Via Contrahegemonía
La situación política actual en Grecia está llena de contradicciones. Es un “momento” político en el que todos -tanto los de arriba como los de abajo- entienden que el statu quo ante resulta insostenible y que hay que prepararse para cambios drásticos.
Debo empezar mencionando una importante victoria para la clase trabajadora que llegó en un momento en el que era más necesario que nunca. Se trata de una lucha en un sector laboral caracterizado por la extrema “flexibilización”, en una empresa llamada E-Food, que comenzó como una “plataforma” electrónica para vender y entregar principalmente alimentos, pero también otros productos.
E-Food creció enormemente durante la pandemia y los confinamientos y emplea a 3.000 trabajadores (con contratos “flexibles” o temporales de tres meses). Obtuvo importantes beneficios. La empresa entendió rápidamente que la nueva legislación laboral –con sus disposiciones anti empleo– le ofrecía una oportunidad extraordinaria para desregular aún más las condiciones de trabajo, con el fin de maximizar los beneficios y les anunció a los repartidores que tenían que aceptar pasar a ser autónomos, como “socios” de la empresa. Eso significaba que tenían que perder la protección mínima de sus derechos laborales y entrar en una competencia despiadada entre ellos para cobrar una miseria por unidad (es decir, por recorrido de entrega).
Hubo una huelga extraordinaria que obtuvo una importante victoria, basada en dos factores. En primer lugar, utilizó las mejores tradiciones del frente único obrero. De hecho, la huelga fue apuntalada por la estrecha coordinación entre el Sindicato de Trabajadores de la Alimentación y del Turismo (un sindicato sectorial de larga tradición en el que el Partido Comunista es la fuerza dominante) con la “Asamblea de Trabajadores de Dos Ruedas” (SVEOD, por sus siglas en griego). El SVEOD es una de las “nuevas” formas de sindicalismo activo de los trabajadores, tiene un fuerte arraigo entre los repartidores y cuenta con una gran implicación de las fuerzas anarquistas y autónomas.
En segundo lugar, generó -y fue apoyada por- una poderosa ola de solidaridad entre una gran parte de la población, que durante los diferentes confinamientos había reconocido a los repartidores como “trabajadores de primera línea”. La utilización de los servicios de E-Food cayó inmediatamente después y el gobierno, por su parte, se dio cuenta de que no podía permitirse atacar a los trabajadores de reparto de E-Food, que estaban en huelga y habían organizado protestas masivas de repartidores. E-Food se vio obligada a dar marcha atrás de forma precipitada y tuvo que anunciar que los 2016 repartidores empleados por la empresa iban a tener contratos indefinidos, que es el grado de relaciones laborales más “regulado” que va quedando en Grecia. La victoria fue muy celebrada y envía a toda la clase obrera un “mensaje” sobre la posibilidad de una resistencia victoriosa.
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Por supuesto, la movilización de E-Food no fue un hecho aislado. En los hospitales públicos (contra los recortes del gasto social) y en las escuelas públicas (contra un nuevo programa de “evaluación” de los docentes), se elaboró un programa completo de acciones de huelga. Junto a estas categorías socio profesionales capaces de resistir utilizando el “instrumento” de la huelga, esperamos que surjan nuevos brotes de resistencia en otros sectores de trabajadores. Por eso consideramos que el ejemplo victorioso de E-Food es especialmente importante y que puede tener efectos a mediano y largo plazo.
El estado de ánimo de la clase obrera no se mide exclusivamente con el “termómetro” de la huelga. Este verano, las experiencias sociales de la pandemia se combinaron con las experiencias traumáticas de los desastres de los incendios, lo que creó un clima de indignación y enfado popular contra el gobierno de Kyriakos Mitsotakis. El “desgaste” político del gobierno y del propio Mitsotakis se pudo comprobar en las encuestas, que muestran un desgaste de la confianza del partido en el poder (Nueva Democracia).
