Via Viento Sur
Los resultados de las elecciones de la Comunidad de Madrid han sido históricos, y de los que podrán realizarse extensas tesis doctorales en los campos de la sociología y ciencia política. Las derechas han arrasado con una alta participación de una forma generalizada en la inmensa mayoría de pueblos y ciudades de todo Madrid. Una victoria electoral de la reacción siempre tiene consecuencias negativas. Para empezar, supone un impacto negativo en el electorado de izquierdas e inevitablemente conlleva un efecto de desánimo y frustración entre el activismo social, sindical, vecinal y político. Pero para dar un vuelco a la situación actual, primero hay que entenderla con rigurosos análisis de clase. Al éxito en imponer un modelo económico y sociopolítico radicalmente neoliberal en Madrid contribuyen diversos factores. No podemos profundizar en todos ellos a la vez. Podemos hablar del uso demagógico de la inmigración, la gestión de la pandemia y el auge del nacionalismo españolista como aglutinante de la derecha. Pero son factores que no lo explican todo. Es muy probable que algunos de ellos ya existieran antes de la irrupción de Vox y de la extensión de la trágica pandemia del coronavirus. Por ejemplo, el carácter centralista de nuestro sistema, que se traduce en la concentración de sedes de grandes empresas, organismos de la cúpula judicial y militar, alto funcionariado del Estado, etc. En Madrid viven buena parte de las elites económicas y políticas españolas de diferentes rangos.
Existe una combinación de causas, algunas de ellas estructurales y particularmente complejas. No podemos olvidar que la Comunidad de Madrid ha estado durante décadas a la vanguardia en políticas conservadoras, reaccionarias y neoliberales. Durante muchos años se han aplicado privatizaciones y un debilitamiento constante de lo público en beneficio de lo privado. Esta política la han protagonizado gobiernos al servicio de los intereses empresariales en una escandalosa defensa del sector más rico de la sociedad. Las políticas neoliberales han supuesto profundos cambios sociológicos, ideológicos, urbanísticos, laborales, de pensamiento, etc., que han tenido consecuencias políticas e ideológicas perjudiciales para la izquierda y beneficiosas para la derecha. Hablamos de hegemonía ideológica de la derecha, y de que muy a nuestro pesar, hoy Madrid es turbocapitalismo, donde el capital privado ha conseguido ganar fuerza y terreno en todo. Hemos tenido a una alcaldesa de Madrid, Ana Botella, con continuas declaraciones menospreciando los efectos del cambio climático. Hemos soportado a un presidente de la CEOE, Díaz Ferrán, hoy en la cárcel, diciendo abiertamente que “Esperanza Aguirre es cojonuda”. Hemos tenido a un expresidente de la Comunidad en la cárcel, Ignacio González, al que encontraron en casa 900.000 euros en metálico cuando fue detenido. Sin olvidar que un consejero y ex alcalde del PP soltó en público que las feministas eran mujeres “amargadas y fracasadas”. Ni que decir de la trama Gurtel, o la Púnica, con la financiación de empresarios al PP y sus campañas electorales.
Gobiernos al servicio de la sanidad y educación privada y concertada
Si analizamos el ámbito educativo, encontramos que en España la educación privada y concertada ha aumentado frente a la pública. Un estudio de 2017 señalaba que en España hay menos alumnos en la educación pública que la media europea. Mientras en Europa la media de estudiantes en la pública era del 81 % en España era del 68 %1/. Entre 2007 y 2017 la inversión en educación pública creció un irrisorio 1,4 %, mientras que la concertada se benefició de un aumento del 25 %2/. En 2019 se publicó un estudio señalando que los colegios privados y concertados duplicaron sus ingresos en 13 años. No hablamos de un problema exclusivamente madrileño, pero no olvidemos que la Comunidad de Madrid suele estar a la cabeza en los estudios y estadísticas respecto a colegios privados, concertados y alumnos matriculados en dichos centros. En el año 2011 la Plataforma Soy Publica, realizó un estudio señalando que Madrid era la única Comunidad Autónoma que tenía más