Declaración adoptada por la Conferencia Presidencial Nacional del NPA organizada los días 26 y 27 de junio de 2021.
Tras 18 meses de pandemia, ha quedado claro que el sistema capitalista es incapaz de resolver los grandes problemas de la humanidad, sino que, al contrario, acaba creando otros nuevos. Utilizando la estrategia del shock con ocasión de esta crisis sanitaria, las clases dominantes amplifican su ofensiva contra las clases trabajadoras: destrucción de empleo y despidos, reestructuraciones, desarrollo de la precariedad, cuestionamiento de las libertades democráticas… La caza a los beneficios por parte de una minoría pone en peligro los empleos, la salud de la mayoría de la población mundial, así como el estado del planeta y el futuro de la humanidad. Ya es hora de acabar con este injusto orden capitalista y de avanzar hacia una sociedad que organice la producción y las relaciones sociales en función de las necesidades sociales y de las necesidades ecológicas, llámese ecosocialista, comunista o autogestionaria.
La crisis sanitaria es reveladora a muchos niveles, ya sea por el origen de la pandemia o por la incapacidad de las autoridades para reaccionar, para frenar la máquina del lucro en detrimento de la salud de las personas que están en “primera línea», así como del mundo del trabajo en su conjunto. La propiedad privada ha aparecido a gran escala en contradicción con la defensa de nuestras vidas, como ilustra el mantenimiento de las patentes sobre las vacunas. Todos los niveles de crisis -sanitaria, ecológica, económica, social, democrática- se combinan para producir un sombrío balance para el capitalismo. ¡Esto no puede continuar! No lo dice sólo el NPA, sino millones de personas explotadas y oprimidas que defienden sus derechos más elementales en distintas partes del mundo.
Ante un gobierno a la ofensiva, la ira social está presente
Desde el inicio del gobierno de Macron, la ira social no ha desaparecido, sino ¡al contrario! Ni los confinamientos ni la acumulación de leyes represivas han eliminado la radicalidad de la experiencia de los Chalecos Amarillos o la de la huelga contra la reforma de las pensiones del invierno de 2019-2020, las movilizaciones de la juventud por el clima, contra el racismo y el sexismo. El seguro de desempleo, la violencia policial, las ofensivas islamófobas y racistas, las leyes autoritarias y liberticidas, las políticas que incendian el planeta: no han faltado motivos de movilización en el último año para que la revuelta contra la política del poder se desconfine. También se desarrollan luchas en el terreno de la defensa de los derechos: de las mujeres desde el movimiento #Metoo, de las personas LGBTI, en particular en torno al PMA (procreación médica asistida), de las y los migrantes y contra la violencia policial y racista.
La necesidad de construir un movimiento global, una confrontación que pueda llegar hasta el final para conseguir victorias, está ahí. Porque, en ausencia de estas victorias sociales y perspectivas políticas para salir de este sistema, comienzan a soplar los peores vientos. Desde el gobierno hasta el Rassemblement National, pasando por la llamada derecha «clásica», el discurso sobre el «islamo-izquierdismo» y el separatismo, las declaraciones de los militares, la manifestación de los policías a la que se sumaron varios dirigentes políticos frente a la Asamblea Nacional… participan de la misma dinámica. El ascenso al poder de la derecha y la extrema derecha tiene profundas raíces sociales, que se han desarrollado en el terreno abonado por cuarenta años de políticas racistas y antisociales. Las ideas de extrema derecha van en aumento, tanto en la sociedad como en el aparato estatal, especialmente en la policía y el ejército, y el gobierno es el principal responsable de ello.
Falta de alternativa, amenaza de la extrema derecha
Navegando sobre la desesperación de las clases trabajadoras, el RN intenta desviar la ira hacia un proyecto mortífero, liberal, racista e identitario. La toma del poder por parte de la extrema derecha se ha convertido en algo concebible, con todos los peligros que ello supondría para los derechos y libertades democráticas, para todas y todos, y para las organizaciones del movimiento social. Pero luchar contra la extrema derecha no es rehacer la «unión de la izquierda», una unión electoral entre partidos de izquierda desacreditados por sus políticas pasadas y que en el mañana actuarían como fieles gestores de los intereses capitalistas.