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Mitsotakis trató de abordar este aspecto con su discurso “programático” en la Feria Internacional de Tesalónica [11-19 de septiembre], que tradicionalmente sirve cada año de referencia por el contenido político y el interés que puede despertar. Antes de la feria, la prensa había anunciado un “programa de distribución”. Este programa resultó ser limitado y estar orientado principalmente a los capitalistas (una reducción de los impuestos sobre los beneficios) y… a los ricos (anulación de todos los impuestos sobre las transferencias de activos y de grandes propiedades). El mensaje político de Kyriakos Mitsotakis fue claro: “¡No vamos a cambiar nuestra política!” Incluso frente a las grandes amenazas (pandemia) y a las catástrofes mayores (incendios), “la prioridad del gobierno sigue siendo promover su agenda y llevar a cabo su proyecto de reformas”.
Esta dirección fue acentuada por dos medidas emblemáticas, tomadas rápidamente en las semanas siguientes.
1° El Gobierno finalizó la privatización del puerto del Pireo, en el que el gigante chino Cosco posee ahora 51% de las acciones. Los estibadores del Pireo, que ya habían hecho la amarga experiencia de trabajar para Cosco (rechazo de todo contrato colectivo, prohibición del sindicalismo, intensificación extrema de la carga de trabajo), quedaron ahora completamente desprotegidos dentro de una “zona franca” (como las zonas económicas especiales) establecida en el mayor puerto del país. Cosco, por su parte, tiene total libertad para impulsar su proyecto de expansión (conexión del puerto con el ferrocarril, construcción de un centro logístico, hoteles propios, salas de conferencias, etc.).
2° En un comunicado que causó absoluta sorpresa, el gobierno anunció la fulminante privatización de la Public Power Corporation (Dimósia Epichírisi Ilektrismoú, Compañía de electricidad), vendiendo el 51% de sus acciones. El mantenimiento de la participación mayoritaria (es decir, el derecho de gestión) en la compañía de electricidad PPC era hasta hace poco una “línea roja” que no se podía franquear, incluso para las fuerzas políticas burguesas, que consideraban la producción de energía eléctrica como un sector de “importancia estratégica” para el capitalismo griego y su Estado.
Es cierto que ya se había producido la fragmentación de la empresa y la privatización de la Hellenic Electricity Distribution Network Operator (HEDNO), al venderla al Macquarie Group, un conocido fondo australiano, calificado de “fondo vampiro” por su tendencia a comprar empresas de servicios públicos, vaciarlas y luego abandonarlas en ruinas.
Pero esta vez Mitsotakis privatiza la producción de energía eléctrica, es decir, las usinas, los proyectos hidroeléctricos, las minas y decenas de miles de trabajadores. Los liberales declararon triunfalmente a la prensa que se trata de la mayor privatización de la historia del país.
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Tales iniciativas no dejan lugar a dudas sobre la orientación de la política económica y social del gobierno. Contrariamente a algunas de las reflexiones e interrogantes que surgen en el discurso dominante en Estados Unidos y en ciertas partes de Europa, el gobierno griego sigue estando plenamente comprometido con la agenda y la estrategia neoliberales. Pero para comprender plenamente la naturaleza de este gobierno, debemos considerar también su actuación en otros dos ámbitos:
1° Las orientaciones en el plano militar y de los armamentos
En Tesalónica, Mitsotakis anunció que compraría 24 de los carísimos aviones Rafale franceses y no 18, como estaba previsto. Esta compra espectacular fue anunciada a un país que, unas semanas antes, necesitaba desesperadamente aviones cisterna para luchar contra los incendios, pero que no los tenía…
Y ahora Mitsotakis anuncia un colosal programa de armamento naval: la compra de 3 + 1 fragatas francesas Belharra y 3 corbetas francesas Gowind. Estos navíos de guerra franceses son considerados como “máquinas pesadas” (en particular, las fragatas Belharra, que son consideradas “Blue Water Navy”, es decir, una fuerza marítima capaz de operar en las aguas profundas de los océanos). Tienen una gran potencia de fuego destructiva, y pueden brindar apoyo electrónico a la fuerza destructiva de otros armamentos. Los sitios web belicistas “especializados” en militarismo afirman que la Armada griega ha pasado de ser una fuerza defensiva en el Egeo a una fuerza “estratégicamente presente” en el Mediterráneo oriental en un sentido amplio.