colegios privados que públicos, concretamente 1.605 públicos frente a 1.651 concertados o privados. Datos de la propia Comunidad de Madrid de 2018 indicaban que en diez años, del curso 2007/08 al de 2017/2018, de los 167.057 nuevos alumnos, 128.937 se matricularon en centros privados o concertados, lo que supone el 77,7 % del total3/. Bajo la excusa de libertad de elección y mientras se reducían los centros públicos, la inversión de gasto público en convenios con colegios concertados ha amentado año tras año. En 2006 se publicó que centros educativos madrileños del Opus Dei que segregan a los alumnos por sexo eran subvencionados con dinero público4/. El gasto público educativo destinado a la concertada en Madrid ha pasado del 13 % en 2002 al 19,7 % en 2017, quedando lejos del 8% que destina Canarias. Madrid ocupaba el segundo puesto en el ranking de gasto público en conciertos educativos, siendo solo superada por el País Vasco. Por el contrario un informe del BBVA ha señalado que Madrid es la Comunidad con menor gasto público en educación, siendo el País Vasco la primera5/. Es decir, de 17 CC AA, hay 16 que invierten más en educación que Madrid. Por tanto, el esquema madrileño se basa en disminuir inversión en educación pública, gastando en ella menos que nadie, y a su vez aumentar la inversión en la concertada hasta quedar de los primeros. Por si fuera poco también se regala dinero a la privada. El País publicó el año pasado que la Comunidad de Madrid gastaba dinero público en becar plazas de bachillerato de centros privados6/. Es sencillamente el colmo que un gobierno pague a quien quiera cursar estudios en una etapa educativa no obligatoria en centros privados. Proliferan y aumentan los cheques escolares para pagar a quienes no estudian en la red pública. En 2018, el gasto en estos cheques aumentó un 28 % llegando a los 1100 millones de euros7/. El año pasado se regalaron 51,2 millones de euros más de lo previsto en presupuestos a la concertada8/. Además, los gobiernos de la Comunidad de Madrid han estado cediendo edificios, terrenos y parcelas públicas para la construcción de centros concertados y privados. UGT denunció que con esta práctica9/ se habían entregado 82 parcelas entre el año 2000 y 2013, a precios irrisorios, con blindaje para varias décadas y en ocasiones con el Opus Dei de beneficiario. Hablamos de casi dos millones de metros cuadrados cedidos. Se ha degradado a la educación pública hasta niveles muy preocupantes, mientras que se ha potenciado la privada y concertada, creando una red de intereses favorables a la derecha. Se ha potenciado una falsa sensación de estatus y elitismo entre un sector de familias con hijos en educación privada y concertada, que se acompaña de “temor a la izquierda”. Un reciente artículo en el periódico La Razón se titulaba “La escuela concertada teme un gobierno de izquierdas”, en el que el secretario general de Escuelas Católicas de Madrid expresaba: “Si hay un cambio de gobierno, lo vamos a pasar mal”, añadiendo que la izquierda iba a entrar “a gobernar con el cuchillo entre los dientes contra la concertada”10/. En realidad, sucede que los gobiernos madrileños aseguran en público que defienden por igual la escuela concertada, privada y pública. Luego, en la práctica desprestigian y degradan la pública, y privilegian a la concertada para que tenga más atractivos (muchas veces falsos y engañosos), infraestructuras, recursos, menos masificación, etc., para crear la sensación de que meter a los hijos en la pública o volver a ella debe ser un horror, pensando que las diferencias son abismales. Por tanto, se intenta forjar una mentalidad común para despreciar y/o huir de lo público. Crean el caldo de cultivo a través de los medios reaccionarios para sembrar el pánico de que “viene la izquierda a obligarte a llevar a tus hijos a la pública”. Esta situación construida y calculada a través de decisiones políticas planificadas solo tiene una salida que se resume en una apuesta de izquierdas y valiente por acabar de una vez con los conciertos y aumentar drásticamente la inversión en la educación pública y su calidad en todos los sentidos.
