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Peru-1
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En medio de una extrema polarización exacerbada por la pandemia, 18 candidaturas disputaron unas elecciones en las que primó la fragmentación, al punto tal que el ganador en primera vuelta no llega al 20%. Ello hace suponer que la crisis política de gobernabilidad será una constante en el próximo periodo haciendo más urgente la necesidad de una salida constituyente.Todas las fuerzas de derecha en pugna buscaban llenar el vacío de representación política que padece el régimen desde hace algunos años; junto con ello, evitar que avance una alternativa de cambio centrando sus baterías contra Verónika Mendoza que aparecía arriba en las encuestas. Y vaya que hicieron su trabajo, pero la acción de la derecha no basta para explicar la derrota de JP.

El mediocre desempeño del gobierno de Sagasti pulverizó las aspiraciones de las opciones que se presentaban como de centro (Forsyth, Guzmán, Salaverry, Acuña). En una situación de crisis, la estabilidad es lo que menos importa, la gente prefiere arriesgar optando por ipciones disruptivas. Quienes se colocaron en los extremos capitalizaron el descontento de una u otra manera. Keiko por la derecha, Castillo por la izquierda. La situación no daba para salidas de “centro», había que radicalizar el discurso. Ello implicaba, desde JP, empalmar con la ira de la gente expresada en decenas de combates a lo largo de estos años.

El primer reto era recuperar el sur donde la radicalidad se expresó en el 2016 en la abrumadora votación por Vero y luego en enero de este año en el voto a FRAPAP y UPP que fue un voto de protesta. El segundo reto era unir las medidas de urgencia ante la emergencia sanitaria con las salidas de fondo haciendo eje en la necesidad de una Nueva Constitución y la soberanía sobre nuestros recursos. En ese proceso asumir una actitud abiertamente confrontacional con los responsables de la crisis, empresarios y políticos de derecha que lucran con la desgracia de nuestro pueblo.

A la luz de los resultados resulta obvio que Castillo supo expresar mejor esa radicalidad antisistema, mientras que desde JP se imprimió a la campaña un sesgo de moderación que al final nos pasó factura.Muchas de nuestras propuestas ante la emergencia marcaron la cancha, como el Bono Universal, impuesto a las grandes fortunas, eliminar los contratos de estabilidad tributaria, entre otras. Pero contradictoriamente, el llamado a un pacto estratégico con los empresarios, el saludo a «nuestras» FFAA y policiales, así como el anuncio de quedarnos en el Grupo de Lima, cuando ya Argentina se habia retirado, daban señales de buscar un cierto entendimiento con los responsables de la crisis.

Quierase o no, ello contribuyó a desdibujar la propuesta de cambio que representó Vero y el PJ en estás elecciones. Sin duda se abre un período de reflexión colectiva para profundizar el balance y sacar todas las lecciones sin renunciar a nuestro compromiso de construir una nueva izquierda desde Nuevo Perú. Y en relación a la segunda vuelta, solo queda cerrar filas con el profesor Castillo, sin dar un cheque en blanco. Hay temas en los que se requiere una toma de posición firme desde la izquierda, en primer lugar ningún pacto con la derecha. Hay que terminar con el «pragmatismo» de que todo se justifica con tal de llegar. O con el «realismo» que termina adaptándose sistema. El pueblo ha dicho su palabra, quiere un cambio profundo, ese sigue siendo nuestro norte.

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