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Via Marabunta

Hace ocho años fuimos miles afuera de la Legislatura neuquina manifestándonos en contra de un proyecto de saqueo y devastación ambiental. Ese día, YPF se alió con la multinacional Chevron, al amparo de los gobiernos nacional y neuquino, para aplicar masivamente el fracking en Argentina. En aquella jornada, la policía reprimió la movilización por más de ocho horas y fueron quemadas dos rukas de la comunidad mapuce Campo Maripe, donde se instalaron después los primeros pozos. Con esa violencia se acuñó el consenso del fracking que aún guía las políticas gubernamentales y empresariales. Pese a eso, y como entonces, somos muches quienes seguimos denunciando que la explotación de Vaca Muerta destruye la naturaleza, las sociedades y las economías. 

Con la expansión de las áreas de explotación mediante el fracking, el gobierno nacional pretendía construir una supuesta soberanía energética y minimizar la restricción cambiaria. Sin embargo, y pese a los millonarios recursos destinados a favorecer a las corporaciones petroleras, ninguno de los dos objetivos fueron alcanzados. 

Tras ocho años, los impactos del fracking son innumerables. El uso y contaminación de 60 millones de litros de agua por cada pozo en un contexto de sequía, la aparición regular de sismos en las inmediaciones de las explotaciones más importantes y las miles de toneladas de desechos acumulados en “basureros petroleros” a cielo abierto, son los efectos ambientales más visibles. Además, las consecuencias económicas se traducen en endeudamientos provinciales crecientes que repercuten en un empeoramiento de los índices de pobreza e indigencia de las ciudades que “conviven” con los pozos. Por su parte, los derechos de las comunidades mapuce se violan permanentemente. 

Vaca Muerta es una formación geológica de la que se extrae casi el 50% del gas y el 30% del petróleo del país. Sobre ella habitamos miles de personas que estamos siendo contaminadas por esa técnica, cuestionada en todo el mundo y prohibida en varios países. Así como en la región pampeana ocurre con los agrotóxicos, el fracking se ha transformado en un masivo experimento en el que nuestros cuerpos y territorios están al servicio de la ganancia de unos pocos. 

Si vivimos en territorios saqueados, contaminados y empobrecidos, somos también pueblos saqueados, contaminados y empobrecidos. No podemos vivir dignamente, ni desarrollarnos, ni ser felices en zonas de sacrificio. 

Desde la Corriente Social y Política Marabunta, entendemos la energía como un derecho humano y luchamos por una transición que frene la quema de combustibles fósiles causantes de la crisis climática y nos permita mejorar la vida de las mayorías a través de fuentes renovables con control popular. Luchamos, entonces, por una transición energética popular que trascienda las miradas que buscan enverdecer el capitalismo o vendernos un supuesto desarrollo sustentable. No es posible detener la crisis ambiental dentro del capitalismo, por lo que día a día junto a otras organizaciones y grupos en lucha construimos una alternativa ecosocialista y feminista desde abajo. 

¡Vaca Muerta es saqueo y contaminación!

¡Basta de ecocidios!

¡Energía para vivir!

¡Queremos vidas vivibles!

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