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El pasado domingo 12 de septiembre se celebraron las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), elecciones internas en los partidos de Argentina; la elección primaria indica las tendencias fundamentales para la elección parlamentaria de noviembre, cuando se renueva la mitad de los escaños de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado argentino. Los resultados fueron un desastre para el gobierno peronista. Incluso esta semana, como consecuencia de la derrota electoral, se ha abierto una crisis en el seno del Gobierno, con la dimisión de parte de los ministros.

Es muy importante seguir la política del país vecino. De vez en cuando, Bolsonaro se pronuncia contra el modelo de gobierno de Alberto; una parte de la centroizquierda toma al gobierno peronista como referencia de un modelo igualitario y democrático. Incluso Guilherme Boulos apoya los movimientos de la llamada ala izquierda del gobierno y recientemente transmitió en vivo con Axel Kicillof, el gobernador peronista de izquierda de la provincia de Buenos Aires. Teniendo en cuenta las particularidades, Argentina activa dos elementos: tanto Bolsonaro cita a Argentina como un mal ejemplo, como parte de la oposición y sectores incluso de la izquierda se hacen eco con el peronismo, especialmente su «ala izquierda», el peronismo K.

En otras palabras, entender lo que ocurre en el país «hermano» es fundamental, sobre todo en un escenario de una América Latina movilizada y llena de contradicciones. Veamos los resultados con más detalle.

El peronismo tuvo su peor resultado histórico en elecciones de este tipo. La alianza «Frente de todos», compuesta por Alberto Fernández/Cristina Kichner, perdió en 18 provincias, incluidas las cinco más grandes; la derrota más amarga fue en la provincia de Buenos Aires, donde gobierna, y en Santa Cruz, la cuna del kirchnerismo.

La periodista Sylvia Colombo escribió para Folha de Sao Paulo: «Al final, la principal fuerza de la oposición, la coalición de centro-derecha Juntos por el Cambio, obtuvo el 40,02 por ciento de los votos a nivel nacional, mientras que el peronismo obtuvo el 31,03 por ciento». En la provincia de Buenos Aires, Juntos por el Cambio, con la incorporación de sus dos candidatos, superó al peronismo. La coalición macrista ganó por un amplio margen en la Ciudad de Buenos Aires, con María Eugenia Vidal alcanzando cerca del 50 por ciento frente a sólo el 24,66 por ciento del oficialista Santoro. Este padrón de resultados se repitió en todo el país.

La primera gran conclusión es la derrota del gobierno. Alberto Fernández fue el gran perdedor de la noche del domingo. El fracaso peronista abrió una crisis en el seno del gobierno. La semana estuvo marcada por las cartas de renuncia de toda el ala kirchnerista del gobierno. Cristina K salió a cuestionar públicamente la orientación política del presidente. Varios sectores de la llamada «izquierda K» no ocultan su malestar, motivado por la derrota del modelo de Alberto. La miseria, el desempleo y el hambre aumentaron durante la pandemia. La política de favorecer a las megaempresas vinculadas al capital, a través de la minería, dio lugar a importantes luchas como en la región de Chubut. Y estamos en vísperas de una nueva negociación con el Fondo Monetario Internacional. Un nuevo acuerdo entreguista haría caer cualquier discurso «nacional y popular».

En sentido contrario a la crisis peronista, las encuestas mostraban un macrismo vivo. Expresando la línea de la burguesía más conservadora, apoyada por las clases medias conservadoras, la alianza de Macri, Juntos por el Cambio, ha recuperado importantes posiciones, y se prepara para ser la gran ganadora en las elecciones de noviembre.

Sin embargo, hay un nuevo elemento en la reanudación de la oposición de la derecha. La aparición de una corriente a la derecha del macrismo, con ciertos rasgos que dialogan con la extrema derecha, representada por los llamados «libertarios». Su líder, el polémico economista Javier Milei, ha hecho actividades virtuales con Eduardo Bolsonaro y ha radicalizado su discurso hacia la derecha. Un partido de cartilla ultraliberal, que coquetea con posiciones aún más a la derecha, hizo su entrada en la capital federal, logrando un 13%. Como en otros países, Vox en España y México, Chega en Portugal, el desplazamiento electoral de una amplia porción hacia posiciones más a la derecha es una de las novedades de las PASO en Argentina.

Sin embargo, hay otro polo que se está fortaleciendo, independiente del gobierno y de la oposición de derecha. El Frente de Izquierda (Unidad) celebró unas elecciones sorprendentes. Con más de un millón de votos, el Frente de Izquierda se ha consolidado como tercera fuerza nacional. Como resultado de una extensión nacional, el FIT(U) podría tener cuatro diputados más a nivel nacional, con destaque para los votos en la Provincia -con Nicolás del Caño y Alejandro Bodart-, en Chubut, Salta y otras provincias. Lo más destacado fue conseguir cerca del 24% en Jujuy, con el líder de los trabajadores de la recolección de basura, el indígena Alejandro Vilca. En conjunto, la izquierda hizo 1 millón y 300 mil votos. Una expresión importante. Hay un espacio real para la «izquierda de la izquierda».

Este fortalecimiento de la izquierda indica una dinámica. La lucha del PTS y del MST por buscar la unidad de toda la izquierda -más allá del FIT(U) con el Nuevo Mas y Luiz Zamora- ha sido justamente recompensada. Si se sumaran los votos de la Capital Federal, se acercaría al 9% en términos absolutos. Sin embargo, una lista con este tirón podría generar una sinergia capaz de ir más allá de la suma de los votos del FIT y Zamora y disputar con Milei, combatiendo el crecimiento de la línea reaccionaria.

Hay una serie de debates dentro del Frente de Izquierda. El MST lucha para que el proyecto se expanda para disputar las franjas desplazadas del peronismo y las ilusiones que despertó la victoria de Alberto. Para el avance de la izquierda de la izquierda es fundamental no «enamorarse» del voto positivo obtenido en las PASO sino luchar por la ampliación de este proyecto. Los buenos resultados de la lista «Revolucionar la izquierda» del MST muestran el espacio para esta ampliación. Por otro lado, el peso de la extrema derecha no puede ser minimizado, sino que debe ser combatido como lo estamos haciendo en Brasil y en otras partes del mundo.

El desafío argentino es grande. La crisis orgánica en América Latina debe continuar durante todo un período, con bruscos giros a la izquierda y a la derecha. Construir una izquierda independiente, pero capaz de dialogar con diferentes trayectorias, de disputar sectores de masas y de prepararse para las batallas que se avecinan es la tarea más urgente de nuestro tiempo.

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