En la sanidad también se ha potenciado lo privado frente a lo público. Madrid está a la cabeza en seguros sanitarios privados, no siendo superada por ninguna Comunidad Autónoma. Una cuarta parte de todos los seguros médicos privados en España son de madrileños. Por otro lado, estamos a la cola en gasto sanitario público, tanto en PIB como en euros por habitante, dedicando el 3,6 % del PIB. Ninguna Comunidad invierte menos en Sanidad en dichos términos. A su vez, uno de cada dos euros invertidos en sanidad es destinado a la privada11/. Más de la mitad de los hospitales madrileños son privados. Además, hay diversos estudios señalando que la privatización y gestión privada conlleva sobrecostes para el erario público. El Tribunal de Cuentas señalaba en 2018 que la asistencia a pacientes en hospitales madrileños concertados costaba seis veces más que la asistencia en un hospital público. Por otro lado, se ha normalizado que empresas controladas por Florentino Pérez consiguieran constantemente adjudicaciones de contratos millonarios con la Comunidad de Madrid, en ocasiones gracias a la privatización de servicios hasta entonces realizados en la red sanitaria pública. Ayuso adjudicó siete millones de euros a Clece, filial de ACS, para la limpieza de hospitales como el de IFEMA. Hablamos de prácticas naturalizadas que cada vez causan menor escándalo. Lo mismo ocurre sobre la relación del fútbol y los intereses empresariales. Un ex directivo del Real Madrid aseguraba en el diario As en diciembre de 2013 que en el palco del Bernabéu coincidían “los personajes más importantes del mundo de la política, de la judicatura, de la administración, de las grandes empresas y de los medios de comunicación”, y que “Florentino enarbola la bandera del Madrid para que le concedan una reunión con el presidente de cualquier país o con las empresas más importantes”, e incluso que “utiliza las giras para hacer negocios para ACS”12/. En este sentido, es preocupante que ante una situación tan evidente, no haya habido apenas protestas contra la propuesta de Superliga europea apoyada por Florentino. Nada que ver con la rebelión producida entre aficionados ingleses de equipos como el Liverpool, Chelsea o Manchester United.
El movimiento obrero madrileño ayer y hoy
La clase trabajadora de la Comunidad de Madrid ha cambiado significativamente en los últimos 40 años. La sociología urbana, vida social, el paisaje físico, urbano e industrial, modos de vida y pensamiento, dispositivos culturales, etc., han cambiado notablemente. Apenas quedan restos de aquellas concentraciones industriales en numerosos barrios y pueblos de la periferia, caracterizados por polígonos con grandes fábricas que empleaban a un elevado número de trabajadores, en donde la actividad y organización sindical era significativa. Existian numerosas empresas manufactureras en las que se fabricaban galletas, juguetes, ropa, etc. Incluso en empresas medianas de este tipo existía organización sindical. En los barrios había un movimiento y organización vecinal fuerte. El sindicato, barrio, lugar de trabajo, Asociación de Vecinos eran lugares de encuentro colectivos en los que el apoyo mutuo estaba significativamente extendido. Hablamos de un contexto sociopolitico que hemos perdido, y que cada vez se encuentra más olvidado. En Madrid contamos con ejemplos de Memoria Histórica muy recientes. Nunca se debería olvidar que en Parla, en una manifestación vecinal en 1979 contra la escasez de agua, un chaval de 14 años, Ursino Gallego murió a causa de las cargas policiales13/.
Por otro lado, hoy, cuando se percibe con naturalidad, e incluso como algo positivo, la construcción de centros comerciales, se olvida la masiva lucha vecinal de los años 70 y 80 contra la construcción del centro comercial la Vaguada. Vecinos, trabajadores y pequeños comerciantes exigían que la prioridad fueran los equipamientos sociales. Se creó el movimiento La Vaguada es nuestra, y se protagonizaron movilizaciones extraordinariamente masivas. Existía un sentimiento colectivo de que el centro comercial no era una necesidad social para el barrio, y tendría efectos negativos en el pequeño comercio. Aunque no se pudo paralizar su construcción, un movimiento organizado y reivindicativo consiguió que se arrancaran concesiones, como la construcción de biblioteca, parque, zonas verdes, piscina municipal, centro de salud, etc., como contrapartida. Hoy algo así sería impensable. En este sentido, el modelo de urbanismo actual no es impugnado lo suficiente, habiendo aspectos que no se cuestionan. Se ha impulsado un modelo de viviendas cerradas y aisladas del exterior en corralas, con equipamientos exclusivos. De esta forma se puede acudir al centro comercial usando el coche al que se llega al garaje desde el ascensor, sin necesidad de conectar con la calle. Este tipo de modelo de vivienda se equipara con una identidad de elitismo y estatus que conlleva una serie de implicaciones ideológicas. Mientras tanto, seguimos sin disponer de un parque público de viviendas masivo, bien dotado y de calidad. Y sigue siendo imposible acceder a la vivienda sin endeudarse en un contexto de precios de vivienda escandalosamente altos y salarios bajos.