Porque en el espacio de la izquierda, lejos de hacer frente a esta situación, los diques van cayendo uno tras otro. Desde el PS hasta el PCF, pasando por el posible candidato de EÉLV, todos estos partidos gestores del sistema se han desviado al ir a manifestarse junto a policías rabiosos y junto a la extrema derecha.
Jean-Luc Mélenchon y LFI no serán nuestros adversarios en las elecciones presidenciales, pero son la expresión de un populismo de izquierdas que se niega a enfrentarse a este sistema hasta el final. Es decir, a atacar los beneficios, la propiedad privada, el poder patronal y las instituciones. Está claro que no representan una alternativa para el campo de las y los explotados y las y los oprimidos. Las posiciones de la LFI para la segunda vuelta de las elecciones regionales muestran particularmente que esta organización no rompe con la izquierda institucional.
Las últimas elecciones regionales y departamentales son ricas en lecciones. Decenas de millones de trabajadores, empleados, jóvenes y clases populares no acudieron a votar. El partido en el poder, LREM, demuestra tener un tope del 10% de las y los votantes. Esto muestra el rechazo a la anunciada confrontación entre Macron y Le Pen el próximo año, sin que se esboce la más mínima alternativa popular y progresista. El RN, más débil de lo anunciado, sigue apareciendo como el principal opositor a los «salientes», ya sean LR o PS.
Es en este contexto que comienza la secuencia de las elecciones presidenciales. Esta debe ser la ocasión de popularizar parte de nuestro programa para restablecer la confianza en un proyecto anticapitalista y revolucionario.
La ausencia de representación política anticapitalista de masas, la ofensiva reaccionaria y el retroceso de las luchas sociales, el aumento de la desesperación y el miedo a un futuro sombrío, son elementos que pesan sobre la situación. Por eso, un eje central de nuestra campaña será el construir frentes contra los temas reaccionarios y plantear la necesidad de combatir a la extrema derecha de a pie construyendo las más amplias movilizaciones unitarias.
Queremos llevar la idea de que las y los de abajo irrumpan en la escena política, que las y los explotados y las y los oprimidos se representen a sí mismos, para acabar con la explotación capitalista, la destrucción del planeta y todas las opresiones. Esto debe estar en el centro de nuestra campaña.
Una campaña basada en las urgencias sociales, ecológicas y democráticas
– Garantizar una vida y un salario digno para todos.
Se trata de garantizar una vida digna con unos ingresos durante toda la vida, al menos iguales a un salario mínimo de 1.800 euros netos, incluso cuando se está en paro, estudiando, buscando trabajo o jubilado. Todo el mundo debe poder tener un trabajo que satisfaga las necesidades de la sociedad y la preservación del planeta. Esto requiere una reducción masiva de las horas de trabajo, sin que haya un aumento del ritmo de trabajo, en paralelo a un aumento de los salarios de 400 euros al mes para todos. Este reparto del trabajo entre todas y todos es la única manera de acabar con el desempleo. También significa quitarle a los capitalistas el derecho a decidir sobre nuestras vidas, prohibiendo los despidos. También queremos desarrollar lo que hace que la vida sea «bella», la diversidad de expresiones artísticas y culturales…
– Controlar, socializar y ampliar los bienes comunes para resolver la emergencia social, sanitaria y ecológica.
Proponemos reforzar los servicios públicos existentes y crear otros nuevos. En los sectores de la sanidad, la industria farmacéutica, la educación, la energía o el transporte, los capitalistas se han cebado lo suficiente, destruyendo el planeta y nuestra salud. Debemos expropiarlos y nacionalizar los bancos en un monopolio público. Defendemos el transporte gratuito y otros servicios.
