Algunos logros del estallido social en Colombia
Via Rebelión
Hemos caracterizado la formidable movilización social que está en desarrollo en Colombia desde el 28 de abril del corriente año (2021) como un estallido social. Son más de 42 días de marchas, plantones, concentraciones, bloqueos de vías y carreteras de diversa naturaleza e impacto, en donde la constante ha sido la represión violenta y criminal por parte del Estado, y en donde el apoyo de la población ha sido mayoritario y visible.
A pesar que el Comité Nacional de Paro (CNP) conformado por las centrales obreras, sindicatos y otras organizaciones sociales no ha suspendido el movimiento, que La Minga Indígena con sectores campesinos y cocaleros agrupados en torno al “Pacto Social”, y los Jóvenes Rebeldes en proceso de articulación en la Unión de Resistencias, han decido mantener activa la movilización callejera, es evidente que la protesta entró en una fase de agotamiento que no sabemos si en el corto plazo pueda reactivarse o vuelva a brotar más adelante.
Antes de avanzar sobre una evaluación que permita construir algunas lecciones, es necesario reiterar varios aspectos importantes sobre los logros de esta estupenda y entusiasmadora experiencia de lucha social, política y cultural que han protagonizado millones de colombianos, a fin de realizar un análisis que debe ir más allá de los balances puntuales y coyunturales.
Tal evaluación queda pendiente para futuros escritos y debe contener como mínimo una periodización del proceso de lucha con sus antecedentes, la descripción de los actores sociales y políticos protagonistas, el análisis de las actitudes desarrolladas por las fuerzas más organizadas, una caracterización más detallada de lo que llamamos “estallido social”, un balance de las estrategias impulsadas por las organizaciones políticas que influyen en el movimiento social colombiano frente a la estrategia del Estado (y de los diferentes sectores de las castas dominantes), y unas lecciones que sirvan para preparar las fuerzas populares para los nuevos retos que están encima. Todo para alimentar el necesario y fraternal debate.
Los logros
Hay que decir que el estallido social mismo es un gran logro en una sociedad que por vivir en medio de la violencia había caído en una especie de inercia y letargo. El impacto y la duración del movimiento sólo se pueden explicar por el amplio y masivo apoyo que ha tenido de gran parte de la sociedad, aún de aquellos sectores que rechazan algunas formas de lucha como los bloqueos o cierres de vías o carreteras, pero que son conscientes de las causas estructurales que han generado tal grado de inconformidad y protesta.
Se destacan las expresiones artísticas de la juventud que están en el centro de las protestas, que en realidad son verdaderos performances y obras de arte en donde se involucran miles de personas, especialmente jóvenes y mujeres. Ha sido un fenomenal y creativo proceso de encuentro entre diferentes sectores sociales que poco a poco se está profundizando a medida que la solidaridad y apoyo ha requerido de acciones más visibles y decididas.
La forma como los logros políticos y reivindicativos han sido arrancados al gobierno sin necesidad de negociar formalmente -al mejor estilo de lo ocurrido recientemente en Chile- son aspectos a señalar y analizar, por cuanto se corresponden con la potencia del movimiento y con la diversidad y complejidad de los actores comprometidos. Es más, el estallido social alcanzó a acorralar al gobierno y colocarlo en “estado de renuncia”, pero en realidad el grueso de las personas que apoyaban la protesta no estaban interesadas en aventuras insurreccionales.
La reacción violenta del gobierno que ha incluido la acción asesina de la policía y la utilización de civiles armados (paramilitares) y que produjo más de medio centenar de jóvenes protestantes asesinados, no sólo generó una profunda crisis de gobernabilidad en el país hasta el punto de que las castas dominantes recurrieron a la militarización de las regiones y ciudades más movilizadas, sino que, trajo como consecuencia el desenmascaramiento del gobierno a nivel internacional. Ha quedado claro que este gobierno hace parte de un régimen antidemocrático y violador de los derechos humanos.
El mayor logro hasta ahora alcanzado es la conciencia adquirida en el proceso del despliegue de la fuerza popular y algunas nuevas formas de organización que están en pleno surgimiento, como son las Asambleas Populares que están proceso de construcción y organización, y que de lograr consolidarse y hacerse permanentes, podrán constituirse en los gérmenes de un verdadero poder paralelo, expresiones de una efectiva autonomía e independencia política, y en órganos de poder popular que rompan con el control institucional que ha predominado y limitado al movimiento social y político de nuestro país.
Un recorderis pertinente
Este proceso de movilización social y política ha centrado su lucha en enfrentar al Gobierno de Duque (Uribe). No obstante, es necesario entender que estamos frente a un Régimen criminal y mafioso. Dicho régimen debe ser caracterizado y entendido para poderlo derrotar. Por ello es necesario clarificar las diferencias entre régimen y gobierno.
El régimen político tiene que ver con el carácter del ESTADO que en Colombia es “colonial-capitalista-oligárquico”. El actual gobierno de Uribe-Duque hace parte de ese régimen pero tiene sus particularidades. Ejemplo, tiene diferencias con el gobierno de Santos, así sean mínimas.
A Duque lo controla una alianza mafiosa-terrateniente mientras que el gobierno de Santos era liderado por la oligarquía-capitalista transnacional que acepta a las mafias pero no las quiere al frente del poder político, no por pruritos o valores morales sino por intereses geopolíticos.
Es decir, el régimen político es una formación de tipo estructural-sistémico mientras los gobiernos son grupos de personas que representan clases y sectores de clase (partidos) que gestionan sus intereses desde el aparato de gobierno (responden a intereses particulares y a momentos coyunturales).
Estos aspectos de la naturaleza del Estado debemos estudiarlos más al detalle para no caer en idealismos que frustren más adelante nuestras expectativas. Es necesario, por tanto, entender que, aún si el progresismo colombiano accede al gobierno tendrá que diseñar una estrategia para convivir dentro de ese Régimen Político. Es decir, deberá desarrollar formas de socavarlo y superarlo, o de lo contrario terminaremos en un callejón sin salida.
Ese es el problema que los gobiernos progresistas y de izquierda de América Latina (y Grecia y parcialmente España) se han encontrado y no han podido enfrentar ni resolver. Es un tema a profundizar si no queremos terminar “adornando” el régimen colonial-capitalista-oligárquico con algunas flores progresistas y limitarnos a gestionar el “Estado Heredado” sin hacerle un solo rasguño al Gran Capital (dentro del cual está el capital de las mafias).
La iniciativa que el estallido social acaba de dejar sobre el escenario de lucha es que el pueblo y los jóvenes movilizados deben construir Asambleas Populares (permanentes), o sea, “poderes paralelos” (desde abajo), gobiernos autónomos, formas de organización independiente de la institucionalidad existente, para poder avanzar hacia cambios verdaderamente estructurales.
Es un asunto que debe debatirse con toda seriedad.