Los planes empresariales de reconversión de los años 80 se sucedieron con éxito. La fábrica de Neveras Kelvinator de Getafe cerró en 1984 dejando en la calle a 2.400 trabajadores. Entre 1982 y 1984 hubo 6.090 despidos por cierres de empresa solo en Getafe14/. La fábrica de ascensores Boetticher de Villaverde cerró en 1992. Las fábricas que no cerraron sufrieron reestructuraciones y conocieron procesos de subcontratación y de degradación de condiciones laborales, y en muchos casos terminaron cerrando. Un ejemplo que podemos citar de este tipo es Standard Eléctrica, situada en la carretera de Toledo a la altura de Villaverde, que cerró definitivamente en el año 2001. El movimiento obrero y vecinal era capaz de realizar convocatorias de huelgas sectoriales y locales de seguimiento extraordinariamente masivo contra el paro y los cierres, como la de 1980 en Fuenlabrada, y Getafe en 198115/, y mayo de 198216/. Pero pese a la masividad de las luchas, la mayoría terminó en derrota. A la vez que se cerraban centros y fabricas emblemáticas, se configuraban nuevos polígonos industriales, aumentaban empresas del sector servicios, y se abrían centros comerciales. Estas transformaciones industriales cambiaron radicalmente diversos barrios y municipios. Poco se parece el barrio de la famosa Colonia Marconi de Villaverde a como era hace décadas. No podemos decir que estas transformaciones crearan mejores empleos, con más derechos y socialmente mas útiles. El paro aumentaba, y el empleo a su vez se precarizaba. La estabilidad laboral se reducía drásticamente, y la organización sindical también disminuía. El proceso ha sido imparable. Hoy existen numerosos polígonos industriales de empresas pequeñas y medianas e incluso grandes, en donde apenas hay secciones sindicales, comités de empresa, o comités de seguridad y salud. A veces, únicamente se dan conflictos puntuales y se opta por la vía judicial donde la defensa legal no la llevan abogados laboralistas de un sindicato, sino el abogado de Legalitas o de otro seguro privado. Es importante insistir en los parques de ocio y comerciales, con grandes concentraciones de trabajadores a quienes se explota descaradamente, con intensas jornadas laborales, turnos cambiantes, horarios que imposibilitan la conciliación, trabajo en domingos y festivos, bajos salarios, sensación de inseguridad e incertidumbre, etc. Son lugares con alta concentración de trabajadores, en los que existe una escasa implantación sindical, con empresas y convenios colectivos diferentes, subcontratas, etc. Por tanto, en la mayoría de los lugares de trabajo se ha perdido capacidad para organizarse, fomentar la conciencia de clase y tejer redes de apoyo, defensa mutua y solidaridad. Es necesario potenciar las secciones sindicales y la organización en las innumerables empresas y trabajos donde no existe presencia sindical. No es un problema de Madrid, sino mundial. En todo caso, apenas se ha hablado de cuestiones laborales en la campaña. Muchas veces se dice “La izquierda lo ha hecho mal”, lo que suele ser correcto, aunque no se suele decir por qué. En este sentido no hemos oído a nadie decir que entre enero y febrero de este año se han producido 11.422 accidentes laborales en jornada en la Comunidad, 84 de ellos graves, y que en esos dos meses 16 trabajadores han muerto en Madrid por sufrir un accidente de trabajo, siendo la Comunidad con más accidentes laborales mortales. En 2020 murieron 55 trabajadores, en 2019 fueron 43 y en 2018 murieron 65. En Madrid hay serios problemas de explotación laboral y pobreza, sobre los que debemos insistir. Hay más de un millón de madrileños en riesgo de pobreza17/. El 7,8% de la población madrileña sufre la pobreza extrema18/.
