Paraguay: una rebelión contra el colapso sanitario
Una ola de protestas recorre nuestro país vecino, Paraguay. Había miles de paraguayos ocupando las calles de la capital, Asunción, y de las principales ciudades del país, como Encernación y Ciudad del Este. El viernes (5) comenzó la Jornada de Marzo en respuesta al colapso sanitario y la corrupción, con importantes concentraciones. Cinco días consecutivos de marchas multitudinarias, con una feroz represión policial, que se saldaron con un balance de detenciones, varios heridos y un manifestante muerto. Las calles exigen el fin inmediato del actual gobierno.
En este breve artículo queremos compartir con los activistas brasileños, desde la Secretaría de Relaciones Internacionales del PSOL, una visión sobre el poderoso proceso de rebelión popular que está teniendo lugar en Paraguay en estos momentos.
Las críticas al colapso sanitario han motivado la ira popular. Después de la falta de suministros y vacunas, el aumento del número de infecciones y muertes demostró el fracaso de la administración de Mario Abdo. El país tiene el menor número de dosis de vacunas de la región y una falta general de suministros. Es decir, respecto a la vacunación, la respuesta de Marito Abdo fue tan genocida como la de su aliado brasileño Jair Bolsonaro.
El actual estado de revuelta que vive Paraguay se inscribe en el contexto latinoamericano. La rebelión paraguaya, aún en su fase inicial, se suma a los procesos más avanzados en la región, es decir, los levantamientos ecuatoriano y chileno, la resistencia de masas que derrotó al golpe de Estado en Bolivia y la respuesta popular al intento fallido de golpe parlamentario en Perú.
Las profundas raíces de la ira popular
El problema de salud fue el detonante del levantamiento masivo. Tras un periodo inicial de relativa contención de los contagios, con la apertura del comercio la pandemia se disparó, sin que el gobierno y el Ministerio de Sanidad dieran una respuesta eficaz. Así, por primera vez, a finales de febrero, había más de dos mil nuevos casos al día, además del récord de más de 17 muertes diarias. La falta de una política de vacunación -con sólo 4.000 dosis asignadas por el gobierno (más las 20.000 cedidas como emergencia por Chile)- ha provocado la ira popular. En la actualidad, Paraguay cuenta con unas 25.000 víctimas mortales de Covid-19.
Además, las familias han tenido que pagar los suministros para el tratamiento mínimo de los pacientes, llegando a facturar un total de 300 dólares por paciente, un coste inasumible para la gran mayoría de los paraguayos. Los préstamos que se hicieron para la acción de emergencia contra el Covid-19 por parte del gobierno no llegaron a la punta de la lucha contra el virus; la corrupción, instalada en las estructuras del régimen, con el partido Colorado controlando los presupuestos sanitarios de forma clientelar, hizo que el caldo de la insatisfacción se desbordara. Primero hubo revueltas y protestas del personal sanitario, y luego el pueblo en su conjunto salió a la calle. Los médicos y las enfermeras denunciaron que ni siquiera había sedantes disponibles para los que necesitaban ir a la UCI.
No por casualidad, los datos de desigualdad y pobreza en Paraguay son altos. Casi ¾ de la población no tiene ningún tipo de cobertura sanitaria. Las tasas de trabajo informal alcanzan el 70%. Estamos ante uno de los países más pobres y desiguales del continente.
La revuelta tiene un objetivo muy directo: el gobierno de Mario Abdo y el partido Colorado. La crisis actual no es un rayo en el cielo azul. Hace poco menos de dos años, los acuerdos secretos sobre los contratos de Itaipú provocaron un amplio cuestionamiento del gobierno por parte del movimiento de masas. Como escribimos en aquella ocasión en un artículo con Luciano Iranzo:
«En el marco del acuerdo firmado por Bolsonaro y Abdo, Paraguay se comprometió a comprar más energía contratada e ir bajando el consumo de energía excedente. Esto tendría un impacto de 250 millones de dólares este año y esto aumentaría a lo largo de los años.
La firma del acta fue posible gracias a la renuncia de uno de los directores de ANDE, entidad encargada de gestionar el servicio de energía en Paraguay. Una vez conocidas las razones de la renuncia de Fabian Cáceres, ex director de la ANDE, la prensa y el movimiento de masas comenzaron a cuestionar a todo el gobierno. El gobierno acusa a la prensa de manipular los hechos, pero las actas salen a la luz y en ellas no hay ningún beneficio para el pueblo paraguayo ni para el mejor precio en la compra de energía».
Se inició un profundo divorcio entre las masas y el gobierno de Marito Abdo Benítez.