El importe total de la inversión pública en nuevos aviones y buques de guerra supera ahora los 10.000 millones de euros, una cifra colosal teniendo en cuenta el tamaño de la economía griega. Se trata de una provocación para un país cuyas escuelas y hospitales públicos se están derrumbando.
El trasfondo de la decisión de comprar las fragatas Belharra es que el gobierno había declarado a la prensa que tenía la intención de comprar las fragatas estadounidenses MSCC, más pequeñas y más baratas. Pero, como relata un periodista especializado en temas de “interés nacional”, los almirantes se rebelaron, exigiendo buques de guerra franceses más modernos y “agresivos”. Y el gobierno se apresuró a cumplir con sus deseos.
Es que Mitsotakis, además de los aviones de guerra Rafale y de las fragatas Belharra, también le ‘compró’ a Macron el Acuerdo de defensa mutua entre Grecia y Francia. Este acuerdo declara (especialmente contra Turquía) que cualquier acción bélica contra uno de los dos países activará automáticamente el compromiso militar del otro. Con este acuerdo, el imperialismo francés formalizó su presencia en el Mediterráneo oriental, en el que existe ya una red de alianzas establecida entre Grecia, Chipre, Egipto e Israel, y donde el imperialismo francés desempeñará un papel mayor, incluso preponderante.
Quienes consideran que las relaciones entre Europa y Estados Unidos son únicamente (o principalmente) competitivas -sobre todo después de AUKUS [una alianza militar tripartita formada por Australia, Estados Unidos y el Reino Unido, hecha pública el 15 de septiembre]-, deberían examinar con detalle el ejemplo del posicionamiento de Grecia en el Mediterráneo oriental y en los Balcanes. Así, al mismo tiempo que el acuerdo franco-griego era anunciado, se ultimaban las negociaciones sobre el acuerdo de defensa mutua entre Grecia y Estados Unidos. Este último prevé el refuerzo de las bases militares estadounidenses de Suda (en la isla de Creta), Alexandroupoli (junto a la frontera greco-turca), Lárisa en Tesalia y Stefanoviki (en Magnesia, departamento de Tesalia). A cambio, el Estado griego recibirá armamento de Estados Unidos: actualización de los aviones de guerra F-16 a F-16 Fighting Falcon, conocido como Viper por los pilotos, incorporación de Grecia a la producción de F-35, compra de misiles y proyectiles de precisión para las fuerzas terrestres.
El argumento constante de los neoliberales contra cualquier reivindicación de los trabajadores, la afirmación de que “no hay fondos disponibles” para satisfacer sus reclamos, es una rotunda mentira cuando se trata de armamentos y de la competencia greco-turca por conseguir el dominio regional.
2° Racismo institucional
En la Grecia contemporánea, en la Europa del siglo XXI, el asunto de los refugiados se trata con una brutalidad extrema que puede calificarse de crímenes de Estado.
Las decenas de refugiados que consiguen -tras muchos esfuerzos y sufrimientos- llegar a las costas griegas, son encontrados por los guardacostas y luego… desaparecen. Cuando las organizaciones antirracistas insisten en saber dónde están, las autoridades oficiales del Estado responden descaradamente: “No lo sabemos, sin comentarios”. Es un secreto a voces que estas personas están siendo “repatriadas”, lo que significa que son desembarcadas en las costas turcas de la manera más ilegal, inhumana y peligrosa posible. Se trata de una escalada monstruosa de la táctica de repulsión que había sido utilizada por los guardacostas, impidiendo por la fuerza que los barcos con refugiados entraran en aguas territoriales griegas.