La campaña electoral
La campaña electoral se ha caracterizado por ser la derecha quien ha llevado la iniciativa en todo momento. Incluso en el debate en torno de la hostelería, nadie ha señalado que las nuevas franquicias de bares y restaurantes están devorando los pequeños bares y restaurantes locales de toda la vida. Se ha debatido de lo que ha querido la derecha, eligiendo los temas con los que más cómoda se sentía, con grandes dosis de hipocresía, contradicciones y demagogia. No es nuevo el lema reaccionario de “yo o el caos”. Se ha hablado en exceso de los disparates y propuestas de Vox, sin señalar sus puntos débiles y contradicciones. Decir que el “fascismo es malo” no es suficiente, y hay que argumentar el por qué. En primer lugar, señalando y ridiculizando sus contradicciones. Vox ha insistido en que “la gente no quiere salir de casa porque te la ocupan, y además te atracan y violan por la calle los extranjeros”, y a su vez decían “la gente quiere libertad, salir a la calle sin restricciones y toque de queda”. Nadie les ha señalado para empezar que el primer discurso se contradice radicalmente con el segundo. Se ha levantado la bandera de “fascismo o democracia” en abstracto, sin que conectase con capas amplias de población. El principal problema de la campaña de la izquierda ha sido caer en las trampas de la derecha para que se hablara siempre de lo mismo y en abstracto. PSOE, Podemos y Más Madrid han compartido un comportamiento: no hablar de contenidos concretos del programa electoral y contraponerlo y compararlo con el de la derecha. Hablamos de programas muy moderados, insuficientes, pero que incluían propuestas atractivas e interesantes, de las que no se han enterado ni siquiera buena parte de sus votantes y seguidores. De esta forma el argumentario para convencer cada uno a su entorno se ha reducido a “que vienen los fascistas”, o en una defensa de la educación y sanidad pública en abstracto sin propuestas concretas. Podemos se ha encontrado con el desgaste de estar en un gobierno, el cual no ha aplicado reformas y políticas de izquierdas de calado. No se ha derogado la reforma laboral, se ha alejado cualquier posibilidad de banca pública, mientras día si y día no se habla de endurecer el acceso a la jubilación. Algunas de las conquistas más positivas han sido aprobadas por pactos entre PSOE y Podemos cuando estos últimos no estaban en el gobierno: permiso de paternidad a 16 semanas y subida del SMI a 900 euros. Prueba de que se podían arrancar concesiones importantes sin necesidad de participar en el gobierno. En definitiva, que Podemos forme parte del gobierno estatal no les ha beneficiado electoralmente, incluso al contrario. Aquí puede estar una de las claves de la subida electoral de Más Madrid. Y volviendo a la escasa difusión de su programa, no se ha difundido que la candidatura de Pablo Iglesias proponía crear una banca pública autonómica. Hablamos de una propuesta muy positiva e interesante que no ha sido objeto de debate con la derecha, ni de difusión pública. Aunque tampoco olvidemos que Manuela Carmena llevaba en su programa la creación de una banca pública municipal, y tan solo dos días después de ser investida alcaldesa anunció que no iba a cumplir con dicha promesa, dado que su programa era “un conjunto de sugerencias”19/. En este sentido, no podemos olvidar que aquel gobierno municipal se caracterizó por renuncias programáticas, como la remunicipalización del servicio de basuras. Se claudicó ante la intervención de Montoro, pese a que el Ayuntamiento presentaba superávit. Vergonzoso episodio que provocó la dimisión del concejal Sánchez Mato. Otra gestión diferente del ayuntamiento hubiese podido ser un buen antídoto frente a las derechas. Precisamente era lo que quería Montoro: evitar un ejemplo de gestión municipal positiva con éxito y atractivo social y electoral.
Nadie ha recordado que en 2011 el consejero de Transportes nos aseguraba que el metrobus no existía, y que en una década los precios del transporte público han subido exponencialmente. En esta importante cuestión Podemos no ha difundido lo suficiente su propuesta de unificar el precio de los abonos sociales a 30 euros para no perjudicar a quienes vivan lejos de la capital, aumentar el abono joven de 25 a 30 años, abono gratuito hasta los 18 (ahora es hasta los 6), rebaja del 75% del precio en jubilados, etc. Sin ser intención de hacer propaganda al PSOE, tampoco han explicado que proponían abono gratuito hasta los 14 años y transporte público gratuito los días de alta contaminación. Eran propuestas más atractivas y avanzadas que las del PP, que solo proponían transporte público