Via Rebelión
El 11 de abril, en la segunda vuelta para dilucidar las elecciones en las gobernaciones de La Paz, Tarija, Pando y Chuquisaca, el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) perdió con un margen de 10 puntos de diferencia en cada una, lo que significa una reconfiguración del poder político territorial en el país, que puede determinar la elección presidencial de 2025.
En Tarija ganó Oscar Montes por “Unidos por Tarija” (UXT) con 55% frente al 54% del MAS, en Chuquisaca venció Damián Condori de Chiquisaca Somos Todos (CST)´con el 57% frente al MAS que obtuvo el 43% -14 puntos porcentuales de dustancia-, y en Pando ganó Regis Richter del Movimiento Tercer Sistema (MTS) con el 55% frente al MAS que obtuvo el 45%.
En La Paz el nuevo gobernador es Santos Quispe de Jallalla La Paz con el 55%, frente al 45% que obtuvo Franklin Flores, la apuesta del MAS. El joven aymara y profesional reemplazó en su candidatura a su recientemente fallecido padre Felipe Quispe, El Mallku, líder histórico indígena que tenía asegurado su triunfo como gobernador.
Está claro que ningún hijo hereda el conocimiento ni la experiencia del padre de por sí, pero Santos Quispere actualizó una disputa histórica de su padre con lo que calificó como una “cúpula de intelectuales blancos de clase media” que integran el MAS, a quienes acusaba de “utilizar de escalera” al indígena para acceder al poder, de ser racistas” y “cerrar el paso a nuevos liderazgos indígenas”.
Dentro del MAS hay muchas voces críticas de larga data a dicha cúpula partidista, engtre ellos el Chato Peredo -último guerrillero del Che-, el líder minero Orlando Gutiérrez (ambos fallecidos), y Segundina Flores de la Confederación de Mujeres Indígenas Bartolina Sisa.
Recientemente, Segundina afirmó que “Hay un equipo de mentirosos del MAS que hacen equivocar a Evo Morales” y que aún mantienen sus influencias. A este sector, apuntan también Santos Quispe y Eva Copa, desde Jallalla La Paz.
Mapa de poder territorial
Los resultados finales de las elecciones subnacionales del 7 de mazo y del balotaje del 11 de abril confirman que el MAS ganó sólo en tres de nueve gobernaciones (Cochabamba, Oruro y Potosí). A nivel alcaldías le fue mejor, pero hay que tener en cuenta que no existen en los municipios otras opciones como la de Jallalla La Paz, y la disputaban era entre la derecha y el MAS.
De 336 alcaldías, el MAS ganó 239, el 67% del total. También ganó y mantiene mayoría en la composición de las asambleas legislativas a nivel nacional. Perdió en las áreas metropolitanas en Santa Cruz, La Paz y Cochabamba frente a los golpistas.
Fernando Camacho fue electo gobernador de Santa Cruz con el 55,62% de votos, Iván Arias ex ministro de Obras Públicas de la presidenta de facto Jeanine Áñez, fue electo alcalde de La Paz con 49,52%, Manfred Reyes Villa, líder de lo que se llamó la Media Luna desde donde se articuló el intento de golpe de estado el 2008, ganó la alcaldía con 55,63%.
Esta victoria de los golpistas en lugares estratégicos abre una vía para una posible rearticulación de la ultraderecha, aunque por el momento,solo mantienen núcleos de poder regional, al carecer de unproyecto político nacional. Si bien el MAS nunca ganó en Santa Cruz, el hecho de que Camacho haya ganado la gobernación luego del golpe de estado, no es para subestimar.
Por su parte, Carlos Mesa, expresidente y candidato presidencial en 2020, quedó desdibujado en esta elección, donde no pudo capitalizar lo conquistado.
Nuevos liderazgos
El MAS perdió en El Alto de forma contundente frente a Eva Copa, expresidenta del Senado, quien fue expulsada por el MAS. Como candidato de la agrupación Jallalla La Paz ganó con el 68,70% de apoyo, generando el fenómeno Eva Copa en el país.
De esta manera, se produce el quiebre del voto duro indígena y la fractura al interior del MAS, originado por su expulsión, la que arrastró parte del voto del MAS hacia otras opciones”. Este fenómeno sucede en El Alto, un lugar histórico y de importancia vital en la escena política del país, núcleo de resistencia indígena, que era una vanguardia del MAS.
Es la segunda ciudad más poblada de Bolivia y la primera de La Paz. Es la ciudad donde se gestó la insurrección de la llamada “Guerra del gas” en 2003, que permitió la llegada al poder de Evo Morales en 2005, y también fue estratégica para el derrocamiento del gobierno surgido tras el último golpe de estado.
Si Eva Copa realiza una buena gestión como alcaldesa, su fuerza podría irradiarse a nivel nacional y podría disputar la presidencia en 2025. Es algo que ya suenafuerte en las calles.
