). «(p.120-121)

  • LA LUCHA CONTRA LOS SOCIALDEMOCRATAS DE TENDENDENCIA DEMOCRATA CONSTITUCIONALISTA Y LA DISCIPLINA DE PARTIDO

«Admitir los bloques a los demócratas constitucionales define de manera concluyente a los mencheviques como el ala oportunista del partido de los trabajadores». (pág.130)

“El hecho de que los socialdemócratas admitan los bloques con los demócratas constitucionales ¿requiere una ruptura total de las relaciones orgánicas, es decir, una división? Nosotros creemos que no, y todos los bolcheviques también.» (pág. 131)

Tomo 21

LA SEGUNDA RONDA DE LAS ELECCIONES RUSAS Y TAREAS DE LA CLASE OBRERA

Página 251 – “En el número 1-2 de Nasha Zariá, Dan escribió que nuestras tácticas en la segunda vuelta de las elecciones son idénticas a las de Europa Occidental.

Trotsky escribió recientemente un artículo especial sobre la segunda vuelta de las elecciones, basado en este mismo error.

En la primera curia urbana, el papel de los laboristas demócratas en particular es demasiado insignificante para mencionarlo.”

Pag. 256 – “en esta (curia) ni siquiera podemos hablar del peligro de los centurias Negras. También está claro que la tarea principal de los demócratas obreros es precisamente la lucha contra los liberales; hoy, dado el giro general a la izquierda en el país, reconocido por liberales, octubistas y Purishkevich, esta lucha debe pasar a primer plano. No hace falta decir que en la primera vuelta los candidatos obreros deben luchar en una lucha absolutamente independiente, en listas puramente obreras. Y en la segunda fase, la segunda vuelta de las elecciones, en la mayoría de los casos es una lucha entre demócratas y liberales.

Página 256 – Para encarar esta lucha, los marxistas deben unirse en la segunda vuelta con todos los demócratas (es decir, también con los demócratas burgueses, los populistas, los trudoviques, etc.) contra los liberales.

Pag. 257 – contra los liberales, es decir, contra el Partido Demócrata Constitucionalista. Como la segunda curia urbana es la principal en la que habrá una segunda vuelta, la línea principal de los trabajadores será precisamente: con los demócratas contra la derecha y contra los liberales.

Página 257 – Se equivocan políticamente cuando caen en una política obrera liberal, cuando se limitan a frases generales sobre el apoyo a la oposición contra la derecha.

  • EL CAR. Y EL SIGN. DE NUESTRA POLEM. CON LOS LIBERALES

“El acuerdo con los liberales contra la derecha es admisible en una segunda vuelta y en la segunda etapa de las elecciones. Para el liberalismo monárquico burgués, a pesar de todas sus ambigüedades, está lejos de ser lo mismo que la reacción feudal. No utilizar esta diferencia sería una mala política para los trabajadores.» (p. 395)