gratuito para mayores de 65 años. Y qué decimos de Vox, que no proponía en un programa electoral de una página con 10 puntos, uno de ellos sobre la defensa de la caza en Madrid, frente a las 84 páginas del programa del PSOE, 26 de Más Madrid y 162 de Podemos. Haber dedicado unos minutos en el debate electoral televisivo a estos puntos hubiese conectado más que los llamamientos en abstracto sobre el peligro de la ultraderecha. Al igual que hubiese sido útil explicar la propuesta de Podemos de incorporar la salud bucodental, asistencia psicológica, fisioterapia y otras prestaciones a la cartera de servicios sanitarios públicos y gratuitos. Incluso el PSOE incluía en su programa una Ley de Salud Bucodental que, aunque insuficiente, incluía evidentes mejoras. De todo esto nada decía Vox y el PP. Podemos incluía en su programa limitar los precios del alquiler al 30 % del salario, 40.000 viviendas sociales, rebajar los precios de matrículas universitarias a niveles de 2008, ratio de 15 alumnos por aula y profesor, aumentar la plantilla de profesores con 10.000 más, etc. Pese a ser propuestas moderadas, e incluso insuficientes en algunos casos, si se hubiese enfrentado a la derecha en estos términos, el debate hubiese despertado mayor interés, y el propio debate y diálogo al día siguiente en los centros de trabajo, en la calle y en el entorno de cada uno. Urge armarse de propuestas, programas y argumentos concretos, genuinamente de izquierdas, sobre los que unirse colectivamente. Y que estos supongan claras mejoras en las condiciones de vida y trabajo, y se difundan, debatan y conecten con trabajadores, parados, pensionistas, jóvenes. En definitiva, tras el batacazo electoral debemos huir del “no hay nada que hacer”. Todo lo contrario. Quienes defendemos con firmeza la perspectiva de transformación social de carácter anticapitalista sabemos que quedan muchas cosas por hacer, y que urge impulsar tareas y batallas de concienciación, reflexión, debate y de luchas para vencer al fascismo, la ultraderecha, el neoliberalismo y el propio sistema capitalista, en primer lugar aprendiendo y sacando lecciones de los errores.
Notas
1/ Sánchez Caballero, D “España, entre los países de Europa con menos escuela pública y más concertada”. Eldiario.es, 16/03/2017. España, entre los países de Europa con menos escuela pública y más concertada (eldiario.es)
2/ Sistema estatal de indicadores de la educación 2019. Ministerio de Educación y Formación Profesional. seie-2019.pdf (educacionyfp.gob.es)
3/ González, M: “La escuela concertada y privada creció en Madrid 3,5 veces más que la publica en la última década”. El boletín, 18/06/2018. La escuela concertada y privada creció en Madrid 3,5 veces más que la pública en la última década | EL BOLETIN
4/ Hidalgo, S; Sanchez, E: “Seis colegios que separan a sus alumnos por sexos reciben ayudas de educación”. El País, 19/03/2006.
5/ Silió, E: “El gasto público en educación difiere hasta en un 63% entre comunidades”. El País, 18/09/2018.
6/ Grasso, D; Mateo, J.J; Ferrero, B “Madrid paga con fondos públicos plazas de bachillerato en al menos 15 centros privados”. El País, 13/02/2020.
7/ Grasso, D; Mateo, J.J; Ferrero, B “Madrid paga con fondos públicos plazas de bachillerato en al menos 15 centros privados”. El País, 13/02/2020.
8/ Torres Benayas, V: “La Comunidad de Madrid trasvasó 51,2 millones más a la concertada en el último año”. El País, 01/12/2020.
9/ “UGT denuncia concesión alegal de terrenos públicos a colegios concertados”. La Vanguardia, 12/03/2015.
10/ Ruiz, R: “La escuela concertada teme un gobierno de izquierdas en Madrid”. La Razón, 28/04/2021.
11/ Hidalgo, J.C: “El sector privado ya absorbe uno de cada dos euros del dinero destinado a la sanidad publica de Madrid”. Publico, 27/01/2021.
12/ Ruiz, M: “Florentino utiliza las gitas para hacer negocios para ACS”. As, 05/12/2013. “Florentino utiliza las giras para hacer negocios para ACS” – AS.com
13/ “Ursino Gallego, de catorce años, muerto en Parla por el impacto de una bola de goma”. El País, 06/03/1979.
14/ Monteira, F: “El experimento industrial de Getafe”. El País, 13/04/1986.
15/ Serrano, R: “Huelga general en Getafe en solidaridad con los trabajadores de la empresa John Deere”. El País, 20/11/1981.
16/ Serrano, R; Monteira, F: “Getafe, totalmente paralizado ayer por la huelga general”. El País, 19/05/1982.
17/ Valdes, I; Sosa Troya, M: “Madrid, un millón de personas en riesgo de pobreza. El País, 18/04/2021.
18/ “El 7,8% de la población de Madrid vive en pobreza extrema”. La Vanguardia. 16/07/2021.
19/ “Carmena renuncia a crear un banco público como iba en su programa”. El País, 16/06/2015.