Otro » marzo paraguayo»
La convocatoria inicial fue espontánea, activada en las redes sociales, con el lema «por un nuevo marzo paraguayo». El lema, convertido después en numerosos hashtags, evoca otras grandes movilizaciones de carácter histórico que se han llevado a cabo en marzo en otros años a lo largo de la historia política del país.
En marzo de 1999, los enfrentamientos provocaron la caída del entonces vicepresidente, con peleas callejeras, jornadas que tuvieron alrededor de 8 muertos, pero fue una acción independiente del movimiento de masas que llevó a una ruptura entre las masas y el partido Colorado (ANR), que creó una fisura en el régimen y que años después llevaría al frente popular al poder con Fernando Lugo.
Años después, en 2017, una nueva explosión popular marcó el mes de marzo. Cuando el entonces presidente Horacio Cartes, en connivencia con otros sectores parlamentarios, intentó aprobar una enmienda constitucional que garantizaba el derecho a la reelección, los manifestantes tomaron el parlamento, sacando a la calle a miles de personas, especialmente jóvenes. Es importante entender el papel de Cartes y su influencia política en la situación paraguaya.
Rival dentro del Partido Colorado de Marito Abdo, Cartes ha crecido en influencia política como uno de los mayores empresarios de Paraguay, vinculado a equipos de fútbol, con fuertes sospechas de contrabando de cigarrillos a Brasil y otros países. En el vacío de la destitución de Lugo, que fue elegido en 2013 y quiso con su enmienda asegurar la reelección en 2018, siendo frenado por el movimiento de masas y la oposición interna de Marito.
Ahora Cartes juega un papel clave: ha mantenido cierta influencia sobre el actual vicepresidente Hugo Velázquez y el líder del Congreso Oscar Salomón. Los analistas tienen razón al decir que Marito se tambalea cada vez más por culpa de Cartes y sus colaboradores. Aun así, Velázquez se ha alejado de Cartes para postular su propio camino, con la vista puesta en las elecciones de 2023.
En los actuales días de marzo, Marito Abdo actuó para desmontar el descontento, buscando un nuevo pacto de gobierno, destituyendo a parte de su gabinete (cuatro ministros importantes, como los de sanidad, mujer, interior y educación). Tras la ineficacia de la represión durante las dos primeras noches de protestas, apeló a las restricciones sanitarias para controlar las manifestaciones en las principales ciudades del país y en la capital, Asunción, que rodeaban los principales símbolos del poder como el Congreso y el Palacio de Gobierno. Un logro importante del actual marzo paraguaya, desencadenado por las redes sociales, fue extender la lucha contra el vicepresidente Velázquez e incluso contra Cartes. Dos noches de protestas terminaron frente a la casa del empresario y ex presidente.
Tras el impulso inicial de la jornada de protestas que comenzó el día 5, se pudo dar un nuevo salto con la entrada en escena de sectores sociales como el movimiento estudiantil y el movimiento campesino. La llegada de la marcha nacional de los trabajadores rurales, prevista para el miércoles (17), debe señalar un nuevo aliento en la «Marcha paraguaya» de 2021.
«Que se vayan todos»
Los actos, que ya duran una semana ininterrumpida, levantan un lema que estuvo en la raíz de las rebeliones de principios de siglo, especialmente en el «Argentinazo»: «Que se vayan todos – no quede uno solo». En la traducción literal, dice que «que caigan todos y no quede ni uno». Este grito de revuelta popular es un síntoma del agotamiento del actual gobierno y régimen de Paraguay.
El movimiento que ha estallado va contra el presidente y el vicepresidente y abre un enorme espacio de contestación y autoorganización. Lo que ocurre en Chile tiene rasgos similares y distintos: por un lado, aún no es tan profundo como la construcción de organizaciones territoriales y de lucha de los chilenos; por otro, es una fisura abierta que plantea una nueva relación de fuerzas entre las clases del país.
Abdo es hoy uno de los principales aliados de Bolsonaro en la región. Un gobierno con el que el déspota brasileño tiene una asociación estratégica. La victoria del movimiento popular en curso tendría un efecto inmediato en todo el continente y sería una «baja» en la lista de aliados de Bolsonaro.
Este miércoles, como ya se ha dicho, los campesinos, los jóvenes y los sectores populares prometen la mayor protesta desde entonces. La capacidad de articular la ira social podría desencadenar nuevos hechos y poner al gobierno definitivamente contra la pared, llevándose consigo al vicepresidente Velázquez y al todopoderoso Cartes. La revuelta contra la mala gestión de la pandemia es un ejemplo para América Latina. Desde Brasil, un país que trágicamente se encuentra entre los peores en la lucha contra el Covid-19, expresamos nuestra solidaridad con el pueblo paraguayo, un ejemplo para todos nosotros.