El productivismo y la carrera por los beneficios impiden la reorganización de la producción y amenazan al planeta. Es urgente planificar la reorganización de la economía sobre una base ecológica y democrática. Esta es la única manera de preservar todos los puestos de trabajo al tiempo que se produce de forma diferente y se preserva el planeta.
– Acabar con un régimen autoritario, racista e injusto
Para controlar nuestra ira, el gobierno refuerza los medios represivos y autoritarios del Estado, y trata de enfrentarnos entre nosotros: nuestros enemigos, según ellos, son las y los inmigrantes, las feministas, los LGBTI…
Nuestra campaña defenderá la necesidad de acabar con esta república imperialista de los ricos y la patronal y del presidencialismo particularmente encarnado por Macron. Los salarios de los cargos electos se reducirán al salario medio de la población y todos los cargos electos serán revocables durante su mandato.
La policía, gangrenada por la extrema derecha, mantiene el orden social mediante la violencia y el racismo. Nos oponemos a la represión policial y reclamamos la abolición de los cuerpos especiales de represión (Brigada Anti Criminalidad – BAC –, Brigadas motorizadas para represión de acciones violentas – BRAV – …).
A contracorriente, frente al aumento del racismo y la islamofobia, seremos los únicos que defenderemos la solidaridad internacional, con la libertad de circulación y asentamiento, con o sin papeles, y el derecho de voto para las y los extranjeros.
Lideraremos la batalla contra la violencia y por la igualdad de derechos para las mujeres y las personas LGBTI. La crisis sanitaria nos ha recordado la necesidad de revalorizar los trabajos de las y los primeros en hacer los “marrones” y de socializar las tareas «reproductivas».
En esta campaña, tenemos la voluntad de unirnos para cambiar la relación de fuerzas, para construir una contraofensiva, una movilización global del mundo del trabajo con huelgas masivas, manifestaciones, revueltas. Porque no hay un «salvador supremo», debemos unir a nuestro pueblo para luchar y defender nuestros derechos.
Defendemos la perspectiva de una ruptura con el capitalismo: construir conscientemente nuestras luchas, nuestras movilizaciones para ejercer nuestro control sobre la organización de la sociedad, de la producción, para reconstruir asociaciones, sindicatos y marcos de autoorganización. Por un gobierno del mundo del trabajo, tan fiel a los intereses de nuestro campo como Macron y Le Pen a los de los capitalistas.
Propondremos a quienes se encuentren en nuestras perspectivas que se reagrupen sin demora. Las y los explotados y las y los oprimidos necesitan un partido para la transformación revolucionaria de la sociedad, que debe ser mucho más amplio que el NPA, más implantado en los lugares de vida, trabajo y estudio. Una herramienta para contribuir al derrocamiento del capitalismo, hacia una sociedad ecosocialista, para la emancipación de la humanidad.
Philippe Poutou defenderá los colores anticapitalistas y revolucionarios
Presentamos la candidatura de Philippe Poutou porque encarna la necesidad de enfrentarse a este sistema, de organizarse para ello y de defender la perspectiva de una sociedad libre de explotación y opresión. Esto es lo que queremos contribuir a llevar a la calle y a las urnas.
No es un político profesional. Un obrero que luchó contra la Ford, uno de estos grupos industriales que nos pone al borde del colapso, despedido tras de 10 años, es un obrero que no se rinde y hace política, se opone a las grandes empresas, y quiere deshacerse de Macron y de todos los políticos, de derecha o de izquierda, al servicio de las clases dominantes. A través de su actividad militante, política y sindical, también representa nuestro deseo de unirnos y tomar las riendas de nuestros asuntos.
Porque rechazamos la personalización, queremos liderar una campaña colectiva que muestre una diversidad de perfiles de compañeros de las luchas de los últimos años. Así, junto a nuestro candidato y a los portavoces del NPA, crearemos un colectivo de portavoces para la campaña de Philippe Poutou.
Paris el 27 de junio 2021