Mitsotakis no duda en darle a esta política una dimensión ideológica y asume toda la responsabilidad de la misma. En su discurso en Tesalónica, subrayó que el objetivo de su gobierno es garantizar “cero llegadas” y que esta “tarea” puede ser llevada a cabo “por la policía y la guardia costera”. Esta política tiene dos componentes. Por un lado, la policía se encarga de hacerles la vida insoportable a los refugiados que llegan al país, con un mensaje claro -como dice Mitsotakis- “¡No vengan aquí!” Por otro lado, los guardacostas utilizan tácticas ilegales de “piratería” con las que se aseguran de que sólo algunos refugiados consigan atravesar la frontera.Te puede interesar: Días y siglos de violencia
Quienes creen que los neoliberales siguen siendo liberales en materia de derechos humanos deberían pensarlo de nuevo. El gobierno de Mitsotakis es un claro ejemplo de políticas neoliberales pro capitalistas unidas a un nacionalismo y un militarismo desenfrenados, así como a un racismo estatal institucional.
Por lo tanto, no es casualidad que, a pesar de la gran victoria antifascista que llevó a los dirigentes de Amanecer Dorado a la cárcel, la política del gobierno constituya un terreno fértil para la reactivación de los grupos fascistas. Los recientes y peligrosos ataques de los fascistas a las escuelas de las zonas pobres de Tesalónica son un ejemplo de esta amenaza.
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En resumen, estamos ante el gobierno más peligroso que hayamos visto en Grecia desde la caída de la dictadura militar en 1974.
Pero este gobierno no salió indemne de la pandemia, los incendios, la crisis socioeconómica, etc. Ha perdido capital político después de las amargas experiencias vividas por la población durante una gestión que lleva poco más de dos años. Va camino a serias dificultades, ya que en 2023 el capitalismo griego tendrá que enfrentar una nueva crisis de la deuda y deberá encontrar un nuevo equilibrio viable en medio de las renegociaciones del Pacto de Estabilidad de la UE.
Pero eso no significa que este gobierno esté a punto de desmoronarse (al menos, no por ahora). Sigue contando con el apoyo de la clase dirigente. Y Mitsotakis tratará de utilizar este apoyo para imponer su reinado mediante una política agresiva.
Por lo tanto, las orientaciones y tácticas de los partidos de la oposición son un factor importante. En Tesalónica, Alexis Tsipras pronunció un discurso en respuesta a lo afirmado por Mitsotakis una semana antes. Habló durante horas y se las arregló para no mencionar la palabra “izquierda” ni una sola vez. Habló de un “nuevo comienzo”, con la “clase media” como protagonista, mediante la formación de un “gobierno ampliamente progresista”. Incluso los viejos símbolos y colores de SYRIZA estaban ausentes de la sala donde pronunció su discurso y conferencia de prensa. El color verde (que en Grecia se identifica con el PASOK socialdemócrata) dominaba la sala, mientras Tsipras reproducía los eslóganes más típicos (e incluso frases fetiche…) de… Andreas Papandreu [1919-1996], el fundador y líder histórico del PASOK [creado en 1974].
No hace falta mucha experiencia política para entender que esta estrategia de “centro-izquierda” no es una respuesta eficaz a la agresión y a la dirección claramente pro-capitalista de Mitsotakis. Esto se puede ver en las encuestas de opinión, donde Nueva Democracia pierde terreno, pero SYRIZA permanece estancada.
El vacío en la política de izquierda es flagrante, lo que ejerce cierta presión sobre el Partido Comunista, que está “llamado” por la realidad existente a tomar la iniciativa. Pero todavía no está claro si lo hará y, sobre todo, qué tipo de iniciativas tomará. La situación también presiona a las fuerzas de la izquierda radical anticapitalista para que aborden la situación de su fragmentación tras la derrota de 2015.
Si hay algo esperanzador en este panorama es la tendencia a la revitalización de las luchas “desde abajo”. Para nosotros, la victoria de los trabajadores de E-Food y el mensaje que le envió al resto de la clase obrera son particularmente importantes.