Algunos analistas se preguntan si Eva Copa y Santos Quispe de Jallalla La Paz pertenecen a la derecha, son trotskistas funcionales a la derecha, o son parte del surgimiento de una nueva opción dentro la izquierda en el país. El análisis es tan complejo como la realidad boliviana diversa, ya que hay sectores del movimiento indígena que no se identifican con los polos políticos: derecha e izquierda tradicionales, sino que son indianistas.
Por ejemplo, El Mallku sostenía que el indígena era utilizado históricamente como“escalera” para ocupar cargos políticos y que este accionar era replicado tanto por la derecha como por la izquierda colonial. Y añadía que si bien la izquierda se “unía” a los indígenas, una vez llegado al poder no permitía que éstos ocuparan cargos decisivos de poder y abandonaban su filosofía andina.
Desde el pensamiento occidental político que reina en la región, que analiza todo desde una lógica binaria derecha-izquierda y con categorías conceptuales insuficientes para analizar la realidad de los pueblos originarios, es imposible comprender el pensamiento indígena.
Hay dos hipótesis al respecto de estos liderazgos: La primera sostiene que ambos son funcionales a la derecha como una especie de “trotskismo” o que son parte de la misma derecha. Incluso algunos sectores del MAS los acusó de estar financiados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EU y de ser una traidores aliados del golpismo.
La segunda hipótesis es que es parte de la conformación de una nueva opción que postula básicamente el pensamiento andino y, que desde una concepción occidental, se podrían catalogar como de “izquierda”. Recordemos que los principios filosóficos de la cultura andina están en la constitución boliviana y son los principios originarios del MAS.
Eva Copa afirmó en su campaña: “Me cansé de escuchar cada estupidez que dicen, que soy de la derecha y que soy golpista. Les quiero decir a esos señores, que yo sí tuve el valor de quedarme aquí con mi pueblo y luchar por mi gente y no me escondí”.
Cuando todo indicaba que iba a ser la candidata del MAS a alcaldesa por El Alto, fue descartada y ocupó ese lugar Ratuki Maquera, desconocido hasta ese momento. Luego, fue expulsada de las filas del MAS y en pos de disputar el poder y no conformarse con cargos políticos menores, pidió prestada la sigla de Jallala La Paz, se candidateó como alcaldesa y ganó con casi el 70% de apoyo. .
Tras su expulsión del MAS, recibió respaldo de varias personalidades del partido: Segundina Flores, ex dirigenta de las Bartolina Sisa, Esther Soria, gobernadora de Cochabamba, Lidia Patty ex asambleísta y denunciante del “caso golpe de estado” que tiene a Jeanine Áñez en la cárcel, “el Gringo” Gonzales expresidente del Senado de Bolivia, coincidieron en señalar la expulsión como un “grave error”. }
Al respecto el Gringo Gonzales sostuvo: “No comprendo los mecanismos con que la cúpula del MAS elige a sus candidatos”.
¿Cómo se explican estos resultados tras la victoria del MAS del 55%?
En primer lugar y principalmente hay que tener en cuenta que en las elecciones presidencials, en la que se impuso Luis Arce, esos votos no fueron propios del MAS, sino que fue un voto antigolpista. El mismo Felipe Quispe “El Mallku” llamó a votar al MAS, sin pertenecer a sus filas, ante el resurgimiento del fascismo en Bolivia.
En segundo lugar, hubo un voto castigo, producto del malestar que produjo la imposición de candidatos -“dedazos” sin reconocimiento de las bases-, muchos de los cuales eran rechazados. Durante la selección de candidatos se detactaron fuertes peleas que tuvo su punto álgido cuando el expresidente Evo Morales recibió un “sillazo”, supuestamente ante los desacuerdos por sus“dedazos”.
El exmandatario negó que este sea el mecanismo con que se eligen a los candidatos y que el “sillazo” vino de sectores de “la derecha” infiltrada. Eva Copa recibió el voto de los descontentos con los ”dedazos”. Lo mismo sucedió con varios exmasistas que, descartados por la cúpula, decidieron competir con otro partido y terminaron ganando las elecciones como el caso de la gobernación de Pando y Chuquisaca.
En tercer lugar, el “voto antimasista” que, por ejemplo, capitalizó Santos Quispe: sectores de la derecha lo votaron solo por odio al MAS.
También, confluyen diversos factores: las fuertes internas al interior del MAS, las diversas denuncias de corrupción especialmente por venta de cargos, la presencia de “pititas” (seguidores de los golpistas) en el Estado, cuestionamientos a la designación de algunos funcionarios, entre otros.
Estos factores se interaccionan con un pedido generalizado de renovación y profundización del proceso de cambio que fue promesa de la campaña presidencial de Arce y Choquehuanca en 2020.
Verónika Zapata. Periodista y psicóloga boliviana, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).